Opinión

Democracia afianzada y deudas pendientes

domingo 29 de octubre de 2023 | 6:05hs.
Democracia afianzada  y deudas pendientes
Democracia afianzada y deudas pendientes

Damián Santiago Bitar Obispo de Oberá

Tenía 20 años de edad cuando, cursando el tercer año de seminario en la ciudad de Córdoba, fui testigo de los multitudinarios actos de campaña de Raúl Alfonsín e Italo Luder, poco antes de las elecciones del 30 de octubre de 1983. Se respiraba un clima de euforia y de mucha esperanza y, en mi caso, la emoción de poder votar por primera vez.

Han transcurrido 40 años de aquel acontecimiento histórico que cerraba una triste página de nuestra historia, marcada por la violencia política de los grupos subversivos y por el terrorismo de Estado, cuyas dolorosas heridas todavía perduran.

Tengo sentimientos encontrados cuando repaso estos 40 años que he compartido junto a la gente común, en parroquias de pueblo y en barrios de ciudad de la diócesis de Villa María, en el conurbano bonaerense y desde hace 13 años en la diócesis de Oberá.

Por un lado, la alegría de vivir en libertad y en democracia como forma de gobierno. Es un logro como Nación sostener la institucionalidad democrática de nuestra convivencia.

Por otro lado, me duele el alma cuando constato las numerosas deudas pendientes que lastiman el tejido social de la patria, como son el crecimiento de la pobreza y la indigencia, el avance de la narcocriminalidad y la inseguridad, la aguda crisis económica, la corrupción generalizada, el desprecio por la vida vulnerable, el notable debilitamiento de la institución familiar y un estado de anomia en el cual muchos ciudadanos, de hecho, viven sin Ley. Frente a estos sentimientos me surgen algunas preguntas: ¿Qué hicimos con nuestra patria? ¿Por qué en estos 40 años hemos retrocedido en la búsqueda del bien común? ¿Porque nos cuesta ser artífices de la cultura del encuentro y acrecentar la amistad social?

Indudablemente el problema no es en la democracia como sistema de gobierno, sino la profunda crisis que atraviesa el ser humano; una crisis de valores cuya raíz es moral y, más aún, espiritual y religiosa.

En mi opinión, las deudas sociales mencionadas ponen de manifiesto que la patria está enferma porque a los argentinos se nos ha enfermado el alma. Una cita de Jesús en el evangelio de Marcos es muy esclarecedora al respecto: “Lo que sale del hombre es lo que lo mancha. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre” (Mc 7,20-23).

No tengo dudas que sin un proceso de “sanación”, más aún, de “conversión” (a Dios, o al menos a los valores que dignifican al ser humano), difícilmente se genere un cambio sustancial, como lo constatamos quienes ya ejercimos el derecho de elegir nuevas autoridades desde la restauración de la democracia.

Después de 40 años de aquella primera votación llena de ilusión juvenil, me planteo sin ingenuidad: ¿Saldremos de este pantano, o nos hundiremos aún más? Algo más curtido por el paso de los años, y para no ceder en la tentación del pesimismo, me ayuda mucho recordar el sabio consejo de un anciano obispo a un grupo de curas jóvenes: “No van a cambiar el mundo (y la patria), pero lo pueden mejorar, si procuran hacer bien, de la mejor manera posible, todos los días, lo que les toque hacer en el lugar donde se encuentren”.

Por otra parte, me anima en la esperanza, la inmensa red de hombres y mujeres honestos que, en palabras del Papa Francisco, integran la “clase media de la santidad”; aquellos que son parte de la “Argentina secreta” -expresión de Monseñor Vicente Zazpe- quienes, a pesar de todo, sueñan, trabajan y siembran el bien con paciencia y honradez “cargando la patria al hombro” y afrontando todas las crisis… Este testimonio, entre otros, lo recibí de mis padres. Quiero formar parte de ese “equipo”. ¡Animo a todos a sumarse!

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