Entrevista a la licenciada Verónica Torras sobre los desafíos actuales de la democracia
“La memoria es el ejercicio de traer el pasado al presente, vital en la sociedad”
La palabra memoria es fundamental para entender la mirada que tiene la licenciada en filosofía, Verónica Torras sobre los desafíos de la democracia argentina después de 40 años de la histórica elección del 30 de octubre de 1983, que consagró a Raúl Alfonsín como el presidente del regreso a la democracia después de la dictadura más cruel y violenta que vivió nuestro país.
“La memoria es el ejercicio de traer el pasado al presente y es vital para cualquier sociedad. Funciona como una especie de hilo conductor que va enlazando pasado, presente y futuro con puntadas que los mantienen unidos. Hoy, a 40 años de aquella elección histórica que significó el regreso a la democracia, resulta más urgente que nunca la ejercitación de la memoria colectiva” explicó la licenciada Torras que dirige el espacio Memoria Abierta y es miembro de la comisión directiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels).
Esta organización no gubernamental fue creada en 1979 durante el gobierno de la dictadura militar por un grupo de abogados que buscaban documentar las violaciones a los derechos humanos y brindar asistencia a las víctimas de la represión. Actualmente funciona como una organización que trabaja en la promoción y la defensa de los derechos humanos y el fortalecimiento de la democracia.
Lo que sigue es el diálogo con la licenciada Torras.
¿Cuál es la importancia de la memoria colectiva?
El ejercicio de la memoria colectiva permite que los pueblos puedan vincular las luchas del pasado con las del presente. Ayuda a relacionar ese pasado con el presente y eso es fundamental para entender por qué nos pasa lo que nos pasa. Sin memoria colectiva las comunidades pierden el rumbo. No saben de dónde vienen y por lo tanto tampoco pueden trazar una hoja de ruta hacia dónde quieren ir. Por eso en este momento tan especial que vive nuestro país es necesario más que nunca apelar a la memoria colectiva de la gente.
¿Cuáles son hoy los principales desafíos de la democracia argentina?
Estamos en un momento muy desafiante porque la incapacidad de los gobiernos en resolver cuestiones sociales y económicas durante estos 40 años de democracia nos trajo a un lugar donde gran parte de la población cuestiona este sistema y plantea soluciones para esos problemas que no se basan en valores democráticos. Hoy más que nunca, la discusión sobre el sentido de la democracia está en el centro del debate y no precisamente desde una perspectiva de reivindicación sino más bien de cuestionamiento crítico. Y esa mirada que tuvo la gran mayoría del pueblo argentino a partir de la recuperación de la democracia en 1983 como el sistema de gobierno que mejor vela por el respeto a la vida y pone freno a los autoritarismos, hoy vemos que hay distintos sectores sociales que, frente a la frustración, apelan a poner un orden a cualquier precio y eso poco tiene que ver con los principios democráticos.
¿Cuáles son los peligros que hoy atentan contra la democracia y que se puede hacer para fortalecerla?
Los peligros tienen que ver con el negacionismo, el relativismo, la reivindicación abierta de la dictadura, la minimización de esa experiencia histórica, la falta de una conciencia social más fuerte que impida caer en tentaciones autoritarias, el lenguaje del exterminio o de la guerra contra el otro como camino de resolución de conflictos, que no tienen nada que ver con la democracia. Y todo lo que estamos viendo en esta campaña preelectoral, donde más que nunca hubo un desfile de un discurso desde la violencia.
¿Te referís a la fórmula Milei-Villarruel?
Sí. Esta campaña preelectoral puso en evidencia que claramente hay un sector social que tiene poco apego a las prácticas democráticas. Lo vemos en la fórmula de Milei y Villarruel, en la que se apela a una memoria del pasado, pero con una perspectiva de reivindicación del autoritarismo y de la figura de los que encarnaron la violencia desde el Estado. Y que es seguido por un núcleo grande de jóvenes que no vivieron los años de dictadura.
¿Qué pasa con las generaciones más jóvenes que ya son hijos de la democracia?
Hay muchas generaciones que ya nacieron y crecieron en democracia y, por lo tanto, ese pasado de terror de la dictadura no está en su experiencia de vida. Y para eso es fundamental revisar cómo están funcionando las políticas públicas de memoria en la educación argentina, que ya llevan dos décadas de continuidad y que están basadas en tres ejes fundamentales que son: Terrorismo de Estado, Malvinas y Holocausto. Creo que las escuelas son el espacio para abrir los debates sobre estas temáticas como una forma de aportar valores de construcción democrática desde las aulas. La idea es que las generaciones más jóvenes que no tuvieron contacto con esas vivencias de alguna manera puedan tomar contacto con esas realidades. Y acá hay un tema a revisar para el futuro para fortalecer esos contenidos y que sean realmente aprovechados por los estudiantes como parte de su formación personal y ciudadana.
¿Qué otras herramientas hay a mano para fortalecer la democracia y la formación ciudadana?
Es que la democracia no se reduce solamente al derecho de emitir un voto que consagre un gobierno. Es una filosofía de vida que va más allá de la práctica política partidaria. Está presente por ejemplo en los movimientos ambientalistas, en los que buscan justicia o en la marea de mujeres reclamando sus derechos. Nuestra historia y nuestro presente está llena de grandes reservorios de luchas contra el avance del autoritarismo. Traer esas experiencias del pasado para ponerlas como norte en las luchas del momento como por ejemplo el reclamo de una redistribución más justa del ingreso, de inclusión de las minorías o la de un estado mucho más presente y efectivo, también es una forma de ejercitar los músculos de la democracia. En estos 40 años, se logró fortalecer la participación de distintos actores comunitarios en barrios, clubes y todo tipo de espacios sociales donde también se oxigena la democracia y donde hay una larga trayectoria de resolución de conflictos a través de la participación con diálogo y no con métodos autoritarios.
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