Emprendimientos resilientes en tiempos de crisis

Historias de emprendedoras -del rubro alimentos- que iniciaron sus negocios en pandemia o en un contexto de crisis que las llevó a emprender para poder tener un ingreso para salir adelante. El costo de los insumos, sobrevivir a los nuevos desafíos en un contexto económico complejo y las bajas ventas
lunes 29 de abril de 2024 | 4:30hs.
FOTO: Esteban González
FOTO: Esteban González

Hay emprendimientos que hacen lo posible para seguir subsistiendo en tiempos de crisis. En este caso, este matutino relevó historias de emprendedoras que llevan adelante sus negocios de comidas pese a la difícil situación económica que atraviesa el país. Los costos, las dificultades diarias, las pocas ventas y el secreto de seguir sosteniéndose: “La voluntad de salir adelante, abastecer a nuestras familias y seguir trabajando de lo que me gusta”, sostuvo una de las entrevistadas por El Territorio. Mayormente los tiempos de crisis las llevaron a emprender, y es donde más se afianza la idea de sostener su propio negocio pese a las turbulencias. En este marco, la resiliencia de estos emprendimientos, también es un punto importante, ya que refiere a su capacidad para enfrentar los desafíos, mantenerse firmes ante la adversidad y encontrar soluciones creativas para seguir adelante con sus proyectos a pesar de las dificultades

Muchos de los negocios familiares comenzaron en pandemia, otros llevan años sumando experiencia y este contexto “es una piedra más que hay que aprender a pasar”. Son distintos casos, pero todos tienen el mismo objetivo: Seguir adelante. En el medio, los costos de los insumos que utilizan, y el incremento que tuvieron desde sus inicios, el impacto en el precio final a la hora de vender. Una hamburguesa el año pasado valía entre $700 y $1.000. En la actualidad está casi $3.000. Algo similar sucede con una pizza mozzarella que valía como mucho $2.000, y ahora vale el doble, y en algunos casos más, entre $4.000 y $7.000.  

En Posadas, Mariza Benítez, de la pizzería Agostina, lleva adelante su emprendimiento familiar con ayuda de su marido, y en situaciones también sus hijos. Es la encargada de cocinar pizzas y hamburguesas para sus clientes desde hace unos meses cuando su pareja -trabajador de la construcción- se quedó sin trabajo. Ella trabaja de día en una casa de familia entre semana, y por las noches de lunes a lunes prepara sus pedidos y da lo mejor de sí para incrementar su clientela. “Al principio tuvimos mucho éxito. Nos iba bien, pero en estos últimos meses comenzó a decaer. Estoy pendiente del teléfono todo el tiempo, pero a veces tenemos solo un pedido”, dijo. Por otro lado, contó que los viernes y sábado solía tener hasta 20 pedidos, y actualmente recibe como mucho cinco esos días de fin de semana, y a veces ni uno. 

La emprendedora relató que comenzó el emprendimiento con muchos ánimos a finales del año pasado, en paralelo, su marido se quedó sin trabajo, y fue allí donde entre los dos le pusieron más énfasis a lo que actualmente siguen sosteniendo. “Es una entrada extra, nos sirve. También nos gusta. No es fácil porque a veces es para el día a día, pero la idea es seguir sosteniéndose y seguir creciendo, aunque sea de a poquito”. Al ser consultada por los costos, dijo que “hubo un momento que todo se incrementó mucho, ahora sube pero no tanto. Tratamos de comprar cosas de calidad siempre para que nuestros clientes nos vuelvan a elegir. La harina con la que hago la masa para la pizza, el queso, el fiambre”. Sostuvo que “la clave es buscar precios y sostener la voluntad de seguir adelante pese a la baja en ventas, hay que seguir ofreciendo. Y en lo posible, hacer promociones que es lo solemos hacer a diario para atraer más clientes”. 

Por otro lado, si bien apuntó que “hay muchos negocios dedicados a la venta de comida rápida, hay lugar para todos porque existe una gran parte -así como nosotros- que empezó hace poco, y se va haciendo sus clientes, y todos tenemos nuestros clientes fijos. Eso es algo positivo”. 

Empezó en pandemia y trata de seguir creciendo en la actualidad

Lo que empezó en pandemia, sigue como proyecto familiar. La pandemia por el coronavirus llevó a muchas personas a reinvertarse tras quedarse sin empleo. Otros en tanto, descubrieron talentos ocultos, que potenciaron a lo largo de la cuarentena y que en algunos casos puntuales, aquellos nuevos desafíos aún siguen vigentes. En el barrio Docentes en Jardín América, la casa de Juana del Carmen Gukoski de 55 años se transformó en un sitio de comidas rápidas y que hasta la actualidad sigue en pie. Sus manos preparan pizzas, hamburguesas y sándwich de milanesa, entre otros productos, mientras que su hijo Juan Sanabria, hace el servicio de delivery.

"Cuando llegó la pandemia, nos vimos en la necesidad de buscar otras alternativas para subsistir, ya que con el cierre de actividades no se podía salir a trabajar y así comenzamos el servicio de comidas a domicilio, lo cual primero costó pero de a poco ganamos clientes", dijo la entrevistada a El Territorio. 

Al inicio sin imaginar que sería una fuente laboral que continuaría por más años reflexionó sobre la variedad de pedidos y el cambio de hábitos en el hogar. Juana se percató que durante la pandemia, la gente empezó a cocinar más en casa, aprendió a hacer variedad de platos que tal vez antes no preparaban, pero también, hay quiénes siempre buscan darse un gustito y recurren a un delivery para el menú de la cena en una ocasión especial o durante el fin de semana. 

"A veces disminuyó la venta, pero nos mantuvimos firmes, nunca nos faltó clientes", sostuvo la emprendedora que mientras hacía los productos, contaba su historia a este medio. Al reactivarse más actividades, elevaron las ventas, aunque en el rubro, depende mucho del bolsillo de la persona, con los fines de semanas como fechas claves, los clientes buscan algo distinto para comer y desprenderse de la cocina. 

La elaboración es casera, ella misma hace todo en su domicilio. Desde el amasar y hacer pan para las hamburguesas o el sándwich, hasta sacar el producto hecho para que su hijo haga el envío en moto. Un trabajo en conjunto, donde une un lazo familiar y simboliza la unión entre una madre y un hijo en un mismo proyecto. 

En cuanto a pedidos y materia prima, Juana también hizo hincapié. "Al comienzo vendíamos una hamburguesa a $150, hoy la tenemos a $2.800, una pizza en $200, la misma cuesta hoy $4.500". Así remarcó que el incremento en materia prima, gas, combustible, electricidad, entre otras cosas todo subió notablemente. Asimismo, especificó que hay clientes que para ahorrar unos pesos retiran el pedido y no solicitan el envío a domicilio. 

A su vez, sostuvo que hay clientes fijos que solían pedir con frecuencia, pero ahora ya no. "Se nota que hay gente que pide por ejemplo dos hamburguesas más papas fritas una vez por semana y ahora solicitan cada 15 días o solo piden la hamburguesa y no las papas o en vez de pedir una completa, llevan la simple que es más barata", especificó. 

“El consumo cambió, el pedido de los clientes también. En el transcurso de estos 4 años, tuvo influencia también lo económico, que pasó a ser un factor fundamental no solo para quienes se dedican al rubro gastronómico, sino también para aquellos que hacen pedidos para disfrutar con familia o amigos”, cerró.

En Eldorado 

Rocío Chávez comenzó su emprendimiento Dolce Vita, vinculado al rubro gastronómico en el año 2020 en plena pandemia y pese a las actuales dificultades económicas, continúa llevándolo adelante. Así como numerosos argentinos, tras la imposibilidad de trabajar en lo que normalmente lo venían haciendo, tuvo que encontrar una rápida salida laboral. 

FOTO: Matías Bordon

“Soy oriunda de Eldorado, pero la pandemia me encontró viviendo en Wanda. Yo trabajaba en el área de turismo y se cortó todo. De golpe mi pareja y yo nos quedamos sin trabajo y algo teníamos que hacer. Como siempre hacía repostería, algunos amigos y conocidos me sugirieron que podía dedicarme a eso. Y así empecé, de a poco, vendiendo a los conocidos”, contó. Luego de un tiempo, Chávez  se trasladó a Eldorado, donde con el apoyo familiar fue ampliando la variedad de productos que ofrecía, y aumentando la clientela. “Ya en Eldorado las cosas empezaron a ir un poco mejor, y con mi padre empezamos a producir más cosas. Por ejemplo, a él se le ocurrió vender budines, que es uno de los productos, junto con los alfajores, que más salida tienen de lo que hacemos”.

Durante un lapso de tiempo vivió en Córdoba, pero el emprendimiento siguió adelante gracias a su familia. “Por un tiempo estuve en Córdoba, donde seguía haciendo lo mismo que acá en Eldorado, y cuando volví definitivamente continuamos trabajando con más fuerzas. En todo este lapso tuvo un papel muy importante la Feria Eldorado Produce ya que nos dio la posibilidad de que muchos nuevos clientes nos conocieran, supiera de la calidad de lo que hacemos, y pudimos ampliar la producción. También fue importante los cursos de capacitación que nos dieron, por ejemplo en la manipulación de alimentos, para trabajar mejor y más seguros”. Si bien actualmente la mayoría de la producción de Dolce Vita está vinculada a productos dulces como los alfajores, budines, y galletitas, también ofrece otros servicios. “Nos hemos ido diversificando. Para las pascuas hacemos huevos y conejos de chocolate, pan dulces para fin de año, roscas de pascua, distintos tipos de galletitas, y brindamos un servicio de desayunos personalizados”, contó Luego, detalló que la idea es retomar lo que hacía al principio en Wanda que era brindar menús sin TAC para celíacos, donde amerita tener dos cocinas para que no se contaminen los alimentos. 

En cuanto a los aumentos de los insumos, dijo que les obliga a agudizar la inventiva para poder seguir produciendo. “Desde fines de año los insumos aumentaron mucho, y en nuestro caso utilizamos toda la mercadería de primera para garantizar la calidad de lo que vendemos. Entonces hay que buscar precios, comprar al por mayor, almacenar bien los productos, pero está difícil la situación. Hace un tiempo vendíamos alrededor de 26 budines por fin de semana y en la actualidad como mucho diez de manera semanal. Hay un problema y es que la gente no tiene mucho dinero y las cosas aumentaron mucho”.

Por ejemplo, buscó en su cuaderno para dar certeza a los números, “un budín salía hace un año atrás $700, y ahora $2.700, y eso por el aumento de los costos. Lo importante es seguir adelante”.

Algunas de las personas que se dedicaron al emprendedurismo por las dificultades para conseguir trabajo, al conseguir un empleo estable dejaron de ser emprendedores. No es el caso de Chavéz, quien relató: “Yo volví a conseguir trabajo cuando todo se normalizó en el rubro turismo. Pero me tomó un  tiempo darme cuenta que era esto lo que me gustaba. El trabajo fijo tiene ventajas, cobrás un sueldo, tu trabajo termina con el horario, etc. Acá por ahí son las tres de la mañana y seguís trabajando porque tenés un pedido que cumplir, pero te da otras libertades. Hoy Dolce Vita es la única actividad económica a la que me dedico”, culminó.

Con información de corresponsalías de Eldorado y Jardín América 

Temas de esta nota
¿Que opinión tenés sobre esta nota?