La desesperanza de Gilmar y sus 17 hectáreas sin mercado

domingo 09 de julio de 2023 | 6:04hs.

Cerca de 400 familias del Alto Uruguay, intentan sostener sus extensiones de tierra con plantaciones de citronela. Pequeñas extensiones que no superan las dos hectáreas dominan la escena, salvo excepcione en El Soberbio donde “Sommer y Flores tienen las plantaciones más grandes”, admiten cuanto vecino consultó El Territorio. Casualmente ambos son vecinos y quien accedió a hablar con este matutino fue Gilmar Flores, de 56 años: “Hace 50 años me dedico a la actividad y con la tierra de mi madre, tengo 17 hectáreas de citronela”.

En el kilómetro 4, zona conocida como Comandante Andresito, a orillas del río Uruguay y con una vista privilegiada del Brasil, Gilmar Flores resiste a la actividad aunque por momentos pierde las esperanzas de que florezca como en sus mejores años. “A mí siempre me gustó porque es una producción sana. Tengo 56 años y desde que nací estoy con la citronela”, reveló.

Minutos después de llegar del acto escolar al que acompañó a una de sus hijas, en su casa, donde tiene montada una pequeña caldera, tacho de acero inoxidable y realiza el proceso “sin utilizar agrotóxicos”, fluyó la añoranza “de aquellos años donde mi madre compraba una bolsa de harina y una caja de grasa con lo que ganaba con un kilo de esencia. Era plataza”. La actualidad es distinta, “es la época más fea que nos tocó. Tengo la citronela parada y hace dos años que no comercializo”.

En una recorrida por sus plantas, que crecen vigorosas gracias a las bondades de un terreno que soportó una sequía extrema, Flores dijo que el producto “no tiene precio y no se vende, ni siquiera Brasil nos recibe porque allá también cayó la venta”. Apuntó como principal motivo de la crisis, “a la salida de la acopiadora Henn que decidió irse a Corrientes a otra actividad”. También sumó a clientes que no reciben el producto que nace en El Soberbio, “porque algunos usan Roundup para limpiar los terrenos”.

En su extensión, mientras caminaba con una mirada lejana hacia el vecino país, precisó que “procesada, la citronela tiene múltiples beneficios al punto que también se puede usar como abono”. Sin embargo, “muchos productores están abandonando la actividad, incluso algunos quemaron la plantación porque ya no tiene más salida”. Su desesperanza es tal que se anima a definir que “de la capital de la esencia quedó el nombre nomás. Ya no va a existir más. La citronela va a terminar”.El proceso requiere de “mano de obra que está muy cara, la leña también. Si no hay empeño del gobierno, esto no sale adelante”. Subsisten “porque mi mujer tiene una pensión y nosotros tenemos algunos animales, pollos, chanchos, producimos leche, huevos para tener una entradita”. Pero la citronela es parte de su vida, “por eso mantengo las 17 hectáreas a pesar de que está todo parado”.

La última transacción que recuerda “fue hace dos años, cuando me recibieron a $1.800 el kilo y vendí cerca de 300 kilos. Fue muy poco porque hay que mantener el personal”.

 

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