Estuvo en México, Estados Unidos e Indonesia

El investigador holandés que se sumerge en la selva para estudiar al cara canela

La pujante biodiversidad atrajo hasta San Pedro al licenciado en Biología Martjan Lammertink. Como método para analizar las aves utiliza radiotelemetría
domingo 24 de septiembre de 2023 | 6:05hs.
El investigador holandés que se sumerge en la selva para estudiar al cara canela
El investigador holandés que se sumerge en la selva para estudiar al cara canela

San Pedro es uno de los municipios de Misiones con mayor cantidad de hectáreas de monte protegido. La exuberante biodiversidad que resguardan esos espacios lo torna atractivo para investigaciones científicas. Las aves, como el carpintero cara canela, son protagonistas de estudios dignos de publicaciones en revistas científicas de índole internacional. Los resultados de años de trabajo favorecen a la tierra colorada con información para mejorar la protección del bosque y mantener en auge la economía verde que tiene Misiones.

El licenciado en Biología oriundo de Holanda Martjan Lammertink, de 52 años, es uno de los tantos científicos del Conicet que encontró en la selva misionera los recursos óptimos para ejecutar un proyecto de investigación con radiotelemetría al carpintero cara canela. Escogió San Pedro por ser un lugar que reúne las condiciones ambientales donde dar continuidad a un interés que tiene desde niño por los pájaros carpinteros, y desde el 2009 el carpintero cara canela que habita en el bosque atlántico.

En la Capital de la Araucaria está radicado junto a sus hijos de 10 y 15 años y su mujer Utami Setiorini, oriunda de Indonesia, desde 2011.

Después haber estado en México, Estados Unidos e Indonesia decidió dedicar “los años de buena salud que me quedan” -tal como expresó- a investigar a su ave favorita. Entre Brasil, Paraguay y Argentina, Misiones era el lugar más obvio para encontrarlo por la preservación de monte virgen como el caso de áreas preservadas como las del Parque Cruce Caballero, en San Pedro.

“El nexo principal que me trajo a Misiones para trabajar con el cara canela, fueron los bosques protegidos, específicamente la Reserva Natural Cultural de Papel Misionero, que es un lote de 10 mil hectáreas dentro de la Biósfera Yabotí y la reserva Cruce Caballero que cuenta con unas 400 hectáreas donde nunca hubo explotación”, indicó Martjan, quien puso en valor las áreas protegidas que permiten proyectar investigaciones a largo plazo, a diferencia de otras partes del mundo donde las leyes sobre explotación de madera no son respetadas.

“Lo que me atraía a venir a Misiones es el sistema de áreas protegidas, tiene su problema con la caza furtiva, pero no es como en otras partes del mundo dónde las áreas protegidas están sólo en el papel, donde tumban árbol tras árbol, eso no pasa en las áreas protegidas de Misiones, eso da mucho posibilidad y tranquilidad de hacer un estudio a largo plazo, saber que el bosque no está despareciendo mientras estás haciendo la investigación”, recalcó el biólogo.

Otro de los aspectos que anima a la ciencia en trabajar con investigación científica en Misiones tiene que ver con la proyección de expandir las áreas protegidas que de cierta manera pone en evidencia que el resultado de una investigación científica puede tener utilidad.

En ese sentido, Martjan reconoció que “es un trabajo muy difícil, cuesta muchísimos años, energía y desafío para lograr los resultados, pero anima saber que acá hay visión para el futuro de Misiones como destino verde y ampliación de áreas protegidas, entonces uno tiene la confianza que se va usar para algo. En otros países es trabajar como en un vacío porque al final no se va  a aplicar”. 

En este caso, las características de los montes preservados en esta zona de la provincia resultan cruciales para este proyecto en particular. “Es una de las aves amenazadas del bosque atlántico, dependen de bosques en muy buen estado de conservación, por ese aspecto viene mi investigación saber porque el cara canela está tan asociado con bosques viejos. Desde el 2011 estoy con este proyecto y hemos logrado obtener por medio de radiotelemetría resultados satisfactorios”.

Monitorea por un período de cuatro o cinco meses cómo viven en el monte, con un dispositivo en la pluma de la cola.

En este caso, el biólogo forma parte del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Cuando llegó a Argentina trabajó en Diamante, Entre Ríos, y desde 2020 pasó a formar parte de los 50 investigadores con los que cuenta el Instituto de Biología Subtropical, con base en la localidad de Puerto Iguazú, de donde salen interesantes y valiosas publicaciones científicas de importancia internacional.

“Es una oportunidad muy interesante para los científicos intercambiar entre ellos, combinar sus conocimientos sobre diferentes grupos de animales o vegetación de áreas de importancia para la conservación y la ciencia y así llegar a conocimientos más profundos sobre el bosque atlántico”, destacó Lammertink sobre las chances que brinda el Conicet.

Llevar adelante una investigación de índole científica requiere mucho trabajo, son años de dedicación a un mismo tema, para alcanzar objetivos y que los resultados sirvan de herramienta para mejorar alguna problemática. Esta labor es medida por el nivel de publicaciones en revistas científicas, la mayoría de origen internacional, en inglés. Escribir un artículo representa un logro de suma importancia y es como se mide el ranking de la ciencia argentina a nivel mundial, pero también es de suma importancia que la información sea divulgada de otras maneras, así sea en charlas en español en escuelas de Misiones para dar a conocer ese bagaje de información que obtienen.

Lammertink logró, junto a su becario investigador Juan Manuel Fernández, publicar el año en la revista Conservación y ecología aviar el artículo ‘Patrones de área de distribución del pájaro carpintero de casco, el pájaro carpintero lineado y el pájaro carpintero robusto en Misiones, Argentina, en una perspectiva global y el pájaro carpintero robusto en Misiones, Argentina, en una perspectiva global’.

El más reciente fue este año en la revista Conservación de Aves Internacional, en la que publicaron un artículo este año sobre ‘Patrones de ocurrencia del cardenal amarillo Gubernatrix cristata en peligro de extinción en el nordeste argentino: sólo en sabanas y en sitios alejados de carretera’. En este caso fue en conjunto con los investigadores Fabricio Reales, Sebastián Dardanelli y Antonio Frutos.

Estos proyectos, más allá de la importancia y los objetivos que tengan a nivel científico, resultan la cuna de las nuevas generaciones de investigadores ya que cuentan con la asistencia de becarios que forman parte de las investigaciones para culminar doctorados.

Esta tarea de docente dentro de la ciencia genera satisfacción. “Cada investigador tiene un número de becarios e investigadores posdoctorales que hacen sus proyectos de investigación juntos y las publican juntos. Así es como aprenden sobre el trabajo de investigar y publicar”.

“Eso sí es gran parte de mi trabajo. He tenido cuatro chicos que hicieron o están haciendo sus doctorados conmigo, es una parte muy linda porque estamos entrenando a las futuras generaciones y queda una huella para el futuro”, destacó con gestos de satisfacción el biólogo.

El valor del Conicet

 En este punto, es importante el valor que tiene el Conicet, que ofrece becas, para que los investigadores y estudiantes puedan dedicarse, en el caso de los doctorados, cinco años a una investigación sin tener la necesidad de contar con otra fuente de ingresos. De lo que sí suelen carecer son los recursos para adquirir los equipos para las investigaciones a campo o en laboratorio.

En ese aspecto cobra interés los fondos destinados a la conservación  que cuentan los países en el extranjero.

“Es importante poder acceder a fondos en el extranjero, donde interesa mucho toda esta biodiversidad que hay acá, tienen fondos y aplican para estos proyectos. Combinando esas dos cosas, las becas para poder vivir y los recursos en el extranjero para poder hacer las investigaciones, se llega a un nivel de ciencia bastante buena en Misiones. Hay muchas publicaciones de alto nivel internacionalmente y, en comparación a otros países sudamericanos, Argentina tiene muy buena reputación”, señaló Martjan.

En lo que referido al trabajo de investigación, la información obtenida por medio de los radiotransmisores colocados en la pluma de la cola de los ejemplares se usó para monitorearlos durante un período de cuatro o cinco meses para estudiar cómo viven en el monte, qué utilizan para su forrajeo, sus huecos de pernocte (nidos), el territorio, cómo dividen ese territorio los machos y hembras de una pareja. El estudio se realizó desde 2013 hasta 2019 en áreas de la Reserva de Biósfera Yabotí, Parque Cruce Caballero y lotes adyacentes de Arauco. Estos últimos sirvieron para realizar comparaciones entre monte explotado y bosques con mayor conservación.

Durante la investigación lograron capturar a 18 ejemplares de carpintero cara canela, un número quizás bajo, pero que a su permitió conclusiones relacionadas al manejo de los bosques a fin de preservar tan magnifica especie.

“Ahora sabemos cómo hay que manejar los bosques para que sea más favorable a la sobrevivencia del cara canela y que tengan buenos números de poblaciones”.

Otra de las cuestiones importantes son los lugares de la provincia donde se deben aplicar medidas de protección, restauración o ajustes en el manejo de los montes nativos.

Datos

Uno de los datos sorprendentes que arrojó la minuciosa investigación se relaciona con el ADN  que agrupa a cada especie: “Antes se pensaba que el carpintero grande era del genero Campephilus, y que el  cara canela y el garganta estrellada pertenecía al género Dryocopus; en realidad descubrimos que el cara canela pertenece al género Celeus y el garganta estrellada al Dryocopus, que generalmente son amarillos y marrones, pero en este caso creemos que la evolución llevó a que se parezcan exactamente a los otros dos, esa fue la primera sorpresa”, explico Lammertink.

Desde 2021 junto a la becaria Daniela Zaffignani de Universidad de La Plata lleva adelante un conteo en toda la provincia y parte de Corrientes para conocer el número de ejemplares. El estudio dura cuatro años, resta monitorear el próximo.

“Durante las once semanas, que van desde el 1 julio al 15 septiembre, período en el que la especie forma pareja, por lo que es cuando grita más fuerte, en ese tiempo cada semana cuatro mañana vamos a puntos distintos de la provincia los escuchamos a primera luz y también colocamos grabadores autónomos, que graba a esa hora durante una hora y media los sonidos del ambiente”, detalló Margan sobre el estudio en el que se encuentra trabajando actualmente.

Para el 24 agosto de 2024 están organizando un Congreso Internacional para Investigadores de Pájaro Carpintero, que se hace cada cinco años en distintos países europeos, por lo que hacerlo en Iguazú, y por primera vez fuera de Europa, genera enorme expectativa en el sector y representa un gran logro. 

 

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