Opinión

Relato de vida en primera persona

domingo 03 de abril de 2022 | 6:05hs.

Por Lely Brito Directora de Comunicación municipal de Posadas

La ciudad de Posadas tuvo dos grandes avances: primero el de ponernos en agenda, visualizarnos y pensar en nuestras necesidades; y en segundo lugar, en activar modificaciones estructurales para que podamos “usar” la ciudad como cualquier otra persona.

Durante años, las personas con discapacidad eran “escondidas” en las casas o confinadas a un espacio muy reducido, sin actividad social. De a poco, fuimos demostrando que podíamos trabajar, formar una familia, hacer deportes, tener momentos de recreación, como todos, si se rompían las barreras edilicias y de prejuicios. Normalizamos la discapacidad.

Para mí la única diferencia entre una persona que camina y yo, es que necesito de un par de ruedas para trasladarme, y que la sociedad no está pensada para nosotros; por esto, antes las personas con discapacidad estaban recluidas en sus casas.

Hoy ya muchos espacios, instituciones, empresas, comercios, tienen rampas, accesos, baños accesibles, estacionamientos exclusivos; esto hace que podamos trabajar y mantener a nuestras familias, divertirnos, ir a una biblioteca, salir a cenar, hacer deportes, viajar, etc.

Actualmente, yo puedo ir tranquila con Genaro Leonello, mi hijo, al Balneario Costa Sur o a El Brete y sé que puedo disfrutar porque tiene accesos al río, rampas, baños, y no necesito de nadie que me esté ayudando. Pude disfrutar del Festival del Litoral porque el Anfiteatro estaba completamente adaptado con rampas, baño, un espacio exclusivo para ubicarnos. Lo llevo a que ande en bici en la Cascada porque puedo estacionar en el frente, subir a la vereda por la rampa y hay baños. Se remodelaron muchas plazas, ahora uno puede transitar por ellas sin mayores obstáculos; e incluso ahora hay plazas inclusivas, con juegos en los que un niño en silla de ruedas pueda subir y divertirse. Hay un cambio social importante en el que las minorías están siendo puestas en valor, de a poco dejamos de ser bichos raros para ser iguales, en nuestro caso con una u otra dificultad, pero iguales en derechos. Yo creo que mucho de este cambio tiene que ver con un trabajo de las personas con discapacidad en demostrar que pueden hacer las cosas y vivir como cualquier otra persona. No soy partidaria de la victimización, jamás me sentí víctima de nada, pero sí constantemente busqué normalizar la diferencia y construir desde ese lugar. Una vez aprendido esto, la sociedad avanza, evoluciona.

Pero, todavía queda mucho por hacer, tanto en infraestructura como en hábitos. Hay que mejorar las rampas actuales; aumentar la cantidad de estacionamientos exclusivos; los comercios deberían actualizarse también: agregar baños, rampas, por ejemplo las tiendas de ropa incluir probadores más amplios, eliminar escalones de ingreso al local. Hay mucho por hacer en infraestructura. Y por otro lado, por más rampas que hagan, si la gente estaciona y las tapa, no sirve de nada, retrocedemos como sociedad. Si los baños para personas con discapacidad son usados como depósitos, no sirven. Si un acceso al río la gente lo usa para poner silletas, mesas, mantas, retrocedemos como sociedad. Porque no estamos logrando entender que hay otra persona que necesita de esa rampa, de ese baño, de ese acceso o estacionamiento. Confío en que sea un cambio de hábitos rápido y sin retorno.

 

Lely Brito

Licenciada en Comunicación

“Tengo una discapacidad motriz desde los 10 años. Me operaron de un tumor en la columna, me dieron quimioterapia. Puedo caminar con bastones si entreno, pero uso silla de ruedas en mi vida diaria. Soy licenciada en Comunicación social, soy Directora de Comunicación en la Municipalidad de Posadas y trabajo para otros organismos y empresas privadas.

Soy mamá sola, tengo un hijo de 8 años que se llama Genaro Leonello. Vivimos solos.

Manejo, estoy aprendiendo a bailar folclore y tengo una vida muy activa”.

 

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