Opinión
Misiones: democracia y concordia
Por Carlos Eduardo Rovira Presidente de la Cámara de Diputados de Misiones y exgobernador de Misiones entre 1999 y 2003
A 40 años ininterrumpidos de democracia, me permito rememorar y compartir esta reflexión sobre todo lo construido y los desafíos venideros en esta provincia joven y pujante.
En mi transitar por los pasillos de la Facultad de Ingeniería, mi querida casa de estudios de la Unam, anhelaba junto a otros jóvenes poder decidir nuestro propio destino, soñando con una patria solidaria, pluralista, buscando la causa común entre, en ese entonces, peronistas y radicales pensando en la toma de decisiones en función del bien común y el bienestar general de nuestro pueblo.
Recuerdo con estima a aquellos actores políticos y sociales que brindaron sus importantes aportes para fortalecer ese proceso.
Cuando me tocó asumir la intendencia de la ciudad de Posadas trasladé a la gestión pública los valores democráticos y cívicos, soy un defensor a ultranza y sobre todo respetuoso de la decisión del soberano.
Por designio del pueblo, tuve el honor de gobernar por dos períodos la provincia más joven del país, con todo lo que eso significa. Sostengo firmemente hasta el día de hoy que, para desarrollar el modelo exitoso, inclusivo y de permanente cambio para las nuevas generaciones, que comenzamos a gestar en 2003, es indispensable la solidez democrática sobre todo para el presente y futuro de los jóvenes.
En Misiones no hay grieta, lo afirmo con un profundo sentimiento de orgullo, somos una provincia de concordia que supo sentar los cimientos de una ciudadanía participativa, constructiva, de consensos y respeto. Hemos demostrado nítidamente que la política que construye y da resultado es la que sabe acordar, la del consenso y la empatía. Hoy Misiones luce como un faro que alumbra al país y demuestra que es posible una sociedad en donde la unidad en la diversidad es el capital supremo producto de la paz social. Asumimos nuestra parte de responsabilidad en los asuntos que afectan a todos, los asuntos públicos, mediante la participación y el ejercicio del poder ciudadano. El mandato popular siempre será nuestro norte y nos obliga a encausarlo hacia un objetivo noble y cada vez más elevado.
A cuarenta años de democracia celebro los logros sin olvidar lo pendiente y mucho menos los desafíos venideros.
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