Incentivó a un abordaje integral de las patologías para poder sanarlas

Somos lo que comemos, pero también todo lo que tragamos

María Teresa Calabrese es psicóloga y médica especialista en psiquiatría y endocrinología. Relató la estrecha relación entre la alimentación y las emociones
domingo 02 de julio de 2023 | 6:05hs.
Somos lo que comemos, pero también todo lo que tragamos
Somos lo que comemos, pero también todo lo que tragamos

La primera conclusión después de la entrevista a María Teresa Calabrese es que la alimentación es mucho más que ir al supermercado a comprar una provista para preparar la comida de todos los días. 

“La alimentación depende de un conjunto de variables económicas, culturales y sociales que determinan si comemos esto o aquello. La billetera, el tiempo que tenemos para hacerlo, el lugar donde vivimos, nuestra historia personal, las publicidades, las emociones y muchos factores más se conjugan al momento de analizar lo que comemos”, explicó.

Calabrese es médica especializada en psiquiatría, endocrinología y además es psicóloga miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y autora de libros que abordan cuestiones relacionados con trastornos de la alimentación.

¿El origen de las enfermedades siempre está relacionado con la alimentación?

Las enfermedades son policausales. Esto significa que para entender el origen de cualquier patología no nos podemos quedar en una sola causa. La alimentación entendida como la acción que hacemos para ingerir los nutrientes que necesitamos para vivir es obviamente una actividad vital ineludible y, por lo tanto, tiene una influencia central en las enfermedades que podemos contraer. Pero el diagnóstico de un trastorno de la alimentación, como puede ser la bulimia o la anorexia, no tiene una única causa ligada a lo que esa persona come o no come, sino que también hay otros factores que lo determinan. Por eso para tratar las enfermedades es necesario un abordaje que tome todas las aristas que tiene esa patología para llegar a su origen y poder sanarla.

¿Entonces ya no alcanza con ir sólo a un médico especialista?

Cada médico especialista se ocupa de mirar el caso por el agujerito de su especialidad y sucede que muchas veces no hay una mirada integral del paciente. Ya no corren esas premisas de vaya al psicólogo porque esto es emocional, o al nutricionista porque necesita una dieta. Esas recomendaciones reduccionistas ya no se deberían aplicar. Porque cualquier enfermedad es la manifestación de un sistema complejo como es el que nos identifica como seres humanos viviendo en una comunidad determinada en un tiempo específico. Y, por lo tanto, ese nivel de complejidad requiere también un diagnóstico y un tratamiento multidisciplinario.

María Teresa Calabrese.

Ya no se piensa más, como en el siglo pasado, que había una causa y un efecto que era la enfermedad. Y que esas causas podrían ser genéticas o adquiridas, emocionales o biológicas. La mirada actual integra todos esos espacios y no es excluyente de ninguno de ellos. Por eso hablamos de equipos interdisciplinarios para el abordaje de enfermedades. Porque no nos podemos quedar en una mirada reduccionista. Tratar, por ejemplo, una gastritis solamente con la mirada de un gastroenterólogo o una persona con obesidad solamente con un nutricionista. Porque las enfermedades, así como las personas, son sistemas más complejos que requieren diagnósticos y tratamientos integrales. Los profesionales de la salud tenemos que trabajar en equipo. Un médico en soledad es poco probable que llegue a un diagnóstico preciso si no incorpora la mirada de otras disciplinas que le puedan sumar información. 

¿La alimentación está relacionada con las emociones?

Nuestra primera experiencia de satisfacción es la alimentación, ya sea por amamantamiento o con mamadera. Esa leche que viene a calmar esa insatisfacción física que provoca el hambre. Y sobre ese primer modelo  se asentarán luego a medida que ese bebé vaya creciendo las otras experiencias de satisfacción.

Y al hablar de alimentación no me refiero sólo al hecho físico de la ingesta sino a la conexión emocional de ese bebé con su madre o con la persona que lo cuide en sus primeros años de vida. Todo ese cúmulo de información quedará registrada para la persona. Si tuvo una mamá cariñosa o no. Si esa primera alimentación fue placentera o no. Por ese motivo la alimentación desde que venimos a este mundo está íntimamente relacionada con nuestro estado emocional.

¿La alimentación es mucho más de lo que tragamos cuando comemos?

Todo lo que pasa alrededor de la actividad de comer también se traga con la comida. Es una actividad cargada de ingredientes emocionales.  Si estamos en un ambiente de nervios o de mucho estrés, seguramente también vamos a tragar eso. La comida tiene mucho que ver con el afecto, con el cuidado, con cómo es el ambiente donde se da la comida.

Por ejemplo en un hogar, si la familia se reúne alrededor de una mesa o cada uno come en su habitación o en soledad, si siempre hay peleas o discusiones al momento de sentarnos a la mesa. Esto que hoy en día es tan común de ver una mesa con gente comiendo y cada uno mirando su celular. Ahí por más que todos estén en la mesa cada uno está más conectado a su celular que a la persona que tiene al lado o incluso a lo que se está llevando a la boca. Por eso la comida puede unir o separar a la gente. Puede dar afecto o también rechazo. Todo depende del clima que se genere al momento de la alimentación.

Tampoco se espera que ese momento sea todo una estabilidad, pura armonía casi idílica porque eso tampoco es real. Pero haciendo esa aclaración es importante destacar que el momento de ingesta de alimentos debiera ser también de afecto cómo fue esa conexión afectiva entre el bebé y su mamá. La comida familiar o social  debería servir para afianzar vínculos. Y tener en cuenta que en las comidas y en la alimentación se transmite mucho más que lo que ingerimos.

¿Una responsabilidad mayor para madres y padres al momento de planificar y ejecutar la alimentación de esa familia?

Cuando se habla de alimentación saludable se resalta la importancia de una dieta variada y equilibrada que le aporte al organismo todos los nutrientes que necesita para su funcionamiento. Y en este punto se pone el acento en la comida casera, en evitar los alimentos ultraprocesados, en sumar más frutas y verduras, en disminuir los azúcares. Una serie de recomendaciones que recaen sobre los adultos responsables de armar la mesa familiar, que en general son las mujeres. Mujeres madres que además trabajan, cumplen horarios y hacen lo que tienen a su alcance para dar lo mejor a su grupo familiar. Por eso también es fundamental entender que cada individuo hace lo que puede y que cada familia se alimenta con lo que está a su alcance.

Si queremos pensar en mejorar la alimentación para  prevenir enfermedades hay que apelar a un cambio social profundo. No se puede poner toda la carga sobre la familia y sobre las mujeres que son las que además llevan esa casa adelante. Hay que promover políticas públicas que ayuden desde la educación a entender la importancia de una dieta equilibrada, no sólo desde los ingredientes físicos sino también desde los emocionales.

Ahora es común escuchar que el estrés es el chivo expiatorio de todos los males. ¿Aplica también para la alimentación?

Hay una tendencia que pasa por achacarle al estrés todos los males de nuestra salud. Y la verdad es que no existe vida sin estrés. El estrés forma parte de la condición humana mecanismo de defensa ante el medio que nos rodea. Por ejemplo, en una situación de examen, ante una entrevista laboral, frente a un conflicto familiar, en una discusión de pareja. Son momentos en que naturalmente sube nuestro nivel de estrés y es normal que esto suceda.

Lo que nos enferma es cuando ese nivel de estrés se mantiene en el tiempo. Cuando no relajamos. Cuando vivimos estresados. Eso puede enfermarnos, pero nunca vamos a lograr una vida libre de estrés. Porque eso no existe y tratar de decir que todas las enfermedades son producto del estrés es otra forma de reducir o simplificar un diagnóstico. 

 

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