Cuando la imagen del espejo no gusta y angustia
La presión por un cuerpo hegemónico que deriva en trastornos alimentarios
La bulimia y la anorexia son enemigos silenciosos que enferman y ponen en riesgo la vida de adolescentes

¿Qué pasa si no como un día o dos? ¿Qué pasa si sólo tomo agua en el día o como chicle? Son algunas de las preguntas que hicieron anónimamente adolescentes misioneros en el marco de charlas sobre alimentación saludable que lleva adelante el Colegio de Nutricionistas de la provincia en las instituciones educativas.
Los interrogantes son serios y despiertan una alarma. Es que dejar de comer puede conducir a un camino de difícil retorno: al trastorno de la conducta alimentaria (TCA). La bulimia y la anorexia son trastornos alimentarios y psicológicos que devienen de numerosos factores pero que coinciden en el ahínco de perder peso de una manera poco saludable en la búsqueda del cuerpo “ideal”. Prácticas que llegan a desencadenar en cuadros graves e inclusive a la muerte.
En un relevamiento llevado adelante en 2021 por el Ministerio de Prevención de Adicciones y Control de Drogas en el que participaron 1.357 madres, padres y/o referentes afectivos de niños, niñas y adolescentes (NNyA) de todo Misiones, se evidenció que el 36% de los menores tenía preocupación excesiva por su peso y figura, el 26% se daba atracones reiterados, el 16% se imponía restricciones alimentarias. En tanto, el 9% tenía prácticas reiteradas de control de peso y el 13% había notificado que veía una combinación de las anteriores mencionadas.
El miedo a comer
“Ambos son trastornos de la conducta alimentaria, pero existe una diferencia muy clara en el patrón de ingesta de alimentos. Cuando una persona está transitando por una situación de anorexia lo más probable es que no coma, que empiece a dejar de cenar o a dejar las harinas, hasta llegar al punto en el que le tiene tal miedo a la comida que no come”, comenzó explicando a El Territorio Florencia Córdoba, presidenta del Colegio de Nutricionistas de la tierra colorada.
En esa misma línea, agregó: “La persona bulímica tiene períodos en los que come poquito y en períodos en que nadie lo ve come mucho, se da un atracón de toda la cantidad de comida que te imagines y luego la vomita”.
La adolescencia es una de las etapas más vulnerables frente a estas situaciones. Es un tramo de la vida atravesado por las presiones sociales, por la búsqueda de los cuerpos hegemónicos que se reproducen en las redes sociales, el bullying y los mismos antecedentes familiares de sobrepeso y obesidad que no se quieren seguir.
“Los talles de ropa también juegan un rol muy importante porque a nadie le gusta ir a un local y tener que probarse un montón de jeans hasta llegar al que le queda. Hoy en día los talles de ropa son cada vez más chicos”, acotó la profesional.
“También lo que le dicen en la casa. Se dan mucho en adolescentes estas cuestiones porque por más que los padres o madres no les digan nada a ellos, si una madre se critica a sí misma su propio cuerpo, el niño o la niña recibe ese mensaje como verdadero y cree que es así”, sumó.
Es una combinación de factores propios de la persona, sostuvo Córdoba, pero que se terminan desencadenando y potenciándose con estas situaciones sociales.
Sobre las preguntas anónimas mencionadas al principio de esta nota que realizan los adolescentes en las charlas que da en las escuelas, la nutricionista indicó que no tiene diferenciación entre privadas y públicas o entre las céntricas y las más alejadas, por lo que no se podría inferir que no están relacionadas con la situación económica de las familias.
En ese contexto sumó: “La etapa escolar está atravesada por la presión social, la Estudiantina y las recepciones. En esto último las chicas más grandes se animan a hablar -o sus propios familiares- que para que les entre el vestido se someten a una alimentación que consiste en un determinado alimento, líquido, de bajas calorías. No se dan cuenta y empiezan a entrar a un círculo de trastorno de la conducta alimentaria”.
Cuerpos sanos y diversos
Por ello, aclaró que las charlas a los chicos y chicas ponen el foco en la alimentación saludable y en la diversidad corporal. “Creo que esa es la parte que falta y la que hay que entender. Entender que somos diversos y eso está bien, está bien ser un poco más alto, ser un poco más bajo, está bien tener un cuerpo de mayor tamaño. Así como existe el bullying hacia los cuerpos gordos, también existe hacia los cuerpos muy flacos”.
“Hay que entender que somos diversos y que la salud no es el peso de uno, sino que la salud está medida por lo interno que se puede ver a través de un laboratorio”, remarcó.
Córdoba subrayó la salud social, esto es, poder juntarse con amigos, con la familia, disfrutar de los momentos y la comida. “Justamente cuando uno quiere dejar de comer para bajar de peso deja de asistir a reuniones sociales o a cumpleaños para no comer”, advirtió.
“La salud mental también es muy importante porque no tiene ningún sentido estar en ese peso meta, no hablo de un peso de buena calidad de vida, sino peso meta que a veces uno se pone, pero todo el tiempo está pensando en esquivar comida, en contar calorías o pesarse al siguiente”, lamentó.
Señales a tener en cuenta
La nutricionista Florencia Córdoba dio una serie de señales de alerta para que padres, madre o tutores puedan advertir que sus hijos o hijas están atravesando por algún trastorno de la conducta alimentaria. En primer lugar, sostuvo que “se puede prestar atención a si de repente nuestro hijo quiera pasarse a una alimentación vegetariana y que ese paso no tenga que ver con la cuestión filosófica para cuidar a los animales sino con la cuestión estética”.
Agregó a la lista si dejan de cenar o a realizar intensa actividad física para compensar lo que comieron. “Estar atentos a si come y va al baño, qué está pasando en el baño. Claro que uno no puede entrar, pero sí prestar atención a si tarda o no, si la conducta es frecuente. Si tiene las manos lastimadas es otro indicio”, remarcó.
Otro punto, añadió la profesional, es saber qué cosas consumen en las redes sociales. “TikTok tiene, lastimosamente, todos los consejos para terminar con un trastorno de la conducta alimentaria, no sólo porque te muestran el tipo de cuerpo que hay que tener en la ‘sociedad’, sino porque te enseñan cómo no tener hambre y eso lo vi. Esa es una fuente de mala enseñanza hoy en día”, ejemplificó.
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