Historia en la cosecha de maíz
Preservar las herramientas como símbolo de progreso
San Pedro es un municipio que se fundó de manos de familias agricultoras de muy escasos recursos económicos, que llegaron y a tracción de sangre comenzaron a labrar la tierra. Durante muchas décadas el trabajo en las chacras fue manual, y muy de a poco con la llegada de nuevos pobladores comenzaron a surgir algunas primeras herramientas un tanto más sofisticadas pero lejos de las opciones de hoy día.
En la zona rural de San Pedro, son pocas las máquinas antiguas que se pueden encontrar, entre ellas se pueden mencionar algún primer modelo de tractor, algún que otro trapiche para moler caña de azúcar, o la herramienta representativa en el cultivo de maíz: la trilladora manual, objeto que lo guarda como una reliquia la familia Frey en colonia Santa Rita.
A medida que fueron pasando los años, se tornó tendencia la diversificación en las chacras, y es donde podemos encontrar la reliquia que representa un antes y un después en el rendimiento de la producción por hectárea y eficiencia en las tareas en el cultivo de maíz, alimento hace poco más de una década está siendo impulsado en la localidad.
En la chacra de la familia Frey en colonia Santa Rita, guardan como la “gallina de los huevos de oro” una trilladora de maíz, de 1991. Construida con hierro y chapa, la trilladora o “batedera” era puesta en marcha con la ayuda de un tractor.
“Trabaja conectada en la toma de fuerza del tractor, se nota que le pintaron y taparon la marca pero lo que sí se ve es una inscripción que data el año 1991. Nosotros la adquirimos hace unos 10 años y ya quisieron comprarnos pero no está a la venta, para nosotros es una reliquia y cuando la vemos, vemos el progreso que logramos con su ayuda”, indicó Hugo Frey (43) junto a Rosimery Hengen (41); ambos conforman una pareja de productores de maíz.
De acuerdo a lo que contaron, la trilladora fue adquirida en Brasil y costó 2.700 pesos. “En esa época era un montón de plata, nosotros quebrábamos el maíz y lo cariábamos en un gran montón, había un señor que trillaba para nosotros. Eran dos, tres días seguidos de trillada. Cuando pudimos comprar nuestra máquina, todo cambió; juntábamos una cantidad de maíz y la trillábamos cuando se podía, no teníamos más que pagar para trillar, por lo que esa plata nos empezó a quedar. Nosotros todavía la usamos de vez en cuando, verla es volver en el tiempo y ver nuestras conquistas”, señaló Hengen.
Se cree que sería una de las únicas herramientas de estas características en la zona, que logra trillar en pocas horas lo que antes les costaba más de una semana.
Informe de domingo
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