Fueron robadas en 2007

Tres joyas del Yaparí, sin paradero certero

La Navidad del 2007 prometía acercar al público una serie de obras por años guardadas. El trágico desenlace dejó al pueblo sin poder ver arte por 12 años
domingo 21 de abril de 2024 | 6:05hs.

“Los pesquisas de Criminalística pudieron establecer que el ladrón entró con las llaves de la pinacoteca en su mano, ya que las cerraduras no fueron forzadas”, cuenta la nota publicada por El Territorio el 14 de diciembre de 2007, dos días después del robo de tres importantes obras al Museo Provincial de Bellas Artes Juan Yaparí.

Los cuadros estaban separados para una pronta exposición que habilitara a la sociedad en general el acceso a esas obras resguardadas de la pinacoteca. Los lienzos fueron cortados del marco con una trinchera que estaba en el lugar.

Bodegón, de Bernardo Mané; Carnaval en Posadas, de Areu Crespo (60 x 80 centímetros, 1944); y Cabeza de viejo, de Antonio Berni (64 x 48 centímetros, 1957) nunca fueron encontraron.

El golpe que generó conmoción en una siempre apacible Misiones, dejó en evidencia las falencias no sólo en seguridad edilicia del Museo Provincial, sino también en organización y registro.

Aunque el hecho de que cualquiera de los trabajadores del lugar en ese momento tenía acceso a la pinacoteca, el robo fue en medio de un fin de semana largo y todas las llaves que daban acceso a las distintas partes del museo, se guardaban en un mismo panel, accesible.

“Las llaves son entregadas por el guardia al personal que llega a cumplir sus funciones. Y cada entrega queda asentada en el libro de guardia. El policía no está autorizado para revisar bolsos del personal y no trascendió si hace ese trabajo con visitantes a las exposiciones”, relataba entonces El Territorio.

Además, al tratarse de un edificio antiguo, que también tiene otras falencias respecto del resguardo de arte pictórico por ejemplo, relacionadas a las condiciones de humedad y deterioro, en el momento del robo también se dio cuenta de la fragilidad de las cerraduras y medidas de seguridad con las que contaba el espacio.

El correspondiente inventario y registro era otra deuda.

Al asumir Marisil Ceccarini como directora de Cultura días antes del robo, pidió que le entregaran un listado de todas las obras de arte existentes en el museo, pero al momento del robo no habían constatado aún si estaban todas las catalogadas.

La pérdida para la sociedad misionera fue mucho más que esas tres piezas. Desde el robo, la pinacoteca del Yaparí permaneció cerrada y sus obras guardadas en un depósito.

Años después, en 2019, Zulma Pittau, directora del museo y especialista en patrimonio, restableció el acceso al público al patrimonio artístico-cultural del museo, tras emprender una ardua labor de restauración en los cuadros que habían quedado casi abandonados a su suerte.

“El Yaparí tiene un registro propio de 300 obras de arte, las cuales permanecieron vedadas a cualquier observación por más de diez años. Encerrados: pinturas, dibujos, grabados, esculturas sufrieron la acción del paso del tiempo, la humedad, los cambios de temperatura, los ácaros, entre otros agentes que resultaron dañinos”, reflejamos en este matutino previo la apertura de mayo de 2019.

Pittau contó entonces que también se buscaba editar un inventario real completo y proveer un registro oficial acorde de todas las obras que el museo contiene. En este sentido, la exposición abierta colaboró a recabar datos de algunas obras y autores que se desconocían.

Las obras robadas
Tras el robo de 2007, fueron notificadas todas las fuerzas de seguridad del país y también de los vecinos de Paraguay y Brasil, en caso de que los lienzos, que son tan fáciles de esconder y transportar, sean llevados por pasos fronterizos pero nunca ningún indicio encendió una alerta real.

Al momento del hurto, la obra de Crespo estaba valuada en 800 mil dólares y la de Berni en 1 millón y medio. Sobre la obra de Mané no trascendió el valor. El crimen de guante no sólo quedó impune sino sin siquiera acercar hipótesis o sospechosos, de ahí que en el mito popular se crea cuelga en el living de algún egoísta poderoso de turno.

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