Una transformación socioambiental

Cada vez pisa más fuerte la consigna de cuidar el medioambiente a partir de pequeños cambios cotidianos que hacen la diferencia, pero que deben ser ejecutados de manera colectiva. Misiones está plagada de propuestas que contribuyen a este beneficio
domingo 09 de mayo de 2021 | 6:05hs.
Una transformación socioambiental
Una transformación socioambiental

El mundo está cambiando. La consigna de cuidar el planeta en pos de un beneficio colectivo se volvió el nuevo paradigma del siglo y este impulso se impone cada vez con más fuerza, sobre todo entre los jóvenes.

Entender al medioambiente como una totalidad de espacios biológicos que coexisten junto con los seres vivos que los habitan es la premisa para cambiar de hábitos. La destrucción que el mismo ser humano causó a lo largo de la historia no tiene vuelta atrás, pero puede detenerse a tiempo, antes de que los recursos naturales comiencen a desaparecer.

Aunque la naturaleza podría continuar sin la raza humana, posiblemente no sería posible al revés. Es por eso que hoy la sociedad se encamina hacia modelos de desarrollo sustentable en términos ecológicos y que contribuyan a disminuir la contaminación, al tiempo que mejoren la calidad de vida y la alimentación de las personas.

Las propuestas que contribuyen a este cambio de paradigma son infinitas y están a la vuelta de la esquina. Misiones, Capital Nacional de la Biodiversidad, está plagada de proyectos individuales y colectivos que suman al cuidado ambiental y del propio cuerpo.

El Territorio dialogó al respecto con el antropólogo Cristian Krieger, quien brindó una mirada integral sobre el tema, aunque particularmente su aporte a la causa esté enfocado en la alimentación.

“Las nuevas conductas ante la naturaleza también requieren una visión crítica y una acción colectiva con respecto al sistema económico general. Es cierto que si generás mucha basura hacés un daño al medioambiente y está bueno cambiarlo, pero quienes más contaminan y producen residuos no son los individuos, sino las industrias, las empresas, los que deforestan, los que aplican agrotóxicos”, aseguró.

En este sentido, expresó que si bien una cosa no quita a la otra, “cuanto más colectiva es la acción, más impacto va a tener”.

Krieger se refirió además al problema del packaging, es decir, los envoltorios en los que vienen envasados ciertos alimentos, como las papas fritas. “Estamos comprando cada vez más plástico y bolsas de aluminio y menos alimento. Por eso se está hablando mucho de esta cuestión de reciclar los residuos, pero lo que es más difícil de plantear es cómo hacemos para producir menos basura. En la ciudad se genera un kilo de basura diario por habitante, cuando uno come con mucha suerte un kilo de comida por día”, reflexionó.

En cuanto a la alimentación, consideró que si bien el cambio de conductas es válido y hay que propiciarlo, actualmente sólo es posible dentro de un sector social que comprende a la clase media y alta, dados los altos costos que implica.

“Los sectores populares no están en condiciones de hacer esos cambios aunque tengan la información”, consideró.

Por eso, afirmó que estas nuevas prácticas deben ser pensadas desde tres ejes: el individuo, la organización colectiva de la sociedad civil y el Estado. “Hay que tener claro que el capitalismo funciona en términos de maximizar la ganancia y para eso tiene que generar consumo. Por eso es importante participar en espacios colectivos, hay iniciativas muy lindas en la provincia”, dijo.

Quienes más se acercan a estas ideas actualmente son los jóvenes, con el objetivo claro de generar cambios estructurales que se verán reflejados en generaciones posteriores. Una de ellas es Alana Zarza, una joven de 27 años que hace tiempo decidió vivir en consonancia con el cuidado ambiental y de su propio cuerpo.

“Todo está hecho para que puedas satisfacer esa adicción a lo inmediato que nos llevó a tener esta sociedad tan de consumo que habitamos. Entonces empecé a darme cuenta de dónde venía la ropa que adquiría, como repercutía mi posición como consumidora, como compradora, cuánto impacto tenía que me compre lo último que estaba de moda, cómo importaba tanto que compre un simple paquete de algo en el súper”, comenzó diciendo.

“Todo este cambio no es una moda, no solo ayudás al medioambiente, al planeta, a los animales, te ayudás un montón a vos mismo. Es todo muy siniestro. La gente acepta todo sin reflexionar el porqué. Hay una gran gran mentira detrás de toda la industria alimenticia o la cosmética, por ejemplo. Cambiar mi alimentación me hizo estar sumamente equilibrada en todo, mental, emocional y físicamente. Hay tantas cosas que se pueden hacer para ayudar que podes elegir con cuáles aportar. El tiempo se acaba y es posible transformarse”, sentenció.

En las siguientes páginas, El Territorio intentará demostrar algunas de las alternativas para contribuir a este cambio: desde la implementación de medios de transporte ecológicos hasta la transformación de ciertos productos a través del reciclado, la conciencia femenina sobre el uso de toallitas y la incorporación de las copas menstruales, la alimentación consciente y los productos de belleza que no involucran crueldad animal ni contaminan el medioambiente. 

 

Informe de domingo

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