Comenzó siendo caddie en el Tacurú Social Club

Cuando el golf resulta ser el antídoto perfecto

Rubén Fabricio reparte carne arriba de un camión y utiliza al deporte como cable a tierra. A sus 58 años la vigencia está intacta para este misionero de mil batallas
domingo 11 de junio de 2023 | 6:05hs.
Cuando el golf resulta ser el antídoto perfecto
Cuando el golf resulta ser el antídoto perfecto

Rubén Fabricio planta la bandera del sacrificio en cada estación de su rutina. Desde que se levanta a las 4 de la mañana para trabajar en un abasto-carnicería hasta que cierra su recorrido por las calles del Tacurú Social Club.

Con 58 años, el padre de Mahira, Nahuel y Francisco puede decir que le ganó las batallas más complicadas que le presentó la vida. Y lo hizo con su traje blanco y un arma de culto: el golf.

“A los 13 años fui caddie en el Tacurú, que es un trabajo digno pero no es suficiente para vivir”, inició la charla con El Territorio.

“Por una cuestión de necesidad empecé a trabajar en el gremio de la carne. Primero como comprador y después como vendedor en la Cooperativa Virgen de Fátima, lugar en el que trabajo actualmente”.

“Esto me permitió tener una casa propia y vivir un poco mejor, lo suficiente como para practicar golf”, agregó.

El día a día de Rubén ya está más que aceitado en su libreta: “Tengo todo organizado en mi trabajo, que es de lunes a sábados. Mi horario de entrada es a las 5 de la mañana y por eso me levanto a las 4, mientras que el horario de salida es más flexible”.

“Al golf lo practico los lunes, miércoles y jueves o sábados… voy a jugar tres veces a la semana en el Tacurú. Antes era todos los días, pero con la edad eso fue cambiando y ahora hay que regular”, reconoció con picardía.

Punto de inflexión
Ahora bien, hay una historia detrás de la elección por el deporte del palo y la pelotita. Y a Fabricio la nostalgia lo invade cuando de esos recuerdos se trata: “Empecé a jugarlo desde chiquito; es un deporte que te educa porque aprendés normas y reglas que no veo en otros”.

“Practicarlo es recomendable para los chicos porque es sano, instructivo y enriquecedor a nivel espiritual y mental. Sin dudas es un cable a tierra”.

“Hubo un tiempo que lo dejé de lado. A los 40 años me independicé e hice un negocio del que me fue mal. En medio del bajón fue un amigo el que me invitó a jugar y desde ese momento no lo solté más… el golf me sacó de un principio de depresión, hasta tenía problemas estomacales de los que me liberé”, reconoció.

Por supuesto que también hubo tiempo para las anécdotas, que son varias, aunque Rubén prefirió destacar al tiempo como enemigo: “En muchos torneos tuve que salir corriendo de mi trabajo para llegar a tiempo”.

“Una vez quise jugar la clasificación de una Copa El Territorio, pero cuando estaba en camino me llamó el dueño del abasto para decirme que tenía que entregar 50 cajas de pollos. Me quedé con las ganas de participar”.

“Igualmente tengo muchas copas de otros torneos ganadas, de eso no me quejo”, se resguardó. “No te podés enojar con nadie, sólo con vos mismo. Es un deporte individual y de caballeros”.

Fabricio se levanta con su traje blanco, inmaculado, para abandonar la charla. La rutina lo reconforta y espera seguir hasta que ‘el cuerpo le dé’: “Tengo pensado jugar hasta los 85 años. Ya hablamos con mis amigos de que si alguno queda en silla de ruedas de igual manera lo vamos a llevar a los greens”, presagió entre risas.

Rubén Fabricio Una vez vaciado el camión, lo que espera es el golf. Foto: Natalia Guerrero

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