El suicidio como expresión de dolor social

“Quien está pasando un momento difícil, por el motivo que sea, se aísla”

El psiquiatra y psicoanalista Alberto Álvarez desglosó esta problemática y describió las cuestiones a las que se debe estar atentos para dar intervención a profesionales
domingo 06 de febrero de 2022 | 6:05hs.
“Quien está pasando un momento difícil, por el motivo que sea, se aísla”
“Quien está pasando un momento difícil, por el motivo que sea, se aísla”

La muerte de una persona siempre conmociona porque revela el fin de la vida, aunque sea la única certeza que tenemos al nacer. Cuando ocurre genera experiencias dolorosas, sobre todo en el entorno familiar o afectivo de ese individuo. Y cuando la muerte llega por un suicidio esas emociones trascienden el límite más íntimo y se expande a toda la comunidad.

No importa si se conocía a la víctima de ese suicidio, si vivía en nuestro barrio o en la otra punta del planeta. Lo cierto es que los suicidios conmueven, asustan y duelen porque se trata de poner fin al valor más preciado. Cuando ocurren empiezan a surgir todo tipo de preguntas sobre qué habrá pasado por la cabeza de esa persona para terminar con su existencia, qué hubiese pasado si recibía la ayuda necesaria para no hacerlo y qué tan grave puede ser cualquier problema para tomar esa determinación.

Con estas dudas El Territorio dialogó con el médico psiquiatra y psicoanalista, Alberto Álvarez, que tiene estudios publicados con investigaciones en nuestro país sobre suicidios en adolescentes.

“El suicidio es un asunto de la salud pública que tiene dos dimensiones para ser abordado. Uno desde lo social, que tiene que ver con el sentido de la vida; y el otro desde lo individual, con el análisis de cada caso en particular” explicó el profesional que forma parte de la Asociación Psicoanalítica Argentina (Apa) y de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (Apsa).

Para empezar a abordar la cuestion explicó que el suicidio “es una respuesta patológica que muchas veces esta relacionada con el dolor de la existencia humana. Algunas personas con determinadas estructuras de personalidad pueden sentirse superadas por distintas circunstancias y si no cuentan con la ayuda profesional, familiar y social pueden manifestar esa pulsión de muerte”.

En ese contexto, el doctor Álvarez explicó que es “fundamental que las sociedades estén preparadas con información adecuada para saber detectar esta problemática y poder ayudar a quienes la padecen”.

Muchas veces alrededor de los suicidios se tejen prejuicios que es necesario superar para entender que se trata de una cuestión que merece la atención de las instituciones sanitarias, de las escuelas, de las familias y de todos los círculos sociales donde pueden detectarse personas en riesgo que tienen derecho a ser asistidas.

El año pasado el gobierno nacional reglamentó la Ley de Prevención del Suicidio, que tiene vigencia en todo el país con el objetivo de disminuir la incidencia y prevalencia del suicidio, a través de distintas acciones en materia de prevención, asistencia y posvención de estos casos.

Entre otras cuestiones, la mencionada ley dispone que hay tres intervenciones claves que el estado nacional y las provincias deben impulsar: el fortalecimiento de la atención de esta problemática en los centros de salud, la vigilancia epidemiológica y la creación de una línea telefónica de asistencia que debe funcionar las 24 horas de los 365 días del año.

Cuidar los lazos sociales

El psiquiatra Alberto Alvarez explicó que “una cuestión fundamental para la asistencia de la problemática de los suicidios es mantener unidos los lazos sociales. Porque la persona que está transitando, por ejemplo, una depresión, puede tener cierta tendencia al aislamiento y hay que tratar siempre de evitar que se corten esos puentes que nos mantienen unidos como sociedad”.

El especialista explicó que “en la pandemia aumentaron considerablemente las consultas por casos de angustia y depresión porque sucedió que de un día para otro nuestras rutinas de vida cambiaron. Algunas personas pudieron adaptarse mejor que otras a este cambio repentino”.

Mucha gente perdió sus trabajos. Muchos jóvenes se desvincularon de la escuela. Muchas familias perdieron a un ser querido. Mucha gente sintió más miedo que nunca a la muerte. Son todas situaciones de fuerte carga emocional y no todos tuvieron espacios donde hablar de estas cuestiones o al menos donde sentirse acompañados para transitarlas.

En ese sentido, el psiquiatra puso el acento en el fortalecimiento de los lazos sociales y en la ayuda que todas las personas necesitan en algún momento de la vida. “Quien está transitando un momento difícil por el motivo que sea y se aísla, no quiere hablar con su entorno de lo que le pasa, deja de hacer actividades que le daban placer y estas conductas se sostienen en el tiempo puede estar en riesgo”.

Por eso el profesional dijo que “las familias, los docentes, los amigos, los vecinos y todos deberíamos prestar atención a las personas que nos rodean, que muchas veces pueden estar pasando momentos límites. Hay que estar atento a esas alertas  para darles la ayuda profesional que necesitan”.

Seguidamente dijo que “una alerta muy común es el aislamiento. Hay estadísticas que muestran que en general los suicidios vienen de la mano de personas solitarias. Esto no quiere decir que todas las personas que vivan solas son solitarias. Una persona puede vivir sola y ser super sociable. Y también, por el contrario, hay gente que vive en familia y está aislada del grupo. Por eso es necesario entender bien el concepto de aislamiento cuando es de un perfil patológico, cuando la persona no puede encontrar la fórmula para conectarse con los demás y la tristeza los invade”.

El dolor existencial

Para entender las conductas suicidas es necesario acudir a varias disciplinas científicas. Se trata de una cuestión compleja,  donde intervienen factores personales, culturales, históricos, socioeconómicos, religiosos y ambientales. Cada persona es única en su existencia y por lo tanto no se deben hacer generalizaciones en esta materia.

Sin embargo, el doctor Álvarez echó luz sobre una cuestión que puede ayudar a entender el dolor que transita una persona con riesgo de suicidio.

“Los seres humanos comenzamos el ciclo de la vida cuando nacemos de una manera muy frágil, donde necesitamos del otro (que en general es la madre) para que nos alimente, nos cuide, nos de afecto y todo lo necesario para el crecimiento. A diferencia de otras especies, las personas no nos podemos valer por nosotros mismos hasta muchos años después de esa llegada al mundo”.

“El dolor de la existencia está relacionado con esa condición humana. Puede manifestarse en distintos momentos de la vida y, de acuerdo a la estructura de cada persona, en algunos puede ser una más de las experiencias vitales y en otros una mochila demasiado pesada para cargar, que a veces puede desembocar en distintas patologías”, explicó el psiquiatra.

“Por ejemplo, cuando se presenta alguna enfermedad, se pierde un trabajo, se termina una relación amorosa, se cae algún proyecto que nos entusiasmaba. Esas son todas situaciones de la vida cotidiana que en algún tipo de personalidades pueden religarnos a ese dolor existencial”, explicó el entrevistado.

Según Álvarez “se trata de individuos que ante esas situaciones se deprimen, se empiezan a alejar de las actividades de la vida que antes le daban placer, se aíslan y comienzan a tener una vida cada vez más solitaria. Se arman una especie de caparazón que lo separa del resto de la comunidad, pueden empezar a consumir drogas o alcohol como para aliviar ese dolor”.

En ese sentido, el profesional advirtió la importancia de “estar atento a este tipo de conductas. Todos podemos tener un amigo, un hijo, un compañero de trabajo que puede estar cursando un momento así y acá lo importante es la contención de esa persona y pedir ayuda profesional, para darles la asistencia que necesitan para superar el cuadro. No se deben minimizar nunca las conductas wque simbolizan dolor en las personas”.

Lo social y lo individual

Según explicó el doctor Alberto Álvarez,  hay dos enfoques para analizar los suicidios. “El primero como producto de un fenómeno social, que pasa en las sociedades desde el inicio de las primeras comunidades humanas pero que se fue incrementando. Allí se nota la anosmia social, que es el sentimiento de algunos individuos de no sentirse parte de nada, de no encontrar un rol en su comunidad, de perder la conexión con su entorno social”.

El psiquiatra destacó que “ese sentimiento de no encontrar un lugar en el mundo, de no sentirse reconocido por el otro, es una cuestión que afecta a las personas y tiene causas sociales y familiares”.

Seguidamente dijo que “desde antes de la pandemia de Covid-19 estamos viendo una epidemia de distintos cuadros de depresión. Y hay causas sociales de depresión que tienen que ver con falta de reconocimiento, de no saber para que se vive, de no encontrar el sentido a la vida y de ciertos patrones familiares”.

La otra mirada es desde lo individual, que es el análisis de cada caso en particular. “Desde esta óptica en el psicoanálisis explicamos que hay distintas estructuras de personalidad y en cada uno de esos patrones pueden, por múltiples causas, desarrollarse diversas conductas suicidas”.

 

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