El inmortal en el vestuario de Guaraní
Diego Armando Maradona murió. Lágrimas de amor. De bronca y soledad. Una vida loca desde los 11 años cuando empezó a demostrar sus destrezas con la redonda en los torneos Evita.
Como buen peronista que fue, el elegido por el destino vino a Misiones por segunda y última vez por una causa para los más humildes, para el Pabellón de Niños del Hospital Ramón Madariaga.
La visita de Diego a la ciudad de Posadas fue en mayo de 1992. El estadio Clemente Argentino Fernández de Oliveira repleto en un partido amistoso. Debía ser así porque Diego no tenía club y seguía suspendido por la Fifa por el consumo de drogas.
Nada de eso importó. Fue una revolución. El mundo político sacó pluma al lado del 10. Ramón Puerta, por entonces gobernador, y decenas de funcionarios se metieron en la cancha de Guaraní ese 9 de mayo. Así fué siempre. A Maradona lo usaron, lo gastaron.
Quizás él lo aceptaba por vaya a saber qué motivos. En Posadas, luego del final del partido, Diego Maradona fue el primero en entrar al vestuario de Guaraní.
Sus pasos con los botines en los escalones fueron el aviso de que venía al pasillo. Pasó a mi lado y yo quedé inmóvil. Segundos después estaban cientos de personas en la puerta del vestuario.
La prensa que lo seguía por entonces, el periodista de Canal 9, Enrique Moltoni, también murió en este nefasto 2020 y El Territorio fueron los que tuvieron acceso al Diego que estaba recostado en una camilla y con una remera verde con la leyenda Visite Misiones y tomando agua soda Ivess.
El vestuario quedó chico. Fue terrible. Destacó el encuentro por los pibes pobres y enfermos. Y su salida del estadio fue también una locura. Se fue a Puerto Iguazú, pero también estuvo en la Residencia del Gobernador, en donde hasta el día de hoy permanece un mito: que de golpe desapareció de la mesa, que nadie lo encontraba y que finalmente estaba en el tríangulo de acceso a la Residencia, sobre la ruta 12. Como perdido. Pero nadie lo puede confirmar. Era el comienzo del Maradona inmortal.
Después se sucederían los capítulos de sus recaídas e internaciones. De sus salvaciones y su corazón de hierro.
Ahora investigan qué pasó. Qué le causó el paro cardiorespiratorio. Muchos dicen de tristeza. Y puede ser. Después de todo, es argentino.
El Diego de pantalones largos
Maradona será inmortalizado con la camiseta del seleccionado argentino y de pantalones cortos, pero cuando se puso los largos, inevitablemente, también dejó huella.
Hizo un par de intentos en Mandiyú,de Corrientes y hasta Racing, en 1994 y 1995, respectivamente, para luego alejarse por 13 años, hasta que le llegó la oportunidad de concretar su gran sueño posfutbolista: ser entrenador del seleccionado argentino.
Después de una sufrida eliminatoria llegaría el Mundial y la dolorosa eliminación en cuartos de final de la cita sudafricana con un impactante 4 a 0 ante Alemania. Decidió insistir en destinos futbolisticos exóticos como los Emiratos Árabes Unidos, donde condujo en 2011 a Al Wasl, de la primera división, y en 2017 a Al Fujairah, de segunda.
Al año siguiente insistió en México, en Dorados de Sinaloa. Y ya el año pasado volvió para dirigir a su tercer club en el fútbol argentino: Gimnasia (LP).
Italia 90, un puñal para el 10
La vuelta a la selección, el doping y el sueño trunco
Diego y un idilio eterno con la azul y oro
Con la camiseta de Barcelona, el Diez brilló, pero también sufrió
Nápoles: su segunda casa y la construcción de una leyenda
La gesta más grande de todas: el Mundial 1986
El inmortal en el vestuario de Guaraní
El Diez y la política: "Fui, soy, y seré siempre peronista"
"Diego era Argentina en el mundo", afirmó Fernández
Herrera Ahuad recordó a Maradona en Mandiyú
