Exponentes misioneros

Diversidad y libertad para expresar las nuevas ideas

Trap, reguetón, freestyle se posicionan como las nuevas formas de comunicar los sentimientos más hondos de los jóvenes de hoy. Por qué de la gama de géneros clásicos y modernos, eligen lo urbano
domingo 27 de febrero de 2022 | 6:05hs.
Diversidad y libertad para expresar las nuevas ideas
Diversidad y libertad para expresar las nuevas ideas

Con letras y estética que incomoda, ritmos urbanos como el trap, el freestyle y el reguetón condensan lo mejor de la rebeldía del rock y el rap de otros tiempos, con el glamour y la masividad del pop de los 90.

A pesar de las diferencias técnicas, argumentales, históricas, hoy el sonido que reina es el del género urbano y ya se configura como referente de una época.

De las batallas de gallos en las plazas, de lo que parecía un ‘juego de niños under’, saltó a las más altas esferas de la industria musical. Con las redes, la actualización de herramientas tecnológicas y el libre acceso a ellas, hoy sólo se necesita un poco de creatividad y trabajo para lanzar un single propio. Incluso un video casero se puede grabar, subir, viralizar desde el dormitorio de un adolescente. Por eso, los chicos apoyan estos sones de esperanza que les permiten pensar que todo es posible, que las oportunidades son más igualitarias, sin diferenciación de género o clases sociales y que el mensaje personal puede ser global.

‘‘Por qué me voy a vestir apretada o con ropa toda grande sólo porque es moda...vestite como quieras, hacé lo que quieras, mientras exprese lo que sientas’’, arguye Keila Fontana (18), dando cuenta de lo que busca toda una generación aún un tanto incomprendida.

‘’Ser libre y tratar de no enfocarte lo que piensen los demás. Lo primero es dejar de lado el que dirán y animarse a ser quien uno es. Cada artista debería presentarse tal cual es’’, animó como clave para quienes quieran llegar al escenario.

Dejar los prejuicios no es sólo un anhelo de estos jóvenes sino que viven el arte, sus relaciones sociales y encaran la vida de esa manera. La sociedad de L-gante con Tini, puede parecer oportunista y marketinera, por ejemplo, pero es algo cotidiano en los anfiteatros del barrio y las salas del under urbano.

Lo que quiero lo consigo a fuerza del interior, Vine en busca de todo menos de su opinión, rapea Kreiluz (24), desde el escenario de Misionero y Guaraní para un auditorio lleno. La joven que arrancó como Natalia Balbuena, es el fiel ejemplo de cómo el freestyle pasó de las plazas posadeñas y del mundo, a ser el centro de escena.

Letras profundas, reflexiones de la vida cotidiana a modo de ‘filosofía de la calle’ llenan el espacio a pura rima y rebelión autogestionadas a todo pulmón. En un show más que versátil, que arrancó con la polenta sombría de los Ghost Company, se descubrió lo camaleónica de la figura del músico moderno. Krei alentó el baile con dos canciones propias de reguetón, la descosió con sus rimas de freestyle, sorprendió rapeando sobre la base jazzera de La promesa y hasta animó a referentes clásicos del rock como Japo Fleitas a improvisar algunos versos. Es que el freestyle cautiva. La rapidez, precisión y verdad de sus rimas improvisadas fidelizan incluso al espectador más ignoto y dejan un halo de calidad y magia. A pesar de que todos coinciden en que la inclusión está dada, no cualquiera puede mantenerse varios minutos produciendo versos coherentes, efectivos y populares.

‘‘La evolución de la industria musical y la evolución tecnológica actual permiten que los jóvenes puedan grabar música desde sus casas, autoproducirse y expresarse de manera más cruda y natural, sin seguir órdenes’’, explica Jonathan Vázquez (30), creador que se considera artdealer, ya que se mueve en distintas esferas que van desde el teatro y el arte plástico hasta la música en distintas propuestas. ‘‘El género urbano le da un lugar inmenso a las voces de artistas jóvenes, la cuna de la independencia, ese movimiento impulsa a artistas y oyentes jóvenes que buscan referentes. Quizás estos géneros no son la expresión más fiel de la juventud de hoy, pero sí son movimientos en los que muchísimos jóvenes se sienten reflejados’’ sumó quien del palo del rock, hoy se permite experimentar diversas influencias bajo el seudónimo de Índigo.

Un tanto oscuro, recordando los comienzos reales del trap -allá por los 90 en Estados Unidos, como uno de los hijos pródigos del hip hop-, Índigo conjuga un sonido pulcro, armonioso y vigorizante con letras que bien podrían ser de un freestyle de Kreiluz o un dembow de Keila ya que también hablan de los intereses de esta nueva generación. Amar el camino mientras pueda caminarlo. Hay bardo en todos lados, mambos se venden en frascos, dice por ejemplo en Hecho Percha, uno de sus últimos singles.

Entre las funciones de Esquizofrenia del arte, los ensayos con Suindá y la full band rockera Mostro, Jonathan encuentra tiempo para darle más entidad a Índigo, donde si bien reconoce elementos de la música de los 90, con la que nació, se anima a experimentar con diferentes texturas, colores y efectos musicales que delinea minuciosamente desde Yaguareterec, su propio home studio.

‘’Crear arte a mí me salva, es terapéutico. Vomitar ahí las cosas, tirarlas y que las agarre el que las quiera agarrar’’, detalló Índigo sobre su experiencia. ‘‘Mucha gente comenzó a escuchar mi música y las reflexiones que me comparten de las letras y las canciones, están buenisimas’’, agregó quien reconoce que armar, producir, grabar, sintetizar es un proceso largo y muy dedicado, pero siempre ‘disfrutable y mágico’’ para el amante del arte.

Desdibujar los géneros

Frente a la siempre juzgada juventud, cada corriente musical que se popularizó, sufrió en su momento inicial las mismas críticas. Ante la segura premisa ‘todo tiempo pasado fue mejor’, la vanguardia fue tildada de pobre en calidad y contenido mientras los referentes más jóvenes son usualmente ‘los vagos que antes que estudiar, prefieren la guitarra’.

Paradójicamente, la dedicación de los chicos que hoy hacen ritmos urbanos en Misiones, por ejemplo, es mucha y  así como Índigo reparte su tiempo entre múltiples actividades y dice perder un poco de vida social encerrado en el estudio, Kreiluz trabaja en doble jornada en un comercio a la par que hace sus rimas, sus outfits para el escenario, organiza competencias o crea música y Keila tras terminar el colegio secundario y egresarse en la Esmu de formación artística en la industria cultural, da clases de ukelele, escribe sus canciones, investiga, experimenta con sonidos y se prepara para cursar el profesorado de música. ‘‘Cuanto más estudiás, más se abre tu mente, es lo que yo siento. Te da más libertad’’, subraya la joven que estudia música desde los 9 años.

 ‘‘Trabajar de lo que a mí me gusta, que es cantar, sería un sueño hecho realidad’’, confiesa Fontana.

En la misma línea, con un recorrido por estudios y plazas de Buenos Aires, Kreiluz también añora poder vivir del arte que crea y coincide en que la dedicación de la juventud es neta, aunque la escena del urbano sigue un tanto marginada a nivel local y podría potenciarse muchísimo más si se incentiva.

‘‘Ahora hay chicos autogestivos pero más en la música urbana, chicos que aprenden diseño, que cosen sus propios outfits, que aprenden a sintetizar canciones, a editar videos, a hacer de todo y son ellos y somos nosotros digamos, los que generamos esta movida. Hay mucho talento y está buenísimo porque tienen ganas de crecer, y lo haríamos más con una ayuda extra de afuera’’, reflejó al tiempo que delineó que entre todos los chicos del freestyle y afines, siempre el ‘aguante’ es en modo comunitario.

Si uno logra una fecha en un escenario, lleva a varios más como invitados y así se sostiene la cadena de creación y divulgación. La fusión augura no sólo sonidos originales y nuevas formas de comunicar a través de la música, dejando de lado las etiquetas sino el nacimiento seguramente de estilos que aún no imaginamos.

‘‘Esto ya forma parte de la cultura’’, refirió Daniela Rocha, mamá de Keila, entendiendo que simplemente falta abrazar estas nuevas formas de arte juvenil para hacerlas parte del presente. 

 

Informe de domingo:

Centennials protagonistas del cambio cultural

Diversidad y libertad para expresar las nuevas ideas

Rap y cumbia villera se imponen en la zona rural

K-pop: una tendencia en auge que busca romper moldes y desigualdades

Un sentido de comunidad que trasciende las fronteras físicas

Instrucciones para entender a los jóvenes de hoy

Co-aprender sin prejuicios ni panaceas, un camino al entendimiento

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