Aumentó la demanda en cinerarios parroquiales

La urbanización ha cambiado prácticas y rituales de despedida

El misterio de la muerte representa una experiencia dolorosa, aunque desde la fe católica se sostiene la importancia del duelo
domingo 26 de mayo de 2024 | 6:05hs.
Padre Alberto Barros. Foto: archivo el territorio
Padre Alberto Barros. Foto: archivo el territorio

El destino final del alma, una vez que morimos, es un tema complejo que entraña dudas, temores, creencias, mitos y, sobre todo, mucho misterio. Lo cierto es que en la provincia, crisol de razas y culturas, las formas que utilizan las personas para despedir a sus seres queridos ha ido cambiando e incorporando transformaciones en los hábitos cuturales en los últimos años.

El proceso de urbanización, el factor económico y la pandemia por covid, entre algunos otros factores, han generado cambios en las ceremonias de duelo y despedida. Desde velorios exprés hasta aumento de demanda de cremaciones y cinerarios, las opciones para resguardar los restos de un ser querido son varias.

“La muerte es un misterio siempre porque nos deja con más preguntas que respuestas. Y ese misterio obviamente, mirado desde la fe católica -en este caso- adquiere una dimensión nueva, ya que creemos en Jesucristo, el que murió y resucitó; por eso, sólo desde la fe podemos afirmar que la muerte no es el término definitivo de la existencia”, explicó el padre Alberto Barros, en diálogo con El Territorio. Sin embargo, siempre implica una partida, una ruptura. “Por eso, ese misterio representa una experiencia dolorosa. Y como no sabemos cómo es el día después de la muerte, en las distintas culturas se van generando distintas creencias. Ante lo desconocido, lo humano busca desde lo cultural encontrar una respuesta, explicación, al acontecimiento; así como una forma de transitar el duelo”, agregó.

Ahora bien, con las ciudades que van creciendo enormemente, la falta de espacios para cementerios, el factor económico que también pesa, las personas buscan alternativas. Así, la opción de los cinerarios parroquiales se presenta como una respuesta a esas cuestiones.

“La cremación es algo relativamente nuevo en Occidente, la iglesia no tiene ningún problema respecto a ello. Antiguamente había ciertos reparos, pero hoy no porque nuestra certeza es que quien falleció está con Dios. Lo importante es darle un lugar adecuado para que la familia tenga un espacio para recordar, agradecer la vida eterna que nuestros seres queridos ya alcanzaron”, detalló el párroco.

Es que además, algo que ha cambiado mucho es la visita a los cementerios. “Mucha gente grande ahora decide la cremación porque se ha perdido la costumbre de visitar el cementerio. Los jóvenes y adultos de hoy tienen una forma distinta de recordar a sus seres queridos. entonces creo que la cremación tiene que ver un poco con esto también”, detalló.  Pero además del modo de guardar los restos, los tiempos de despedida también han cambiado. “Ahora hay velatorios de pocas horas y todo eso tiene que ver con la practicidad de la vida urbana”.

Actualmente, en Posadas hay cinco cinerarios. Uno se encuentra en la Parroquia Sagrada Familia, que dirige el padre Barros. Los otros espacios se ubican en el Centro de Espiritualidad de Fátima, el de Santos Mártires, Santa Catalina y la parroquia San Vladimiro -del rito ucraniano-. “También hay en Jardín América y en Oberá”, enumeró el sacerdote.

En general, la inmensa mayoría de los cinerarios suelen colocar las cenizas sin envoltorios.

“En nuestro caso, el cinerario es gratuito y está al costado de la parroquia, en una capillita”, dijo Barros.  “Le damos a cada familia (después de recibirlos y hablar de su dolor) una bolsita de tela para que pongan los restos de su ser querido, escriben el nombre de quien falleció y algún mensaje, y lo depositamos con una celebración especial que se realiza todos los viernes a la tarde”, contó el sacerdote, que cada viernes recibe entre seis y siete familias que llevan los restos de sus seres queridos.

 

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