Misiones tiene alta biodiversidad y numerosos corredores biológicos

La ardua y difícil misión de cuidar la selva misionera

De manera furtiva, cazadores y pescadores son los principales depredadores en reservas protegidas. Los guardaparques rastrean huellas y detectan, además, robos de madera nativa y palmitos. La tarea de los cuidadores y los investigadores
domingo 07 de abril de 2024 | 6:06hs.
La ardua y difícil misión de cuidar la selva misionera
La ardua y difícil misión de cuidar la selva misionera

Campamentos de cazadores detectados, armas secuestradas, elementos de pesca y embarcaciones incautados representan parte de las intervenciones cotidianas realizadas por los guardaparques dependientes del gobierno nacional y del de Misiones. El próximo domingo rendirán homenaje al guardaparque Bernabé Méndez, quien cayó en servicio en manos de un cazador furtivo. Los cazadores representan, en medio del silencio del monte, siempre una amenaza latente. Los guardaparques, dependientes tanto de Misiones como de la Nación, se exponen a diario al peligro de los cazadores.

Por esa razón, estos cuidadores de la naturaleza entran al monte armados, buscando pisadas y siguiendo rastros. Lo hacen muchas veces con las fuerzas de seguridad federales y provinciales, según detalló Martín Schripsema al señalar la escasez de personal y lamentar que este gobierno nacional avance en más reducción de personal, cuando al contrario se requiere un mayor número por la amplia geografía que deben cubrir.

Porque también siguen registrando alta depredación en los arroyos y ríos por parte de pescadores en lugares no permitidos como las reservas naturales. En el monitoreo en el monte también suelen detectar robos de maderas nativas y hasta palmitos, de alta demanda en la gastronomía.

En medio de la espesa vegetación, cazadores y pescadores representan una constante amenaza a numerosas especies en peligro de extinción que refugia la selva misionera o paranaense. Varias de las especies buscadas son únicas o ya están desaparecidas en el resto del mundo. Casi la mitad del territorio provincial, con su accidentada topografía, es área protegida y representa los últimos remanentes de la selva atlántica o paranaense. Lo previo implica más desafíos a Misiones, cuya misión es conservar el 52% de la biodiversidad, con numerosos corredores biológicos.

Fernando Miñarro, director de conservación de la Fundación Vida Silvestre Argentina, efectivamente apunta que entre las problemáticas que enfrentan las Áreas Naturales Protegidas (ANP) nacionales y provinciales de la selva misionera está la caza de fauna silvestre, en parte vinculada al tráfico y comercio de fauna o para el consumo. Recuerda que los orígenes de estas prácticas se deben a aspectos socioculturales o también a contextos económicos más complicados, como los que se viven en la actualidad.

Por eso considera oportuno avanzar hacia la conservación inclusiva, es decir, incentivar que los ciudadanos sean parte activa de la conservación.

De hecho, también desde Fundación Vida Silvestre se lleva a cabo un plan de recuperación de la selva misionera, con plantación de especies nativas con intervención de los pobladores de cada zona. En tal sentido, el Instituto Superior San Pedro brinda la única Tecnicatura Universitaria en Guardaparque gratuita a nivel nacional y forma guardaparques capacitados en la gestión de áreas protegidas, la restauración de ecosistemas, la educación ambiental, la investigación científica y la planificación urbana sostenible.

Es destacable, además, la tarea que lleva adelante un grupo de científicos, biólogos e ingenieros forestales para abordar la degradación de los hábitats, hasta el atropellamiento de fauna por parte de automovilistas, que afecta tanto a la conservación.

Del mismo modo monitorean a las grandes especies, como los yaguaretés que aún recorren la selva misionera. Y desde Control Forestal del Ministerio de Ecología extienden la vigilancia en un millón de hectáreas para evitar la degradación del monte.

Hay un claro sistema y engranaje de control en marcha, pero nada parece suficiente para desalentar o amedrentar a los cazadores, que siguen intentando camuflarse y desplazarse de manera furtiva para intentar cazar y no ser cazados por los guardaparques.

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