Profesionales dedican tiempo ad honorem para estudiar el ambiente
El impacto de las investigaciones en la preservación de la selva misionera
Detrás de la conservación, de una especie preservada y de toda la biodiversidad, detrás de cada medida en pos de mejorar el cuidado del bosque y concientizar sobre la importancia de generar políticas acordes, hay un representativo grupo de investigadores que trabaja para que día a día la gestión ambiental sea mejor y más amplia.
Entre ellos, se encuentra la Asociación Civil Ceiba (Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico), un grupo de científicos, biólogos e ingenieros forestales que se desempeñan en el campo de la investigación para buscar soluciones a problemáticas y amenazas a la biodiversidad.
Se trata de una organización no gubernamental (ONG) que reúne a trabajadores del Conicet, la Universidad, el Instituto de Biología Subtropical y otros lugares de trabajo similares, para ejecutar proyectos en conjunto y gestionar iniciativas que buscan un objetivo en común: la preservación.
Diego Varela es biólogo, socio fundador y actual presidente de la Asociación Ceiba. En diálogo con El Territorio habló acerca de la necesidad de contar con recursos para llevar adelante proyectos de este tipo y el impacto que tienen luego en la resolución de problemáticas graves como la desaparición de fauna.
“Muchos de nosotros trabajamos en el Conicet, pero canalizamos proyectos y vocación por la conservación de la biodiversidad y la selva, no sólo en Misiones sino también en otras regiones del país, a través de nuestra ONG. Gestionamos distintos proyectos que buscan conocer los problemas y trabajar en soluciones a esos problemas que tienen que ver con especies amenazadas y el uso sustentable de la biodiversidad”, explicó.
En ese sentido, especificó que se trabaja con dos líneas puntuales. Por un lado, la búsqueda de soluciones a problemas puntuales y por otro, el enfoque en la preservación de las especies.
“Algunas de estas problemáticas que solemos trabajar tienen que ver con la pérdida y degradación de los hábitats, su fragmentación, aunque hay otros tipos de amenazas más directas, como la caza furtiva de la fauna silvestre en la selva, los atropellamientos de fauna, que es algo que yo trabajo particularmente”, dijo.
Y prosiguió: “Muchos de los proyectos se enfocan en la problemática, como la Red Argentina de Monitoreo de Fauna Atropellada, que es una iniciativa de ciencia ciudadana que busca mapear y conocer el impacto de las rutas sobre la fauna silvestre. Es un ejemplo de proyecto enfocado en el problema”.
Pero, como se mencionó, también trabajan proyectos enfocados en las especies, como con el yaguareté. “En ese caso, se enfoca en una especie que está en peligro crítico a nivel nacional y Misiones tiene una de las poblaciones más importantes. Son proyectos que están hace muchos años implementándose a través de Ceiba en Misiones”, adujo.
La búsqueda de soluciones
Para Diego, pese a los avances que hubo en la materia, a la sociedad aún le falta concientización sobre el cuidado del ambiente. “En general, lo que tiene que ver con el desarrollo humano siempre avanza sobre los ecosistemas y muchas amenazas son cada vez más graves. Con los atropellamientos, tenemos cada vez más autos, más rutas asfaltadas, y por ende, los autos van más rápido”, ejemplificó.
Como respuesta a este problema, mencionó que al ser el atropellamiento de fauna uno de los problemas más serios de Misiones, hace tiempo se han empezado a implementar medidas de mitigación para frenarlo. “Hace muchos años que se comenzó a trabajar con los pasos de fauna, he participado de ese proceso y hemos monitoreado las estructuras para ver cómo la fauna lo comenzaba a utilizar. Es algo positivo porque el atropellamiento de fauna es algo que se está dando en todo el mundo y Misiones ha avanzado mucho en ese sentido”, mencionó.
“En Argentina no existen los pasos de fauna que ha construido Misiones, hemos hecho varios talleres con representantes de distintas provincias para dar a conocer la experiencia de Misiones al respecto”, destacó Diego, aunque aseveró que la problemática continúa y hay muchas cosas por hacer.
Así también, recordó la labor que se realizó para el monitoreo de la población de yaguaretés en la tierra colorada. “El primer informe de los monitoreos de la población de yaguaretés en Misiones los dio a conocer el Ceiba y el Conicet en 2005, y ahí ya se alertó sobre la situación crítica en la que se encontraba la especie. Se estimaba que quedaban unos 40 yaguaretés en la provincia. A partir de esa situación muy mala para la especie, se empezó a trabajar con distintas instituciones para revertir parte de las amenazas, entre ellas estaba la caza furtiva y se necesitaba que los parques aumenten y estén mejor manejados. El proyecto hace monitoreo cada dos años con cámaras trampa, y a lo largo del tiempo se ha observado una mejora en la población desde aquella primera evaluación. Creció hasta llegar a los 100 individuos que fue una gran mejora con respecto a la situación crítica del principio”, explicó el biólogo e investigador.
La investigación como eje
Varela dio cuenta del amplio trabajo que se hace tanto en el Ceiba como en las demás instituciones que se dedican a las investigaciones y proyectos. Todo lo que se evalúa es convertido luego en políticas y gestiones para la optimización de las herramientas, punto de sobremanera importante para el aprovechamiento de los recursos.
“Para nosotros, las evaluaciones de los estados de conservación y amenazas tienen que ser basados en datos de campo, procesamientos, estadísticas. Tener información y hacer un monitoreo a largo plazo del problema nos permite evaluar si las medidas que uno va implementando son eficientes o no. Muchas veces se hacen cosas sin medir las respuestas a lo que queremos llegar. Ponemos un cartel por ejemplo sobre el atropellamiento, pero si no medís la tasa de atropellamientos antes y después de los carteles, quizás gastaste mucho dinero y la medida no funcionó. Y si funciona la podés recomendar en otras situaciones. Por eso es importante el monitoreo de las acciones y de lo que queremos conservar”, sostuvo el biólogo, oriundo de Buenos Aires, pero misionero por adopción hace ya 20 años.
En ese sentido, mencionó un proyecto a través del Conicet con el Instituto de Biología Subtropical que monitorea el estado todos los años del bosque en Misiones. Se llama Proyecto MapBiomas y es una herramienta poderosa para registrar –por ejemplo– dónde hay problemas de deforestación, dónde están talando el bosque y quiénes son los responsables.
“Nos permite saber si los que están talando son los pequeños productores, las empresas forestales, los ganaderos. Saber dónde se tala y por qué tipos de usos de la tierra se reemplaza el bosque nativo, nos da una idea de los factores de desarrollo que están haciendo que perdamos selva y en función de eso, el Estado podría plantear algún tipo de incentivo y legislación para que el daño sea menor”, remarcó.
Para todas estas tareas, se valen de herramientas tecnológicas, como cámaras trampa o incluso grabadores automáticos que captan sonidos y sirven tanto para el monitoreo de fauna como para determinar los disparos de los cazadores.
En ese sentido, apuntó a la cuestión cultural que todavía persiste en Misiones y tiene que ver con la caza para alimentación, sobre todo en situaciones de crisis.
Más allá de toda la labor que realizan, Diego aclaró que la Asociación Civil Ceiba es una iniciativa de pura vocación de los profesionales. “Ninguno trabaja del Ceiba, la mayoría trabajamos en el Conicet o en la Universidad y dedicamos tiempo libre a la Asociación. Yo soy presidente y es un cargo ad honorem. Pero a través del Ceiba impulsamos proyectos, nos permite como ONG presentarnos a subsidios del extranjero para preservación. Muchos proyectos se ejecutan de forma conjunta entre el Ceiba y el Conicet”, expresó.
“Quien trabaja en el Conicet tiene mucha vocación, no trabajamos por horarios, algunos pasamos tres noches trabajando en un artículo científico o para preparar una propuesta para conseguir fondos, es un sistema diferente a un empleo tradicional y requiere de mucha vocación”, culminó.
La cuestión de los recursos en la ciencia
Más allá del esfuerzo que realizan desde la ciencia, para el biólogo e investigador Diego Varela, en el balance, las cuestiones económicas van por encima de la conservación de la naturaleza: “Vivimos hoy en día un tiempo en el que tiene más poder una empresa que el Estado regulando la conservación de los espacios naturales”.
“Estamos en un escenario feo, con menos recursos para las áreas protegidas porque despiden gente en el Conicet, en Parques Nacionales, y todo eso es un retroceso para el estudio y la conservación. Parques Nacionales, que tiene como función proteger nuestros parques siempre tuvo menos gente de la que necesita para conservar los miles de hectáreas del país y ahora se despidió a muchos”, lamentó.
Seguidamente, el investigador añadió: “Está muy dura la situación para nosotros, porque los recursos para investigación han bajado. Hay proyectos que fueron seleccionados, pero el financiamiento no llega por los recortes. Después, muchos de los proyectos los realizan los becarios, que van al campo, estudian, toman datos, y esas becas de Conicet han sido recortadas y muchos proyectos se caen porque no hay becarios”.
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