En Garupá y en Rosario hay espacios que se llaman Cristina Vázquez

La memoria y el dolor que se transformaron en lucha colectiva

Dos amigas estuvieron privadas de su libertad por más de una década siendo inocentes. Fueron absueltas y meses después encontraron sin vida a una de ellas en su habitación
domingo 06 de febrero de 2022 | 6:05hs.
La memoria y el dolor que se transformaron en lucha colectiva
La memoria y el dolor que se transformaron en lucha colectiva

Ante la indiferencia y la desidia sufridas por sectores de la sociedad, las organizaciones sociales resultan ser parte de la lucha ante esas injusticias. El abordaje y el trabajo comunitario se presentan como una respuesta ante el dolor, las carencias y necesidades de personas en contextos vulnerables.

Es así que Cristina Vázquez, y su historia, sigue presente mediante la creación de espacios que llevan su nombre y tienen como objetivo brindar ayuda integral que acompañe y contenga a quienes lo necesiten.

El movimiento social

En nuestra provincia, en el barrio Los Potrillos de Garupá se encuentra el merendero que lleva el nombre de Cristina Vázquez. Según expresó Cecilia Rojas, amiga de Cristina y también condenada por un crimen que no cometió, es “para recordar el nombre de ella, para que no se olvide lo que pasó”.

El 26 de agosto de 2020, a ocho meses de egresar de la cárcel, encontraron sin vida a Cristina en la pieza donde vivía, en el barrio El Palomar de Posadas. Según las investigaciones, todo apuntó a un suicidio.

En este sentido Cecilia aseguró que “yo creo que el Estado estuvo totalmente ausente y por culpa de un montón de falencias vino a pasar esto”.

Por otra parte, la entrevistada comentó a El Territorio que actualmente asisten al merendero alrededor de 50 niños y niñas que reciben meriendas, clases de apoyo, talleres recreativos y a fin de mes se festejan los cumpleaños que pasaron durante ese período.

En cuanto al predio, explicó que están terminando de constituir una biblioteca en donde, además de brindar información, “estaría bueno armar un espacio para familiares de víctimas de violencia institucional”.

También tienen una huerta pero que, lamentablemente, se vio afectada por la sequía que afronta gran parte de la provincia. Es por esto que precisan donaciones de toldos para proteger los brotes que aún resisten el calor.

En tanto a las instalaciones del espacio, la mujer aseveró que necesitan protegerlo con cercas ya que hace algunas semanas sufrieron el robo de herramientas que usaban para la construcción y ampliación del lugar.

En el terreno donde funciona el incipiente espacio comunitario, que se inauguró hace aproximadamente dos meses también se encuentra el merendero Juan Zaremba, del Movimiento Evita, llamado así en memoria de un joven posadeño desaparecido durante la última dictadura militar.

En conjunto con el referente de la organización y profesor de la UNaM, Ismael Décima, decidieron unir los espacios “donde quede definitivamente y donde uno pueda darle uso para ayudar a los niños”, comentó Rojas.

Al ser consultada por el apoyo estatal, la mujer mencionó el deseo de formar una cooperativa en tanto que, a partir de allí, se puede recibir ayuda desde la Nación y “porque se podría dar un mano a las personas que salen de contexto de encierro, para poder tener contención a partir del trabajo de un grupo de personas ya que son un montón de cosas para hacer”.

En referencia a la demanda, agregó que “muchas chicas que salen del contexto de encierro se comunican conmigo para pedir ayuda porque no les alcanza para vivir. Vamos a ver este año cómo seguimos. Hay que hacer un compromiso así que acá estamos, vamos a seguir militando”, puntualizó.

Toparse con el exterior

Más allá de la situación particular de Cecilia y de Cristina, que fueron absueltas en 2019 por parte de la Corte Suprema de la Nación,del crimen de Ersélide Dávalos (79), ocurrido en el 2001, la realidad se repite con ex presos y ex presas que salen de la cárcel y no hay instituciones encargadas de acompañar de manera integral para evitar la reinsidencia o el suicidio.

Si bien existe un derecho que está contemplado en la Ley de Ejecución Penal, esto es la salida de pre-egreso, Cristina y Cecilia, al recuperar la libertad, se toparon con la realidad y la indiferencia, sin ningún tipo de contención psicológica ni económica.

Es por esto que aún se espera la reparación por parte del Estado que las condenó injustamente y las mantuvo tras las rejas durante 11 y 15 años, respectivamente. “A nosotras nos largaron así como diciendo ‘y bueno andá’. Si no teníamos familia a dónde carajos íbamos a ir a vivir”, se preguntó Cecilia.

“Es un golpe muy fuerte a la mente de las personas, aparte todo lo que se perdió, todo el tiempo que estuvimos. Yo perdí a mi mamá y el crecimiento de mi hija”, expresó y continuó: “Cristina también tuvo inconvenientes con la familia porque los padres eran grandes. Al salir, el sueldo mínimo que cobraba no era suficiente para poder sustentarse”.

“Padecimos mucho ya que son un montón de cosas que vos decis ‘loco, me cortaron las piernas y no pude hacer nada, no pude estudiar’”.

En este punto comentó que Cristina le había manifestado su frustración al respecto y era allí que su amiga le remarcaba que no era su culpa, que alguien más había elegido por ellas, refiriéndose a la (in) justicia que dictaminó la sentencia de ambas.

Asimismo, la mujer afirmó que a la situación de desamparo se sumó el prejuicio de la sociedad. “Es muy duro y esa parte nadie lo ve, he escuchado mucho decir ‘por algo será que las detuvieron’. Para mí tampoco fue fácil y lo sigo pasando, para mí no es fácil que te estén recordando como ex convicta”.

“Ella era mi mejor amiga”

Tal como comentó la entrevistada, en el merendero se festejan los cumpleaños a fin de cada mes y fue así que, en el momento de la entrevista, en un ambiente de celebración, Cecilia habló de su amiga con la cual compartió experiencias desde la adolescencia.

“Yo la recuerdo como la mejor. Ella era mi mejor amiga. Pasamos lo bueno y lo malo. Cuando la conocí en el colegio Martín de Moussy yo tenía 14 años. Después nos cambiamos y fuimos juntas al Bapayc”, comentó y agregó “siempre éramos las más rebeldes, varoneras con los chicos y todo eso, éramos terribles”.

Por su parte, cuando recuperaron la libertad Cecilia se enfrentó a la tarea de convivir con su hija después de haber crecido distanciadas. “Es difícil”, aseguró y mencionó que Cristina era muy allegada a niña a la cual contenía y “acovachaba” cuando surgían problemas de convivencia con su progenitora.

También dijo que Cristina “era muy de su familia”, y continúa pidiendo justicia por los años de vida que su familiar estuvo tras las rejas.

“Es necesario un cambio genuino”

Actualmente Cecilia Rojas trabaja en la Comisión Provincial de Prevención de la Tortura que se encarga de monitorear y controlar lugares en contexto de encierro como penales, comisarías, hogares de niños, niñas y adultos mayores.

“Hace un año y medio estoy trabajando con Gabriela Stefani”, expresó  y, al mismo tiempo, afirmó “fue muy chocante volver al lugar donde me hostigaron, me golpearon, me maltrataron. Hoy día por ahí te podes defender pero en el tiempo en el que estábamos con Cristina no teníamos derecho a nada”.

Asimismo, aseveró que aún existen torturas y muertes en comisarías, causas armadas y casos de represión policial. Ante esta realidad instó a que “tiene que haber un cambio tanto en la Justicia como en las organizaciones gubernamentales”.

“Que no se repita la historia”

Por último, Rojas  mencionó que la Asociación Pensamiento Penal (APP) de Rosario las asesoró y ayudó mucho en el reclamo por la libertad y que, actualmente, también tienen un espacio que se llama Cristina Vázquez.

Este matutino se puso en comunicación con Bernadette Blua, integrante de la APP, quien comentó que, efectivamente, en la provincia de Santa Fe la ONG Mujeres Tras las Rejas y el Capítulo Santa Fe de la APP se juntaron para abrir una sede conjunta para tener un anclaje más visible en el territorio pero, además, que la casa sea un espacio de contención para las mujeres que están presas, para aquellas que estuvieron presas o todo el entorno femenino cercano a ellas.

En tanto la sede, hoy lleva el nombre de Cristina Vázquez porque “entendemos que cuando ella salió en libertad no tuvo ese espacio que la recibiera, no tuvo esa contención que en principio debería haberla dado el Estado”, aseguró y aclaró “no sólo para ella, especialemente, que pasó once años presa siendo inocente y, como sabemos, el desenlace que tuvo su vida entendemos que está estrictamente relacionado con la falta de apoyo,  sino también para todas las mujeres en situación de post encarcelamiento”.

Es en ese sentido que a partir del trabajo que realizan brindando talleres y acompañamiento interdisciplinario quieren “apostar a que no haya más Cristinas Vázquez, que no se repita esa historia, que lamentablemente sigue ocurriendo porque las chicas siguen suicidándose pero entendemos que este espacio, de algún modo, puede ser un apoyo, un acompañamiento que revierta un poco esta situación que atraviesan estas mujeres”.

Según Blua, la ONG trabaja hace más de 16 años en una cárcel de mujeres Rosario y el Capítulo de la APP surgió hace 5 pero con un trabajo previo en el área de encarcelamiento. 

 

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