Organización carcelaria originada en San Pablo

El PCC monopolizó el narcotráfico en Paraguay a fuerza de balas y sangre

Empezó a organizarse y expandirse con la llegada de los celulares en 2001. El asesinato del Rey de la Frontera y el asalto a Prosegur explican su temido poder
domingo 10 de enero de 2021 | 6:05hs.
El PCC monopolizó el narcotráfico en Paraguay a fuerza de balas y sangre
El PCC monopolizó el narcotráfico en Paraguay a fuerza de balas y sangre

La organización criminal Primer Comando Capital (PCC) nació en agosto de 1993 en la cárcel de Taubaté, en San Pablo, Brasil, en un partido de fútbol que significó el cambio de mando puertas adentro del presidio, firmado con la sangre del antiguo líder y del subdirector de la cárcel, quienes fueron decapitados al finalizar el encuentro.

Pero especialistas coinciden en que su expansión se fortaleció con la llegada de las nuevas tecnologías, puntualmente del celular a las cárceles. Se cree que hoy son más de 35.000 presos los que lo componen y sus brazos criminales se extienden por toda Sudamérica, además de mantener alianzas con las mafias en Europa, a donde mandan cocaína.

Más allá de ese hecho fundacional, impulsado por las condiciones inhumanas en las que vivían -y aún viven- los reos de uno de los sistemas carcelarios más terribles del mundo, se destacan otros dos episodios. El primero fue la organización, siempre gracias a los celulares, de unos 30 motines en diferentes cárceles del estado de San Pablo ocurridos el 18 de febrero del 2001.

Esa fue la presentación del PCC al mundo, ya que tomaron de rehenes a unos 10.000 familiares que habían asistido al día de visitas.

El golpe más fuerte, sin embargo, ocurrió cinco años más tarde y dejó un saldo de 560 personas muertas. Ante un plan del Estado para el traslado masivo de miembros del PCC se organizaron varios atentados contra policías, comisarías y cuarteles que paralizó por varios días esa gran metrópoli.

En las cárceles los detenidos se alzaron contra sus guardas.

El poder del PCC se concentra en intramuros y con el paso del tiempo se fue expandiendo a todo el país como una secta que considera al crimen como medio de vida. Hay rituales de iniciación, o bautismos y hay un sistema de Justicia paralelo para quienes no cumplen con los 18 mandamientos de “luchar por la paz, justicia, libertad, igualdad y unidad” con la vista puesta “siempre en el crecimiento de la organización” y con respeto a “la ética del crimen”.

Actúan de forma independiente

Quienes se dedicaron a estudiarlo, así como actores judiciales consultados, coinciden sin embargo que no se trata, al igual que el Comando Vermelho (CV), de una organización con un orden jerárquico inquebrantable ni de una estructura vertical. “No son los carteles mexicanos que vemos en las series de Netflix”, se repite habitualmente.

Entonces esa independencia y fidelidad ha propiciado su expansión en todo el continente, siempre con base en el narcotráfico y el comercio de armas. Para ello Paraguay se convirtió en su principal sede, porque allí es de donde se administra todo el comercio de la marihuana y a donde ingresa, principalmente desde Perú o Bolivia, la droga que sale al viejo continente desde los puertos brasileños.

Y también allí explotaron, a fuerza de dinero y balas, la corrupción para esa expansión.

Pedro Juan Caballero, el lugar por excelencia para la producción y un punto estratégico para el comercio hacia Brasil, fue el lugar donde se asentaron las grandes organizaciones, aunque con el correr de los años abarcaron todo el país.

Y también las cárceles, que por sus condiciones de hacinamiento, lejos de parecer una solución, son un caldo de cultivos para nuevas iniciaciones. En junio del 2019 ocurrió lo que se denomina la Masacre de la cárcel de San Pedro, luego de que reos del PCC mataron a unos diez internos del clan Rotela, un grupo local dedicado al microtráfico. Hace un año, en Pedro Juan Caballero se fugaron de la cárcel 75 presos, la mayoría del PCC.

Las detenciones de los líderes del PCC han sido concretadas desde hace más de diez años en territorio guaraní. Jarvis Chi­menes, considerado entonces como el jefe de la organización en Paraguay fue atrapado en diciembre del 2009 junto a Carlos Antonio Caballero en una quinta de  Yby Yaú, depar­tamento de Concepción, por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad). Meses después, en 2010, Ireneu Domingo Soligo, alias Pingo, en Pedro Juan Caballero.

Rafaat y Prosegur

Sin embargo, su expansión y consolidación también puede definirse y reconocerse en hechos puntuales. Sobre todo dos: el asesinato del Rey de la Frontera, Rafaat Toumani (56), en junio del 2016, y el megaasalto a Prosegur, ocurrido en Ciudad del Este en abril del 2017, donde el PCC se hizo con más de 11 millones de dólares. 

Rafaat fue emboscado a tres cuadras de su residencia en Pedro Juan Caballero, cuando manejaba su camioneta Hummer negra. Los sicarios se movilizaron en camionetas, una de las cuales tenía montada una ametralladora destinada a batir aviones con la que se logró perforar el blindaje del vehículo que manejaba Rafaat.

El hombre recibió 16 impactos de bala -ocho de ellos con orificios de entrada y salida- y finalmente murió por traumatismo de cráneo grave con pérdida de masa encefálica, en el acto y sin poder realizar alguna maniobra de defensa. Los quince guardaespaldas contraatacaron, pero nada pudieron hacer contra los 100 sicarios del PCC.

La intención era eliminar el principal obstáculo para obtener el monopolio del narcotráfico y el contrabando en la zona, que era administrado hasta entonces por Rafaat. Se cree que todo ocurrió mediante una alianza temporal con el Comando Vermelho y la contratación de un ex militar brasileño, Sergio Lima Dos Santos, quien fue condenado a 35 años de prisión por el hecho.

Al espectacular crimen del Rey de la Frontera le siguieron los asesinatos  de decenas de sus aliados, entre ellos familiares cercanos. Los brasileños tomaron el control.

El asalto a Prosegur se registró el lunes 24 de abril de 2017, cuando varios delincuentes comenzaron quemando una decena de autos en distintas calles de Ciudad del Este para distraer la atención de la Policía local. El grueso de la banda ingresó a los tiros en el predio de la empresa de caudales después de tres horas de enfrentamiento con los custodios.

Cuando los principales integrantes de la banda escapaban con el botín principal, desde las partes altas de los edificios otros delincuentes dispararon con armas largas sobre las calles y distintos inmuebles de la ciudad para alejar a los policías. La inmediata persecución por tierra y aire de las fuerzas policiales paraguayas y brasileñas causó la muerte de tres integrantes de la banda y de otros cuatro que resultaron heridos y detenidos durante los enfrentamientos.

Uno de los presuntos financistas y cerebros detrás de ese atraco fue detenido en Ituzaingó, Corrientes, días después. Se trata de un argentino nacionalizado paraguayo, Néstor Ariel Palma. Según se supo, después del asalto Palma se fue a Buenos Aires y previo paso por el lugar donde lo atrapó Gendarmería, cruzó por Posadas. 

 

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