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Entrevista al criminólogo e investigador Juan Martens Molas

Desde las cárceles el crimen organizado va dando señales de presencia en Misiones

El especialista detalló cómo se dio el avance del PCC en la frontera Norte de Paraguay y dio indicios de la exploración de nuevas rutas en Argentina.

domingo 10 de enero de 2021 | 6:05hs.
Desde las cárceles el crimen organizado va dando señales de presencia en Misiones
Martens hizo varias investigaciones sobre el PCC.
Martens hizo varias investigaciones sobre el PCC.

El Primer Comando Capital (PCC) es el más grande grupo narcocriminal transnacional que opera con supremacía en Paraguay desde hace poco más de una década.

Su poderío, sobre todo en la amplia frontera seca de los departamentos de Amambay, Concepción, San Pedro y Canindeyú (donde están los principales centros de producción de marihuana) es absoluto y se mide no sólo por la capacidad operativa, sino por la cantidad de integrantes, logística, capital financiero y armamentístico, además del volumen de dinero que genera con las actividades ilegales en las que sus miembros están involucrados.

Desde su fundación en San Pablo (Brasil) se nutre y crece desde los presidios, por eso la mayoría de los existentes en los mencionados países están actualmente bajo su control.

Su carta de imposición en suelo paraguayo fue jugada a mediados de 2016 con el asesinato del considerado Rey de la Frontera, en pleno centro de Pedro Juan Caballero.

Jorge Rafaat Toumani fue emboscado y acribillado por una tropa compuesta por medio centenar de hombres del PCC aliados con su por entonces enemigo: Comando Vermelho (CV).

Con una ametralladora calibre 50 (antiaérea) montada en una camioneta los criminales dejaron hecho un colador la imponente Hummer blindada del empresario, que se movía custodiado por varios hombres entrenados en Europa, como él mismo solía aparentar. Ese día, todos escaparon.

La misión que unificó los intereses fue limpiar al poderoso Rafaat que, según informes policiales, ostentaba el poder absoluto en la frontera y reducía a los demás pesos pesados en simples intermediarios.

Eso, teniendo en cuenta que Pedro Juan Caballero es considerado un centro neurálgico regional para la adquisición de la marihuana producida en suelo paraguayo y para la compra de clorhidrato y pasta base de cocaína proveniente de Bolivia y Perú de manera aérea.

Desde ese momento el PCC dejó de ser el comprador y se apoderó de toda la cadena de tráfico, desde la producción hasta la comercialización y distribución. Son dueños de todo y deciden cómo se hacen los negocios.

Lo preocupante es que a pesar de las constantes detenciones de miembros y líderes, traslados e incomunicación de los que ya están en prisión, desbaratamiento de sus planes criminales y cargas, sigue creciendo desde las cárceles y explorando ahora las rutas del narcotráfico en Argentina penetrando la zona que más cómoda le queda: Misiones.

Las cárceles, terreno fértil

Juan Alberto Martens Molas es doctor en Criminología e investigador de nacionalidad paraguaya que después de muchos años de tarea de campo conoce al detalle cómo se mueve, qué persigue y hacia dónde avanza el PCC.

El Territorio logró entrevistarlo para entender más sobre el sistema operativo, la presencia dominante en los países que son frontera con Misiones y la exploración en territorio argentino, donde asegura que “ya están operando”.

“El PCC nació hace 28 años y desde entonces, de acuerdo a la información aportada por la fiscalía brasileña, no paró de crecer y tiene presencia predominante en los países vecinos, incluso se lo investiga en Medio Oriente. Posee una estructura enorme actualmente, que tiene que ver directamente con las encarcelaciones en masa en todos los países de América Latina, que ante cualquier cosa van metiendo presa a la gente, dejándola durante años encerrada y con sus derechos vulnerados”.

“En las prisiones hay cada vez más personas y eso es terreno fértil para el PCC. Son insalubres, los que están presos no acceden muchas veces ni a los mínimos derechos como alimentación, educación, atención médica, reciben maltrato y entonces, ese vacío que deja el Estado es ocupado por el PCC, que garantiza eso que falta dándole identidad y protección a los prisioneros haciéndolos parte de la hermandad, porque eso dice que son, una hermandad que tiene varias caras”, resumió Martens.

 ¿Qué caras, por ejemplo?

La principal es netamente comercial, como asaltar bancos, transportes de caudales, volar cajeros automáticos, robar camionetas para potenciar el tráfico de drogas, tanto marihuana como cocaína, armas.

La otra, que se sostiene con la primera, es lo que dije de apoyar a los presos, a sus hermanos, como los denominan, y en el camino van corrompiendo a funcionarios, fuerzas de seguridad y eso a su vez les permite explorar nuevas rutas y posibilidades en el negocio de la criminalidad.

¿De qué manera encaja Paraguay en ese despliegue criminal?

Paraguay resulta estratégico por varios motivos, pero principalmente porque en la zona norte encontraron un lugar para operar con absoluta tranquilidad.

En la medida que iban explorando territorios ingresaron a este país y se toparon inicialmente con una zona de confort, pero poco tiempo después se dieron cuenta de que podían convertirlo en un importante centro logístico y de operaciones.

Paraguay tiene 1.300 kilómetros de frontera con Brasil, de las cuales un gran porcentaje es frontera seca con ciudades gemelas en las que la línea internacional pasa por el centro, como Pedro Juan Caballero, Ponta Porá, Capitán Bado y Zanja Pytá. Cuando el PCC se percató, fue ocupando espacios y empezó a apoderarse de toda la ruta de la marihuana e hizo base para el tráfico de cocaína, armas, cigarrillos y demás.

¿Cuándo comenzó la exploración a la que hace referencia?

En 2010 empezaron a llegar los intermediarios a comprar marihuana en nombre del PCC, descubriendo que era una gran zona donde operar y así fue que la organización decidió disputarla oficialmente.

Recién en 2016, seis años después, con el asesinato del Rey de la Frontera, Jorge Rafaat Toumani, en una alianza de fuerzas entre el PCC y el CV -tal cual aparece en documentos desclasificados por las autoridades brasileñas- es que se adueñaron de la producción, distribución y comercialización.

¿Quién era Rafaat?

Era el dueño de la frontera. Negociaba con diferentes facciones criminales y fue ganando poder, dinero, porque cobraba un porcentaje para que puedan usar ese territorio. Por eso, cuando lo matan, el PCC pasó a tomar el control absoluto del centro más importante del tráfico.

Esa tarde Rafaat iba con su camioneta blindada, custodiado por autos de seguridad forrados de guardaespaldas y aún así, con un fusil calibre 50 lo acribillaron en pleno centro de Pedro Juan Caballero, en una operación que costó un millón de dólares entre arsenal, logística y sicarios.

Ese ataque no detuvo al PCC. Sigue explorando, disputando territorios y matando o corrompiendo a quien se meta en el camino.

¿Es lo que están haciendo en Misiones y en el norte de Argentina?

En Paraguay la marihuana se concentra en Amambay, Canindeyú y San Pedro. La que se cultiva en Amambay se manda a Brasil generalmente y desde San Pedro para abajo -apareciendo en el radar de los expertos distritos claves como General Resquín, Nueva Germania y San Vicente- tiene como destino Argentina.

En ese punto es que nuestras investigaciones concluyen que empezaron a explorar el mercado argentino ingresando drogas, armas y fortaleciendo presencia en las cárceles.

Son conscientes de que dándole entidad a los presos, eternos olvidados del sistema, se aseguran obediencia y a su vez están seguros que en el momento que les toque ir a la cárcel, no va a ser un terreno hostil, peligroso, sino que van a tener comodidad, seguridad y logística para seguir operando.

La aparición de Bala Na Cara en Misiones es prueba de ello. Se trata de una facción aliada al PCC que ya hizo base y el plan de asesinar a un juez da cuenta de la presencia e impunidad que están manejando.

La penitenciaría de Encarnación, que es fronteriza con Posadas, en la actualidad está gobernada por PCC, la de Misiones  (Paraguay) también y me ha tocado presenciar uno de los ritos que hacen reivindicando el poderío que tienen, jurando lealtad a costa de lo que sea. Tienen poder de armas, de acción y de apoyo dentro de las penitenciarías.

¿El robo de camionetas sería una señal de presencia?

El robo de camionetas es típico del PCC. Lo más básico que hacen es robar camionetas para el tráfico y volar cajeros automáticos o asaltar bancos, de ahí van pasando a los otros negocios. Nacieron haciendo eso. Está en su ADN.

¿Cuánto incide la corrupción institucional en el avance del crimen organizado?

Es clave. En toda la frontera paraguaya las autoridades están muy captadas por el crimen organizado, incluso desde antes del desembarco del PCC, que lo sigue haciendo porque tiene capacidad económica y de movilización de armas mucho más fuerte que las propias fuerzas de seguridad.

Entonces, con la estructura armada en Paraguay comenzaron a meter cocaína y marihuana en la Argentina, que si bien no tiene un alto consumo de dicha sustancia, para ellos es importante para descubrir la manera de potenciar el negocio en los lugares donde está y generar nuevos.

El otro punto clave es la frontera. No estoy de acuerdo con las personas que opinan que debe haber más presencia armada porque las fuerzas están, pero lo que pasa es que hay penetración en ellas y en las autoridades gubernamentales, a quienes compran o amenazan. Y al menos en Paraguay eso sale muy barato.

El PCC se nutre de eso. En toda la frontera paraguaya hay corrupción, por eso es tan próspero para ellos, no solamente pasan marihuana y cocaína, sino también armas de gran poder de fuego y el gran negocio que está más vigente que nunca es el cigarrillo. Esos son los nichos de su crecimiento.

¿Qué se debe hacer para cortar ese avance, o es tarde?

Si en Misiones u otras provincias de Argentina hay alguna banda narcocriminal con trayectoria, seguro que intentaron o van a tratar de aliarse, o en caso de que eso no ocurra, serán ellos los que la inicien.

En primer lugar es importante no llenar las prisiones porque el PCC crece en ese contexto. Los abusos físicos y psicológicos por parte de los penitenciarios, la carencias en infraestructura, de recursos humanos, la corrupción institucionalizada y normalizada, la falta de alimentos de calidad, de medicamentos, artículos de limpieza, colchones y otras deficiencias son aprovechadas para ir adquiriendo poder con la suma de nuevos miembros.

En segundo lugar y algo más estructural es atacar de base la corrupción institucional, porque así como hay funcionarios corruptos, también existe la corrupción en las fuerzas de seguridad y eso es un atractivo para las bandas de este tipo.

Pero también, bastante más profundo es que los Estados generen posibilidades de crecimiento con trabajo lícito a las personas. Creo que no pasa por meter miles de uniformados en la frontera, sino que la clave es generar posibilidades de inclusión y combatir desde ese punto la corrupción.

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