Encargos de asesinatos y compra de droga premium

Bala Na Cara, de los hermanos Lopes a las relaciones con el Negro Rojas

La organización criminal del sur de Brasil, especialista en asaltos y uso de explosivos, puso los dos pies en Misiones. Los rapais, el brazo armado del PCF
domingo 10 de enero de 2021 | 6:05hs.
Bala Na Cara, de los hermanos Lopes a las relaciones con el Negro Rojas
Bala Na Cara, de los hermanos Lopes a las relaciones con el Negro Rojas

La organización Bala Na Cara es la más cercana a Misiones de las bandas criminales brasileñas, ya que se originó en el sur de Brasil y muchos de sus cabecillas son de Porto Alegre. Se dedican principalmente a los asaltos, son expertos en el uso de explosivos y armas, pero sus negocios también incluyen el narcotráfico.

El nombre tiene distintos significados según diferentes publicaciones que se han hecho sobre ellos. Uno asegura que los integrantes rematan a su víctima en la cara para que se sepa quien cometió el homicidio. En el mismo sentido, se cree que se hace para destruir el rostro del objetivo y que así no se lo puede velar a cajón abierto.

Todas describen lo sanguinarios y peligrosos que son. Ya han cruzado las fronteras y desde más o menos 2015 también están instalados en Paraguay para hacerse su lugar en el negocio de las drogas con epicentro en Pedro Juan Caballero. Varios de sus líderes han caído en distintas partes de ese país, lo que demuestra su presencia.

A diferencia del PCC o del Comando Vermelho, su avance en Misiones está más que extendido y hay varios hechos que lo confirman, tal y como viene publicando El Territorio. En 2020, por ejemplo, los hermanos Lopes,  Rudinei, alias Gordo y  Vanderlei, alías Vando, fueron extraditados a Brasil mediante un imponente operativo de seguridad.

Habían sido detenidos en el paraje El Botón, de El Soberbio, en noviembre del 2017 con un arsenal imponente entre armas de fuego, municiones y explosivos. Al parecer, estaban huyendo. Poco tiempo antes, en junio de ese año, Vando fue rescatado del Presidio Estadual de Lajeado, a 400 kilómetros de allí.

La estadía de los hermanos  en Misiones generó muchos dolores de cabeza. El 30 de julio del 2018, un grupo de brasileños secuestró a un remisero en la localidad de Oberá y llegó a la cárcel local con armas y dispuestos a liberarlos. Los planes se vieron frustrados debido a que se toparon con el sereno de una obra en construcción al lado del presidio quien se resistió con una picana y gritó  fuerte por su vida y para dar aviso a los guardias.

Los hombres desistieron de la empresa y huyeron a los tiros del lugar. Al día siguiente fue detenido Carlos Eduardo Reinicke (37) sobre avenida Italia, en cercanías del Jardín de los Pájaros. El sujeto es oriundo de Vera Cruz y fuentes policiales indicaron que pertenecía a Bala Na Cara. Tenía un pedido de captura por haberse fugado de una cárcel, donde cumplía condena por más de una decena de asaltos.

La relación con Rojas

Pero eso no es todo. La organización tiene estrechas relaciones con Néstor Fabián Rojas, el narco acusado de tres homicidios en Misiones, quien desde la cárcel de Ezeiza planeo el asesinato del juez posadeño Fernando Verón y creó el Primer Comando de Frontera (PCF), que traficaba estupefacientes desde Paraguay a Brasil y Buenos Aires.

Justamente los compradores eran Bala Na Cara, según determinó la investigación de Gendarmería Nacional y la Justicia Federal en su contra. Antes de las restricciones por el avance del coronavirus, la mercadería salía por Santo Tomé y terminaba casi siempre en Porto Alegre. Desde marzo, las rutas de salida fueron  generalmente las localidades misioneras de Panambí o San Javier.

Un detalle: Bala Na Cara exigía droga premium, de máxima pureza.

Buscó emular sin éxito

“Se estableció como materia de investigación en estos autos la presunta existencia de una organización delictiva, con asiento principal en la provincia de Misiones, que se dedicaba principalmente al tráfico ilícito de estupefacientes, con presuntos nexos con otros grupos criminales que operaban en la República del Paraguay y en la República Federativa de Brasil, puntualmente con los denominados Primer Comando de la Capital (PCC), Comando Vermelho y Bala Na Cara”, consigna la acusación de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), firmada por Diego Iglesias.

En ese documento también se describe como Rojas tuvo como espejo a esas organizaciones para crear el PCF. “A través del accionar develado, intentaría emular o bien copiar sin éxito el modo de operar de ciertas estructuras criminales, con cierta envergadura, especialmente asentadas en la República Federativa de Brasil. Más allá de los intentos de lograr tal cometido, que han quedado en evidencia en esta investigación, se han colectado elementos que sugieren cierta alegoría de su parte en ese deseo de replicar la simbología propia tales organizaciones delictivas”, describió Iglesias.

Considera que lo que Rojas quería era buscar un sentimiento de identificación y pertenencia en los integrantes de su gavilla, además de infundir temor en la sociedad y en quienes tenían que investigarlos, como también así ganarse el respeto en la cárcel donde estaba alojado. Al respecto, muchos de los integrantes del PCF tenían un tatuaje identificatorio y la droga era mandada con las siglas y el logo de un dragón comiéndose la cola. 

Los trabajos de Bala Na Cara

El sábado 14 de septiembre del 2019 cuatro brasileños fueron detenidos en el puesto Centinela, de San José, por efectivos de Gendarmería Nacional. No llevaban documentos ni emitieron ninguna palabra, pero en la camioneta Honda HR-V con patente argentina se descubrió un imponente armamento, además de silenciadores, precintos y ropa de la Policía Federal Argentina como chalecos y chombas.

Los ocupantes eran Jociel Brinck Guterres, Hemerson Olivera Machado, Josué Silva de Aguiar y Fabio Moreira de Oliveira, también asociados a  Bala Na Cara por GNA.

En total se incautaron siete armas de fuego: dos pistolas calibre 9 milímetros -las que usan las fuerzas armadas-, cuatro de 380 milímetros y una de 40 milímetros.

Ninguna de ellas tenía la documentación pertinente. Los implicados quedaron a cargo de diferentes fuerzas en Posadas y luego llevados a la cárcel de Ezeiza, donde fue alojado Rojas. La investigación de la fuerza federal estableció luego que el propio Rojas los comandaba intramuros y que un soldado suyo, el posadeño Luis Baden (35), los había albergado en la capital misionera días anteriores.

Incluso, se supo que Baden había llevado pizzas y habían salido a la ruta a hacer un reconocimiento. El plan, según se estableció, era secuestrar a un empresario residente en una localidad ubicada sobre la ruta nacional 14 para luego llevarlo a Santo Tomé, Corrientes, donde lo iban a ocultar, Sin embargo, nunca se determinó quién era el objetivo.

El único celular de la banda de brasileños permitió iniciar la pesquisa que primero identificó a Baden -finalmente detenido en mayo de 2020- y después a toda la estructura que movilizaba Rojas desde la cárcel de Ezeiza. Es decir, fue la punta del ovillo para desarticular el PCF.

Lo que se sospecha es que Rojas contrabata a Bala Na Cara para la realización de “trabajos” en Misiones, como el asesinato de Verón. Como informó este medio, las escuchas revelaron que la pata posadeña estaba encargada solamente de la investigación previa y que después llegarían los extranjeros y sus armas a concretar el magnicidio.

A los brasileños Rojas los llama los “rapais”, e incluso habían intentado rescatarlos de la cárcel de Oberá -la misma donde estaban los Lopes- en junio del 2019. La alerta llegó a los uniformados del Servicio Penitenciario Provincial (SPP) por parte de una persona cercana a Rojas, familiar de uno de sus laderos que no quería que quedara involucrado en ese plan criminal.

Según investigadores de Gendarmería Nacional Argentina (GNA), días antes lo había ido a visitar Baden a la cárcel, para coordinar todos los detalles.

La idea era que Rojas simulara una enfermedad y así sea trasladado a un centro asistencial, donde emboscarían el vehículo oficial, al igual que hicieron con Lopes en Brasil.

El trabajo de Baden, como quedó demostrado, era albergar y trasladar a la mano de obra proveniente de Brasil. Y eso hizo. En esos días de julio se instaló con tres brasileños en Oberá para llevar adelante el plan, aunque varias cuestiones hicieron que el rescate de Rojas se vea frustrado.

Primero, la denuncia al SPP y segundo, la detención de otro brasileño, sorprendido  por Gendarmería la madrugada del lunes 8 de julio en un control a la altura de Urugua-í, sobre la ruta nacional 12. El hombre, de 39 años entonces, fue identificado como Marco Antonio S. D. S, oriundo de Río de Janeiro y llevaba consigo un fusil de asalto semiautomático calibre 5.56 sin número de serie, además de cinco cajones de mecanismos con cañones y cinco cargadores de ametralladoras con capacidad para 25 municiones. Un verdadero arsenal.

El foráneo había entrado en un auto por Puerto Iguazú y se dirigía a Posadas, donde se supone que lo iba a recibir Baden, pero todo quedó frustrado.

En mayo del año pasado, cuando allanaron ese refugio, incautaron armas y municiones calibre 5.56 como las de Marco Antonio y chalecos de la PFA como las que tenían los secuestradores detenidos en San José. Es decir, esa casa era una sucursal de las organizaciones criminales brasileñas en Posadas. 

 

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