Lo que sigue en pie del asilo y la gruta que espera a la Virgen

domingo 16 de diciembre de 2018 | 6:00hs.
Isabel de Freitas, educadora.
Isabel de Freitas, educadora.
A unos 100 metros de la avenida Sarmiento -arteria principal de Azara-, justo detrás de la parroquia San Antonio, se hallan los restos de la escuela polaca y asilo, construcción de 1913-1914 por iniciativa del sacerdote José Mariañski, llegado de Polonia en 1903 y que pertenecía a la congregación del Verbo Divino.
El cura tenía por objetivo el desarrollo de la vida en la colonia y en las chacras, el fortalecimiento de la fe y la educación en el espíritu patriótico polaco de las nuevas generaciones, describe el padre Antonio Herculan Wróbel en su texto Cien años de los polacos en Azara 1901-2001 y que se publicó en el marco de la celebración del centenario de la colonización del sureste misionero con la fundación del pueblo.
En el mismo texto, consigna que la escuela polaca a la que asistían los niños y jóvenes luego de la jornada de clases en la escuela argentina cumplía una tarea esencial “en relación a la instrucción nacional: enseñanza del idioma polaco, clases de catequesis, canto, historia y geografía de Polonia. Los chicos participaban en los actos patrióticos y religiosos, en frecuentes procesiones. Iban a la escuela polaca después de haber asistido a la argentina”.
Como no todos los hijos de colonos podían asistir a la escuela polaca por una cuestión de lejanía, Mariañski estableció un asilo en 1904. Así, los que debían recorrer largas distancias para realizar la catequesis podían dormir y comer en el establecimiento.
El asilo era una casa de madera y en 1913 se inicia la construcción de material que, aunque diezmada, sigue en pie un sector que habría servido de salón comunitario y despensa o depósito, contaron los habitantes más memoriosos.
En la década del 30, Mariañski deja su querida Azara y se retira a su tierra natal, desde donde seguiría en contacto con su obra en la remota Misiones hasta su muerte en 1940. Por esos años, se pone en marcha el Jovenado de San José hasta 1959, cuando se traslada a Fátima, en Posadas.
El lugar va perdiendo actividad hasta que queda en desuso, se lotea y se vende a varias familias locales. La mayoría echó las antiguas paredes levantadas piedra a piedra por los inmigrantes para dar paso a viviendas particulares.
Quien visite hoy el emplazamiento observará sólo una cuarta parte de la estructura original y bastante deteriorada por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento. Con todo ello, la construcción que hoy se utiliza de depósito es la única que pervive de aquella tarea pastoral y cívica del cura fundador.
Isabel Bento de Freitas (62) es una de las encargadas del predio que pertenece a su familiar que vive en Buenos Aires. Maestra jubilada y conocida por todos como Titina, recibió a El Territorio en su casa y charló acerca de recuerdos y relatos que conserva del asilo.
“Soy nacida y criada en Azara, recuerdo que cuando era chica yo iba con mi abuelo a la misa en el colegio, recuerdo muy poco, que era un lugar muy lindo y muy grande”.
Expresó que su cuñada, la actual propietaria, fue la única que mantuvo el edificio. “De lo demás no queda nada o queda muy poco, lo que van a ver en pie es un sector que creo que era como un salón de reuniones y también como almacén o depósito y al lado estaba la gruta que tenía la imagen de la Virgen de Fátima que después es llevada a Fátima en Posadas”.
Expresó que su deseo “es que esa imagen vuelva algún día a esa gruta y que se recupere ese lugar de oración y fe que me acuerdo de la infancia”.
El mástil de hierro cedió, oxidado, y queda la base. En el pueblo hay una historia muy difundida: en esa base, los fundadores guardaron tras un ladrillo, un mensaje para los futuros azarenses. Debía descubrirse en comunidad en el centenario, pero algunos sostienen que el legado fue arrebatado antes y nunca se supo en qué consistía.