Paredes que son memoria

domingo 16 de diciembre de 2018 | 6:00hs.
La antigua casa de Mihanovich- Dodero, en  la esquina posadeña de  San Martín y 3 de Febrero.
La antigua casa de Mihanovich- Dodero, en la esquina posadeña de San Martín y 3 de Febrero.
Silvia Godoy

Por Silvia Godoy sociedad@elterritorio.com.ar

Lo que hoy es la provincia de Misiones guarda la memoria de un pasado convulsionado y rico en contrastes y diversidad. Huella de civilizaciones prehispánicas, cuna de la experiencia jesuítico-guaraní, botín de guerra y pugnas políticas, testigo del tesón de los inmigrantes europeos haciendo frente a un escenario novedoso.
Este suelo colorado que está en la raíz de la selva, colonias y ciudades, esconde en todo lo ancho vestigios de estas gestas alejadas en el tiempo o concomitantes.
Son tesoros identitarios bien estudiados, como las reducciones de indios de los siglos XVII y XVIII, y también construcciones más modernas y silenciosas del XX, entre estos períodos, todo un amplio y variopinto mosaico de paredes que luchan contra la voracidad del olvido y la omnipresencia del progreso.
Acerca de estas edificaciones que constituyen el acervo patrimonial, algunas con carácter formal expresado en una declaración y otras de peso trascendental pero sin rango para su protección, discurre el presente informe, que traza una ruta por emblemas arquitectónicos y pone de relieve la importancia de su rescate y conservación como bien social.
La arquitecta Graciela de Kuna expresa el valor de este legado: “No hay que preservarlo sólo por la arquitectura sino por lo que significan”.
Y subraya que más allá de los hitos del patrimonio que han sido consagrados como sitios históricos, hay otros que forman parte de la vida cotidiana y se funden en una habitualidad que, a veces, hace difícil reconocerlos.
“Para las poblaciones es muy interesante el concepto, porque están acostumbradas a pensar que un patrimonio son las misiones jesuíticas que están todas cercadas, que hay que pagar entrada para verlas, que vas con un guía, o las Cataratas. En cambio, estos son bienes que conviven con los pueblos y usufructúan permanentemente. Si ves las fotos originales de estos edificios, están rodeados de nada, es decir, que se formaron ciudades”.

Herencia inmigrante
Dentro de este paisaje, la localidad de Azara, situada a 88 kilómetros de la capital y levantada por inmigrantes polacos llegados en los albores del siglo pasado, es una ventana a las vivencias de esas familias de colonos que sacaron adelante chacras y pueblo a fuerza de trabajo y fe.
El Territorio recorrió algunos de sus edificios más representativos y dialogó con los vecinos acerca de la necesidad imperiosa de un plan de conservación del patrimonio tangible e intangible, una voluntad que trastabilla ante la falta de recursos, pero mantiene su firme su empeño.
“Tenemos varios edificios de más de 100 años, que corresponden a la época de la fundación del pueblo y colonización por polacos y ucranianos”, indicó el intendente Carlos Fassa.
Añadió: “Algunos edificios pertenecen a privados y otros se conservan abiertos a la comunidad, como la iglesia San Antonio; sería muy interesante tener un circuito cultural histórico y poner en valor el patrimonio”. Admitió, no obstante, que “la falta de recursos para encarar una tarea tan importante y más en el marco de la crisis económica nos limita mucho, yo, que soy un hijo de Azara, siempre estoy en contacto con los vecinos más antiguos que tienen hermosos relatos sobre los primeros tiempos de la colonia, la comida, los bailes; todo eso se debe escribir porque de otra forma se va perdiendo”.
En esta comuna de poco más de 4.000 habitantes se encuentra una de las tres iglesias con cripta del país, subrayó el mandatario.
La cripta se abre cada Viernes Santo para cumplir con una tradición que trajeron los polacos: la veneración del Cristo Yacente. Esta ceremonia de oración atrae cada año a miles de turistas y feligreses.
Un proyecto que ocupa a la intendencia y a la comunidad es la recolección de datos acerca del pozo de agua que está frente a la plaza central y que se cree fue cavado en cercanías de 1850 y pertenecía a una estancia de correntinos, según consta en la historiografía regional.
“Cuando Azara cumplió 100 años y se hicieron los festejos en 2001, hubo una fiebre de rescatar la historia y entonces todos empezamos a preguntar a los más ancianos -hoy muchos ya no están- sobre recuerdos y cosas de esos tiempos, las familias tienen reliquias, algunos elementos, herramientas, fotografías de esa época y traídas de Europa”, explicó el vecino Carlos Kruk (67).
Desde entonces, está firme la iniciativa de colocar un cartel indicativo con información en la zona del llamado “pozo viejo”.
Kruk, autor de la reseña, aportó: “Mi padre me contaba que cuando él era niño las fiestas patrias se hacían al lado del pozo viejo, después oí lo mismo de otros vecinos”.
Era un punto de encuentro porque siempre llamó la atención de los colonos ese pozo que ya estaba cuando llegaron en 1901. “Según dicen, pertenecía a la estancia de la familia correntina Olguín. La estancia tenía corrales y galpones y el pozo, que se estima era una perforación de 1850 en adelante”.Con la colonización, siguió proveyendo de agua a los inmigrantes.
“En Azara, en el pueblo como en las chacras, se encuentran rastros del pasado más reciente y también de la época en que esto era un camino jesuítico, estamos todos de acuerdo en que rescatar la historia y estos sitios, además de mantener la identidad es una apuesta al turismo y tenemos muchas ideas en este camino”, dijo Fassa.