El utilero vive en el estadio Tito Cucchiaroni
Choco nació para ser parte de la historia de Mitre y de Rocamora
El 15 de octubre de 1972 Mitre debutó en el torneo Nacional. Fue su primer partido en el fútbol grande de la Argentina. El Auriazul cayó 3-1 con San Lorenzo en el Viejo Gasómetro, en Boedo.
A más de mil kilómetros y tres días antes, el 12 de octubre, había nacido Jorge Alfredo Sosa. Más conocido en Rocamora como Choco.
Parece que Choco nació para ser parte de la historia de Mitre. De chico llegó al club y se hizo hincha del Auriazul, un poco más que hincha en realidad. El club pasó a ser una parte fundamental de su vida.
“Mitre es un sentimiento. Doy todo por Mitre, es mi vida. Es mi segunda casa, mi familia, es todo” se emociona Choco en una de las tribunas del estadio Tito Cucchiaroni.
No hay jugador del club que no lo conozca. No hay entrenador, hincha o trabajador del Auriazul que no sepa quién es Choco.
“Estoy por cumplir 30 años trabajando en el club. De chico vine, me gustó y no me fui más”, contó el hoy utilero del club.
Pero en realidad Choco hizo de todo en el club. De marcar la cancha a arreglar el tejido. De cortar el pasto a lavar los autos de los jugadores.
Vivió las etapas duras del club y disfruta hoy de un presente un poco mejor, con un equipo protagonista en la mayor tanto en la Liga Posadeña como en el torneo Provincial y también a nivel nacional. Disfruta también de un predio lleno de vida porque en las inferiores cada vez hay más chicos que se suman a las filas del Auriazul.
Quien recorrió los pasillos de Mitre, quien jugó un tiempo en las inferiores o tuvo un paso por el equipo principal sabe quién es Jorge Alfredo Sosa, quizás no con ese nombre, pero sí sabe quién es Choco. Choco es Mitre, como él mismo lo dice.
Con el escudo auriazul tatuado en uno de sus gemelos, Choco arranca temprano a arreglar la utilería. Para el mediodía tiene todo listo y ordenado. A las 14 hay entrenamiento y los jugadores ya saben que va a estar todo preparado. Su laburo sigue hasta un rato después de que termina la práctica. Choco vuelve a ordenar la utilería, la cierra y cuenta unos cientos de pasos hasta su casa.
Sí, Choco vive en el club. Por la mañana se va del Tito Cucchiaroni para cumplir con sus deberes como empleado municipal y después regresa a su casa, a Mitre.
“Hago un poco de todo. Corto el pasto, hago poda, descacharrizado, lo que haga falta”, contó sobre sus tareas durante la mañana para la Municipalidad de la capital misionera.
Una vez que pega la vuelta al corazón de Rocamora ya pone la cabeza en el fútbol. Respira el olor del césped del Tito Cucchiaroni y pone en marcha la segunda parte de su jornada.
Un luchador de la vida
“Lavaba los autos de los jugadores y hasta viví con algunos por acá por el barrio”, recuerda Choco, quien no es de muchas palabras, pero sí de mucha emoción.
Hablar de Mitre lo conmueve, saca lo mejor de él. Se le ilumina la mirada y está claro que es amor. Amor por los colores, amor por el club.
“A fines del 95 vine al club y el papá de (Carlos) Toti Santa Clara me enseñó todo lo que sabía. Yo trabajaba en el cementerio, hacía changas, limpiaba tumbas, era albañil, me llamaron y no dudé”, contó sobre su llegada a Mitre para empezar a trabajar en el club de sus amores.
“Me entregaron la llave y me quedé. Mantenía la cancha, pintaba cuando había partido, marcaba la cancha, cortaba el pasto. Con mi primera esposa, con la que tuve dos hijos, vivía abajo de una de las tribunas. Ella me ayudaba también a mantener el club. Mis hijos jugaron acá en el club y tengo el orgullo de que hayan jugado acá”, se emocionó.
Choco siempre se las rebuscó, dentro y fuera del club. De profesión luchador. No la tuvo fácil, pero no reniega. Es feliz dentro de Mitre, es su lugar en el mundo.
“Soy lo que soy gracias al club”. Choco no tiene dudas. En Mitre encontró un trabajo, una familia y hasta crió allí a parte de su familia.
Con el Auriazul sufrió, festejó y hasta salió a recorrer la provincia y dejó atrás las fronteras de la tierra colorada.
“Yo nunca había salido de Posadas y conocí Formosa, Chaco, parte de Iguazú, que nunca había ido. Todo gracias al fútbol”, relató el utilero del Auriazul.
A sus 51 años Choco quiere cumplir un gran sueño, quiere un ascenso con Mitre. “Siempre digo que Mitre se merece estar un poco más arriba. Se perdió la final con los fomoseños y era la ilusión poder jugar un Federal A”, expresó.
El fútbol a veces tiene esas cosas, no es tan justo como se espera. No tiene los finales que deseamos o sí, pero quizás no en los momentos que esperamos. Choco no pierde la ilusión.
“Tengo 51 y hasta que me den las velas voy a estar acá adentro”. Choco es parte de la historia de Mitre, la hizo suya. Parecía que estaban destinados a caminar juntos, desde aquel octubre de 1972.