Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Malvinas, Doña Ñata y el Negrito

sábado 30 de marzo de 2024 | 6:00hs.

Cada año, el 2 de abril, Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, moviliza la sensibilidad de casi todo un país; efeméride que se impuso sobre las otras que honraban el hecho bélico, como lo fueron en su momento el 2 de mayo -fecha del hundimiento del Crucero General Belgrano-, 10 de junio -desde 1973 estuvo instituido como ‘Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes’- y el 14 de junio, día de la rendición argentina en Malvinas; el resto del año todo sigue su curso… salvo para los veteranos, sus familias, las familias de los que murieron en Malvinas y de los que fallecieron después por Malvinas.

A pesar de las largas cuatro décadas transcurridas desde el primer 2 de abril, a pesar de los muertos en combate, de los desaparecidos en combate, de los heridos, de los suicidios posteriores, del síndrome post traumático que afectó - y afecta - la vida de los sobrevivientes, poco hicimos como sociedad por ellos, ellas y sus familias; sumado a que el transcurrir de los años fomentó y oxidó diferencias y divisiones entre los veteranos, excombatientes, donde se puede incluir hasta la cuestión de género también.

Todo parece indicar que Misiones, una vez más, actuó de manera particular en el llamado proceso de “desmalvinización”; meses después de la derrota, autoridades, funcionarios y vecinos impulsaron, encabezaron y concretaron homenajes, actos y memoriales a comprovincianos caídos en el conflicto bélico; la mayoría fueron dedicados al Teniente Roberto Estévez, uno de los nueve caídos en combate, sin embargo cada 2 de mayo, el Ejecutivo Municipal capitalino se trasladaba a una modesta vivienda en inmediaciones de la Chacra 179.

Años antes,  Auda “Ñata” Moreira y Juan José Meza decidieron mudarse allí desde Eldorado, en busca de un futuro mejor para la familia, uno de los niños -nacido el 13 de octubre de 1959- llamado Miguel Ángel iba a trascender los límites de la finitud pero entonces nadie lo sabía; Miguel estudió en el Instituto Santa Catalina, la vocación militar atravesó su infancia y definió la adolescencia, tanto así que en el año 1975 ingresó a la Armada Argentina; en enero de 1982 tenía veintitrés años, fue destinado al Crucero ARA “General Belgrano”, su máximo sueño hasta entonces.

Este navío era un veterano respetado, pero no estaba a la altura de las circunstancias frente a un enemigo de la envergadura de Inglaterra -¿o debo escribir Gran Bretaña?-; había sido botado en 1938 con el nombre de Phoenix, en la ciudad homónima, entró al servicio de la Armada norteamericana en octubre del mismo año en el marco de la Segunda Guerra Mundial, tuvo una activa participación en ella, soportó varios ataques; en febrero de 1945 estaba navegando cuando Estados Unidos capituló con Japón; pasó a la reserva del Atlántico hasta su baja en 1946.

Transcurrieron cinco años hasta que el barco se salvó del desguace, cuando el gobierno argentino lo adquirió junto a otro similar por casi ocho millones de dólares, el USS “Phoenix” pasó a llamarse “ARA 17 de Octubre” primero y luego de 1955 se lo rebautizó  “General Belgrano”; en febrero de 1982  se dirigía a Puerto Belgrano para el mantenimiento anual, sus turbinas estaban en malas condiciones y su velocidad de navegación estaba muy afectada; el 2 abril el capitán fue informado del tema Malvinas, recibieron a la tripulación estipulada para tiempos de guerra -mil noventa y un personas-, la misión que se le asignó fue patrullar en inmediaciones de la zona de exclusión.

El 2 de mayo de 1982 fueron atacados por el submarino HMS Conqueror, dos torpedos impactaron y sellaron el destino de trescientos veintitrés tripulantes, entre los que estaba el Cabo Miguel Ángel Meza, su cuerpo no puedo ser rescatado; pocos días después una delegación de la Armada Argentina se presentó en el domicilio de la familia Meza, Ñata los recibió junto a su esposo y algunos de sus hijos, le entregaron una gorra y a modo de explicación le dijeron “ustedes perdieron un hijo pero la Patria tiene un héroe”…

Apenas pudo mantenerse en pie esa madre, cuando los uniformados se retiraron, Ñata corrió por la calle Padre Serrano hasta el río Paraná, pidiendo por la recuperación del cuerpo de su hijo, muchos allegados y amigos acompañaron las oraciones, los días interminables y un dolor que no tendría fin, en Ushuaia otro hermano esperó en vano los restos de Miguel.

Casi sin pensarlo los vecinos construyeron con sus manos un monolito en homenaje al Negrito, en la casa de la familia Meza, al costado del arroyito que pasaba por allí; al tiempo le agregaron un cantero, un mástil, luego otro y fueron apareciendo las placas; cada 2 de mayo se realizaba un acto oficial municipal, participaban los vecinos, los invitados de las fuerzas armadas y los funcionarios, al finalizar la ceremonia doña Ñata agradecía invitando empanadas -esa escena, año tras año, me enseñó la diferencia entre el amor y el rencor-.

Don Meza lidió con el dolor y la pérdida hasta que no pudo más y Ñata llevó en alto la bandera de reivindicación de la Gesta de Malvinas por casi tres décadas, viajó a Tierra del Fuego y pudo dejar flores en el mar y mensajes póstumos dentro de botellas que fueron arrojadas a las aguas del mar del sur; en el año 2008 le pasó la posta a su hija Dolores y… a lo mejor se reencontró con su Miguelito; para entonces la calle frente a la vieja casa familiar llevaba el nombre de Cabo Primero Miguel Ángel Meza, la traza de la Avenida Costanera de la ciudad la transformó en una vía de acceso importante a la Bahía El Brete, a la plazoleta que perpetúa el nombre del marino, donde es posible conocerlo observando el busto que cincelara el artista misionero Hugo Viera, colocado allí en 2013.

Cuando pienso en Malvinas, el rostro de Ñata se vuelve nítido, recuerdo los tímidos homenajes, la casa, el arroyito, a Juan José, Ricardo y Dolores -algunos de sus hermanos-, pienso en los veteranos, muchos de ellos abuelos, pienso en niños y jóvenes misioneros que no conocen esta parte de la historia argentina, que desconocen la participación de sus mayores y eso es responsabilidad de todos.

Una vez más, el agradecimiento y enaltecimiento a nuestro compañero Pocho Ramírez, Veterano, Sobreviviente y Héroe de Malvinas.

¡Hasta la semana próxima!

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