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Tradición familiar que se transmite de generación en generación

El ritual de la pesca es adquirido por las familias para hacer de ella un estilo de vida. Tanto los Tkachuk como los González tomaron los valores para mantener viva la llama

domingo 26 de marzo de 2023 | 6:05hs.
Tradición familiar que se transmite  de generación en generación
Carlos Tkachuk (53) -foto- conoció la actividad gracias a su padre y la inculcó a su hijo Matías. Fotos: Esteban González
Carlos Tkachuk (53) -foto- conoció la actividad gracias a su padre y la inculcó a su hijo Matías. Fotos: Esteban González

La pesca logró convertirse en un ritual que se transmite de generación en generación, una tradición bien marcada que se respeta y disfruta junto al río.

Este ritual está arraigado en un seno familiar de Jardín América, más precisamente en la casa de los Tkachuk. Carlos Humberto (53) conoció la actividad gracias a su padre e inculcó a su hijo Matías Gabriel, quién es su compañero en los concursos que se realizan en la región.

“La pesca es un cable a tierra, o en este caso al agua, porque en su momento me despejaba y relajaba un montón del trabajo pesado que tenía”, le contó Carlos a El Territorio.

Junto con su hijo, Carlos participó en distintos concursos, entre ellos en el Torneo de Pesca del Surubí en la ciudad de Ituzaingó, Corrientes. Allí obtuvieron el segundo lugar y fue una experiencia única para ambos compartiendo bote como compañeros de equipo.

También estuvieron en el torneo de Bella Vista, el más grande de Paraguay, quedando en el quinto lugar entre 300 lanchas; y en el certamen de Capitán Meza sacaron la pieza mayor de cuero en dos años consecutivos.

“Este deporte, a pesar de ser un poco costoso, está cada vez más en auge, hoy en día hay muchos más pescadores embarcados que antes”, contó Carlos, añadiendo que precisamente la parte económica juega un factor importante, ya que cada vez el equipo de pesca es más caro o bien el combustible para la lancha.

El hecho de haber recorrido distintos puntos de la Argentina y países limítrofes no hace que los Tkachuk tengan un lugar preferido para ir a pescar, en todo caso se cambia de lugar dependiendo de la especie que se busca o de la época del año, pero siempre juntos.

Además, el hecho de haber empezado desde la infancia a Carlos le trae añoranzas en que recuerda a su padre Demetrio, fallecido hace ya siete años.

“Fui con él cuando era chico al arroyo Tabay y al Cuñá Pirú, sacamos dorados y salmones, especies imposibles de encontrar hoy en los arroyos”, relató.

Su lancha es también un integrante más de la familia. Carlos contó que en 1997 participó del certamen Integración del Surubí en Ituzaingó y allí ganó la embarcación con la que recorren los ríos hasta el día de hoy. Se llama ‘Meio loco’.

Por último, don Tkachuk dijo que la pesca es un momento único y hay que disfrutarla desde que se preparan todos los elementos. “Es un deporte muy relajante del que después se pueden contar muchas anécdotas y te hace vivir momentos únicos, aunque si se hace en compañía con la familia es mucho mejor aún”, cerró.

Hoy los Tkachuk viven a pleno la tercera generación al lado de la pesca. Y se viene preparando la cuarta con su nieto Lautaro, amante del agua y las cañas.

De tal palo, tal astilla
En Ruiz de Montoya, en la familia conformada por Leonardo González (47), Matilde Paiva (43) y Ámbar González Paiva (14) son pescadores, e incluso la adolescente empezó a los 8 años.

“Lo hacemos desde hace 27 años, pero en lo deportivo estamos desde el 2016”, contó Matilde en diálogo con El Territorio. En dicho año Ámbar compitió por primera vez en Aristóbulo del Valle y en marzo del 2017 comenzaron los campeonatos como familia en la ciudad de Montecarlo.

Para Leonardo la pesca representa amistad, además de la oportunidad de conocer lugares y personas.

“La fauna ictícola es muy rica y valiosa, siempre tratamos de transmitir el amor a ello a nuestra hija desde pequeña”, dijo el montoyense, y añadió: “Esto nos permite estar juntos, pasar momentos únicos donde nos reencontramos con amigos y se comparten experiencias, conocimientos y hasta secretos que nos ayudan a mejorar”.

Deportivamente participaron en distintos eventos, aunque uno de ellos los marcó a fuego y fue el Torneo de Encarnación en el club Pacú Cuá. En aquella oportunidad hubo una tormenta que los sorprendió, con oleajes impresionantes, por lo cual debieron surcar las olas para llegar a puerto sanos y salvos.

“Fue traumático para Ámbar, que gritaba y lloraba por la situación, ella tenía 8 años. Nos sentamos en el suelo y rezamos al ángel de la guarda y así se tranquilizó”, recordó Matilde.

Ni bien llegaron al puerto, se enteraron que había gente en el agua, lanchas hundidas y la carpa que ellos tenían quedó a varios metros del campamento. Finalmente todos los que estuvieron en el lugar salieron ilesos por la atención de los guardias de seguridad.

En 2022 padre e hija participaron como equipo en las 20 Horas del Pirá Pyta, también muy significativa porque juntos lograron buena cosecha en una noche muy fría. Y aunque recorrieron distintos lugares en diferentes torneos, el lugar preferido para los tres es el Club Caza y Pesca Aristóbulo del Valle. Allí nació la pasión por la actividad y allí siempre se preparan para las competencias que se avecinan.

Participar de una competición tiene varios factores a tener en cuenta, como ser la lancha limpia y acondicionada, el clima, la luna, la altura del río, el color del agua que también es importante. Además, si se trata de un torneo de 20 horas hay que contar con abrigos, mucho líquido, mate o tereré, la picada, la cena o desayuno que será todo en la embarcación.

A su vez, en invierno es más complicado tanto en pesca como navegación y en la noche con la neblina hay que ser más precavidos porque se dificulta la visibilidad.

Leonardo y Matilde resaltaron que lo más importante para cada pareja es compartir la experiencia con los hijos, poder amar lo que hacen, acompañar, enseñar siempre cuidando de la naturaleza y el medioambiente.

“Pescar cultiva la paciencia, el diálogo, la amistad, por eso es una actividad tan gratificante y se debe transmitir para dejar como herencia”, cerró Matilde.

Ámbar a su corta edad ya pudo consagrarse campeona. Pero, la escuela y otras actividades como ser básquet y danzas hacen que la deje momentáneamente, aunque con el firme propósito de retomar o bien de pescar sin competir.

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