Sucedió a fines de septiembre del año pasado

Sobrevivió a un asalto armado, pero con su salud paga las consecuencias

Ricardo Wust (61) fue víctima de dos contrabandistas que robaron su camioneta para traficar cigarrillos. Las consecuencias para su salud y los cuestionamientos por la intervención policial que, al igual que su hija, considera deficiente. Nunca recuperó su vehículo, que terminó destrozado.
domingo 02 de enero de 2022 | 6:05hs.
Sobrevivió a un asalto armado, pero con su salud paga las consecuencias
Sobrevivió a un asalto armado, pero con su salud paga las consecuencias

El contrabando de cigarrillos es uno de los negocios ilegales más arraigados en esta provincia, con la zona Centro como punto neurálgico de una empresa que genera millonarias ganancias pero en paralelo también deja secuelas en los ciudadanos, cada vez más expuestos a este mundillo criminal que no se detiene con la pandemia. Al contrario, continúa operando a buen ritmo.

En ese contexto el daño a la salud que supone el producto termina siendo un detalle porque en el camino pesa mucho más la tragedia. Muertes en las rutas causadas por cigarrilleros que chocan, matan y escapan; inseguridad generada por delincuentes que roban a mano armada los vehículos con los cuales potencian y desarrollan el tráfico y a quienes no les tiembla el pulso para lastimar a sus víctimas, sembrando miedo en las localidades por donde se mueven.

Los que sobreviven a ellos terminan con consecuencias de las que pocas veces se recuperan. Es el caso de Ricardo Wust (61), conocido taxista y fletero de San Vicente que en plena tarde del 22 de septiembre del año pasado sufrió un asalto en manos de un dúo de contrabandistas que lo ató a un árbol en un alejado paraje de la ciudad de Dos de Mayo para después robar su camioneta, una Ford Ranger que apenas 16 días después volcó sobre la ruta provincial 7 -en Aristóbulo del Valle- repleta de cigarrillos Eight.

La camioneta no era un simple medio de movilidad, más bien representaba toda una vida de trabajo duro. “La cuidaba mucho porque en ella estaban puestos más de 20 años de laburo, fue el primer vehículo nuevo que compré en mi vida”, resumió Wust admitiendo que las peores secuelas se orientan hacia su ahora debilitada salud física y mental.

“No quiero manejar más, mi vida entera estuve frente al volante pero quedé muy dañado. Jamás tomé medicación para dormir y ahora si no lo hago, no duermo. Me despierto sobresaltado. Siento miedo”, confesó el hombre que por ahora trata de conseguir algo de normalidad haciendo de secretario de su hija, la contadora sanvicentina Daiana Wust. 

 

El último viaje de Ricardo

El ataque fue tan traumático que quedó grabado a fuego en la cabeza de Wust. “Soy taxista hace 33 años y a cada rato hablo con gente que se acerca para consultar precios de viajes. Esa mañana (22 de septiembre) un hombre preguntó el costo hasta Dos de Mayo para buscar una heladera y una cocina, le dije cuánto saldría y se fue. Por la tarde regresó y dijo ‘vamos a buscar las cosas’. Tenía barbijo, gorrita en la cabeza, no le vi mucho la cara pero tampoco pensé mal, parecía lugareño”, contó y recordó que “minutos después de salir me pidió llevar a un compinche para ayudar a cargar las cosas. No me opuse, por lo que en el camino subió, se sentó atrás y continuamos”.

El destino del viaje era un paraje conocido como Cascuda, situado en las afueras de Dos de Mayo y en sentido contrario a la zona urbanizada. “En el camino íbamos hablando normalmente con el muchacho que contrató el servicio, del clima, de cosas de la vida cotidiana. En un momento comenté que teníamos que estar cerca y en ese punto dijo ‘pará nomas’ apoyando un cuchillo en mi cuello y el de atrás una pistola en la cabeza. ‘No hagan macana chicos, quédense tranquilos’, pedí pero ni bien detuve la camioneta el tipo cazó la llave, se bajó tranquilo, abrió mi puerta, me hizo bajar y tomó el volante. Siempre apuntando con las armas, me obligaron a subir nuevamente y manejaron unos 4 o 5 kilómetros hasta un lugar que tenían preparado de antemano”.

“Pedí que llevaran el auto pero no me golparan”, contó Wust y añadió que después de transitar un largo tramo por un camino terrado “en un descampado metieron la camioneta y el que manejaba advirtió que no me resista, que si no molestaba no me iban a hacer nada: ‘Te vamos a tratar bien si te portás bien’, dijo. ¿Pero qué uno va a hacer con una pistola en la cabeza y un cuchillo en la garganta? -cuestionó ahora- Después de detenerse me metieron al monte e insistí que ‘si me van a matar mátenme acá’ porque pensé que lo harían. Respondieron que ‘no, te portaste bien, no te vamos a lastimar’. Me sujetaron las manos con precintos y cinta de embalar”, detalló y recordó que el que tenía el cuchillo confesó, “tu camioneta vamos a ocupar un poco y la vamos dejar abandonado en algún yerbal, la voy a cuidar, queremos hacer un trabajito porque estamos jugados y no tenemos otra alternativa”.

El hombre contó que pidió a sus captores que dejaran los documentos que estaban en la guantera, a lo que accedieron, pero después lo llevaron maniatado cerca de 80 metros monte adentro. “Me sentaron contra un árbol, encintaron bien mis piernas estiradas y con una piola sujetaron mi cuerpo contra el tronco, con cinco o seis nudos. Uno hizo como si llamaba por teléfono a un tercero y dijo ‘el viejito está listo, no se retobó, cuidenlo bien, si le llegan a tocar un pelo vamos a volver por la familia de ustedes’. Me encintaron la boca, pidieron disculpas y se fueron, asegurando nuevamente que iban a dejar la camioneta tirada en un yerbal después de ocuparla”.

El viaje hacia el paraje Cascuda inició a las 16.05 habiendo transcurrido más de una hora hasta que los delincuentes dejaron a la víctima atada en el monte. “Intenté muchas veces hasta que llegué a los nudos y los fui desatando. Estaba seguro que alguien me vigilaba por eso, cuando me liberé, caminé agachado más de mil metros hasta una casa. La señora se asustó al verme así, exaltado, sucio, pero le pedí que llamara a la Policía porque me habían asaltado. Al rato llegó una patrulla”.

Intervención policial y sospechas

El periplo terminó a las 18, cuando intervino la Policía y Wust se puso a salvo, aunque es un capítulo muy cuestionado tanto por la víctima como por su hija, en razón de que entienden que “la investigación fue un fracaso” desde el momento en que fue denunciado el robo de la camioneta hasta que terminó volcada repleta de cigarrillos con un color distinto y dominio adulterado, dos semanas después.

“Los policías querían llevarme directo a la comisaría, les dije que no, que debían ir al lugar donde la camioneta había dado vuelta para ver las huellas que dejaron, buscar pruebas, porque me tomaban como que estaba loco, no me creían, hasta que de mala gana accedieron. Cuando llegamos al sitio dijeron ‘ah esto va enserio’. Me enojé mucho, no podía creer que actuaran de esa manera. Tuve que insistir para que me acompañaran al árbol donde estuve atado y dejé la piola, las cintas. ‘¿Qué hacemos?’ llegó a decir uno. Yo pensé que iban a preservar el lugar y esperar a que los peritos hagan su trabajo, pero no, ellos mismos sacaron las fotos con sus celulares y levantaron esos elementos, sin guantes, dañando cualquier vestigio de huellas que seguramente había en la cinta”, lamentó Wust.

La pesquisa policial comenzó inmediatamente después del robo. Según comentaron los damnificados, la tarea investigativa inicial detectó que la camioneta fue publicada para la venta en redes sociales al menos dos semanas antes de cometido el asalto, con otra patente. “Eso nos avisó la Brigada de Investigaciones de San Vicente después de consumado el robo, entonces deduzco que a mí me entregaron con la condición que no me hagan nada”, refirió el fletero.

En ese punto intervino Daiana cuestionando duramente “el desinterés policial para encontrar y detener a los delincuentes que nos robaron, porque estuvieron 16 días circulando con la camioneta por la zona, más de una semana estaba roja hasta que la pintaron de blanco y terminó cayendo no por la Policía, sino porque un pájaro golpeó el parabrisas, eso asustó al que manejaba, pegó un volantazo y tumbó con los cigarrillos. Pero lo más grave de todo es que durante ese tiempo gente conocida nos avisaba que veían la camioneta transitando en Aristóbulo del Valle, Campo Grande, en un taller de Oberá que pertenece a un ex uniformado e incluso nos mandaban fotos con direcciones, información que enviamos de inmediato a los policías pero siempre llegaron tarde, se tomaron su tiempo y nunca encontraron nada”.

Para la profesional contable, otro punto clave y que para ella justifica la displicencia policial que refiere “es que por delante de la camioneta (la mañana en que volcó a la altura de un mirador de la ruta provincial 7) circulaba un patrullero de la Policía Ambiental haciendo punta. Pasó la verde como loca y atrás la nuestra que terminó volcando, pero la policial continuó, no se detuvo a auxiliar a nadie siendo que son funcionarios públicos que deben velar por la seguridad de la sociedad”. Sobre eso acotó además que “hay testigos de que el que manejaba nuestra camioneta estaba escondido a metros de donde volcó cuando intervino la Policía de Aristóbulo del Valle, pero nunca lo buscaron. Lo dejaron ir”.

“Lamentablemente quedó todo ahí, nadie se tomó el trabajo de investigar para llegar a los responsables, eso que las cámaras de un negocio captaron al asaltante en un semáforo cuando circulaba con los vidrios bajos, y cuando fui a reconocer la camioneta hasta saqué fotos de una orden médica con fecha 7 del 10 que estaba en el habitáculo, o sea que estos tipos hasta se fueron al médico y cuando le dije a las autoridades me cuestionaron que cómo lo sabía”, cuestionó Daiana y aclaró que como consecuencia de la actuación de la fuerza provincial hizo “una denuncia porque hay muchas irregularidades, hasta vino a verme gente de Asuntos Internos de la Policía y le di toda la información que tengo desde el momento del robo hasta la evidencia que obtuve investigando con mi familia y las respuestas que busco. Incluso las amenazas que recibí de parte de uno de los sospechosos que estaba detenido en un principio”.

“Yo no puedo trabajar tranquila, mi papá directamente no trabaja desde hace más de tres meses y nadie nos brindó seguridad, ni siquiera cuando la cosa estaba caliente. Hasta con el gobernador hablé hace poco y aseguré que gente de la Policía de Misiones está metida en la causa de mi papá, me tranquilizó y prometió que iba a poner gente seria a trabajar en el tema pero el desinterés sigue siendo el mismo”, puntualizó.

Destruida por una máquina

La bronca de los Wust no sólo tiene que ver con la deficiente investigación, sino con la destrucción que sufrió la camioneta en manos de la Policía.

“Eso es lo que duele, que los que nos tienen que cuidar actúen de esa manera”, exclamó Ricardo y su hija aclaró que “al subjefe de la policía de la provincia le pregunté si tenían con qué llevar la camioneta (desde el sitio del vuelco en razón de que había sido secuestrada) y nos dijo que sí, que tenían una grúa, pero la llevaron colgando con una máquina municipal y la destruyeron por completo”.

“Le pregunté a (Marcelo) Chimiski -jefe de la URXI de Aristóbulo del Valle- qué hicieron con la camioneta, por qué no la cuidaron y la llevaron con una excavadora, la reventaron de todas formas posibles y eso es posible ver en las mismas fotos que se la ve volcada pero con pocos daños, arreglable, pero ahora no sirve para nada si rompieron hasta el último foco. Estoy segura que hubo intencionalidad al destruirla”.

Desde entonces la camioneta Ford Ranger se encuentra en manos de la Policía Federal vinculada a una causa federal por contrabando, aunque está pendiente de respuesta un pedido de restitución presentado por los damnificados. En función de eso recién podrán gestionar con el seguro.


Otro comerciante asaltado

El 25 de octubre del 2021 tres hombres armados se llevaron un vehículo luego de apuntarle en la cabeza a su propietario, un comerciante de 55 años, en San Vicente.

La secuencia se desarrolló cerca de las 21.30, cerca de un conocido local comercial ubicado sobre la avenida Néstor Kirchner.

El damnificado, identificado como Carlos D.C. y con domicilio en Dos de Mayo, expresó que tres hombres lo abordaron luego de bajar de dos motocicletas.

Fue entonces que le exigieron su auto, un Chevrolet Cobalt gris dominio NNE-669.

A los investigadores detalló que su coche estaba chocado en la parte frontal izquierda.

Luego de apoderarse del rodado, los delincuentes huyeron a toda velocidad. El hombre detalló que uno de ellos era alto, rubio y de ojos celestes.

También expresó que posiblemente las armas eran 9 milímetros.

 

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La familia espera desde entonces la restitución para avanzar con las gestiones del seguro.
El vehículo fue trasladado con una retroexcavadora.
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