Entrevista a la directora de Aldeas Infantiles SOS, Alejandra Perinetti

La ESI en las escuelas ayuda a que las víctimas puedan denunciar

La profesional se refirió al perfil y al ardid común de los abusadores. Apuntó a la necesidad de un cambio cultural y animó a la sociedad a denunciar sin demora
domingo 30 de mayo de 2021 | 6:05hs.
La ESI en las escuelas ayuda a  que las víctimas puedan denunciar
La ESI en las escuelas ayuda a que las víctimas puedan denunciar

“En Argentina ocho de cada diez niños o adolescentes que sufrieron abuso sexual se dan cuenta de eso cuando en las escuelas tienen clases de Educación Sexual Integral (ESI) y siete de cada diez niños sufren algún tipo de violencia a diario en su propio hogar”. La directora de Aldeas Infantiles, Alejandra Perinetti, encuadró en esas dos cuestiones los ejes para abordar el drama de las violencias contra los menores de edad.

La primera estadística pone en evidencia la importancia de la ESI en las escuelas. “Es fundamental porque es ese el ámbito donde el niño o el adolescente recibe la información necesaria para entender su cuerpo, para saber sus derechos, para poder poner en palabras si fue víctima de algún abuso”, señaló.

La segunda realidad señala que el hogar es el lugar donde mayormente ocurren los abusos sexuales y todo tipo de violencias contra los niños y adolescentes. Esto significa que el lugar donde más seguro debieran estar los menores de edad es también el sitio donde sufren los maltratos.

Aldeas Infantiles SOS trabaja en la ciudad de Oberá desde 1979 promoviendo la cultura de la crianza positiva que, según explicó Perinetti, “busca llegar con capacitación para todos los miembros de una familia para que puedan cuidarse, convivir y relacionarse desde la afectividad, la puesta de límites sin violencia”.

Según la profesional, este trabajo con las familias es fundamental para lograr “entornos seguros y protectores donde niñas y niños puedan tener garantizados sus derechos y desarrollarse integralmente”.

Según Perinetti, “los abusos sexuales contra niños es una problemática que está marcada a fuego en Misiones por una cuestión cultural. Nosotros trabajamos en distintos lugares del país y notamos que en Misiones es una realidad constante”.

“Al analizar los casos de abusos sexuales vemos que casi el 80% tienen como abusador a un miembro de la familia o a un adulto muy cercano al hogar. Son delitos que ocurren dentro del ámbito familiar y hasta que logra salir de las cuatro paredes de esa casa, suele pasar bastante tiempo”, explicó Perinetti.

En general, los abusadores son hombres. Tíos, primos, abuelos y padrastros figuran en el listado de las denuncias. “Son situaciones que siempre ocurrieron, pero que se agravaron con el aislamiento obligatorio que estamos haciendo para prevenir los contagios de coronavirus. Las familias se encerraron más en sus casas y con ese encierro crecieron los abusos hacia los niños, que además quedaron privados de sus escuelas que muchas veces son el único lugar donde pueden recibir ayuda”, continuó la entrevistada.

Al referirse al patrón de personalidad de los hombres abusadores, la profesional dijo que “en general son grandes encantadores de serpientes, es decir, tienen la habilidad de llegar a sus víctimas bajo distintos engaños y pueden seguir perpetrando el abuso mucho tiempo porque son muy hábiles para hacerle creer a sus víctimas que no tienen salida”.

La directora de Aldeas Infantiles dijo, además, que es fundamental aclarar que los abusos sexuales contra los niños no distingue clases sociales. Ocurren en familias de altos ingresos económicos como en familias pobres. Pero también destacó que “las familias que viven hacinadas en un sólo ambiente donde adultos y niños viven, comen y duermen en condiciones de extrema pobreza con casillas de madera, chapa y bolsas, son muchas veces el escenarios que habilitan violencias contra los niños”.

Pero, inmediatamente aclaró que “eso no significa que los niños que vivan en casas confortables no sean también víctimas de abusos sexuales”.

Abuso contra los niños

Para abordar esta problemática, la licenciada explicó que “no es correcto hablar de abuso sexual infantil, porque de esa manera pareciera que el niño  es parte del problema, como si eso entrara en el mundo de lo infantil. Y eso no es así. Lo correcto es llamarlo abuso sexual contra los niños porque ellos son las víctimas de ese delito”.

“El abuso sexual contra las infancias y los adolescentes es toda conducta en la que un adulto utilice para su satisfacción sexual y goce personal, a un niño, niña o adolescente que no está preparado para comprender esa situación”, explicó la profesional para empezar a abordar la cuestión.

Luego, aclaró que el abuso sexual es un tipo de violencia que tiene como víctimas a los niños y adolescentes. “El abuso sexual es una de las caras de las violencias, donde también existe el maltrato físico o piscológico. El denominador común de todas esas acciones es que tienen un enorme impacto en el desarrollo y la salud mental de niños, niñas y adolescentes, con consecuencias negativas a corto y largo plazo, que  pueden incluir problemas conductuales, trastornos depresivos, trastornos de ansiedad, alteraciones cognitivas, entre muchas otras”.

Si bien los abusos sexuales en general suceden en el ámbito del hogar, los abusos también pueden darse en otros lugares como clubes, iglesias, escuelas, hospitales, plazas y también en el mundo virtual, donde hay mucha presencia de menores de edad que generalmente se encuentran sin la protección de sus padres.

Sobran leyes, falta educación

Al entrar en el mundo de los abusos contra los menores de edad, la directora de Aldeas Infantiles destacó que nuestro país está normado por un sistema jurídico que toma en cuenta los derechos humanos de los niños y adolescentes con buenas herramientas jurídicas para protegerlos, pero el problema se da en la cultura de la sociedad.

Las leyes existen. Lo que no hay es conciencia social sobre este drama. Porque aún existe en gran parte de la población la idea de que los niños son propiedad de los padres o de los adultos. Que lo que pasa con ellos es responsabilidad del hogar en el que les tocó nacer. Y es, en este punto, en el que hay que trabajar bastante para explicar que se trata de una cuestión pública que involucra a toda la sociedad.

“Aunque las causas por las que se producen los malos tratos son múltiples, una de las principales es la antigua consideración de que niños y niñas son objetos de los adultos. Idea que continúa vigente en muchos discursos que consideran la crianza como una tarea íntima y que avala los malos tratos como práctica posible en la tarea de educar. A pesar de contar con una legislación que prohíbe explícitamente el uso de castigos corporales y tratos humillantes en las crianzas, aún tenemos mucho camino por recorrer para generar el cambio cultural que se adecúe a lo que nuestras leyes nos indican”, señaló Perinetti.

Solución: empieza con la denuncia

La licenciada explicó que “es fundamental tener una mirada atenta hacia lo que dicen, hacen o muestran los niños y adolescentes. Porque muchas veces los menores de edad no pueden manifestar con palabras lo que están sufriendo, pero sus conductas, su lenguaje y su forma de manifestarse tiene que ser siempre atendida por adultos responsables y concientizados en esta problemática”.

Puede ser la maestra en la escuela. El vecino del barrio. El almacenero de la esquina. O el policía de la cuadra. Todos los adultos son responsables de estar atentos a los niños. Tener una mirada inteligente sobre lo que dicen o hacen. Escucharlos. Creerles siempre. Prestar atención a lo que nos quieren contar. Son actitudes que los adultos deben poner en práctica.

“Lo que pasa es que vamos por la vida con tantos problemas en la cabeza que a veces no prestamos atención a muchas alertas que nos pueden mostrar los niños y adolescentes. Pero este es el principal punto a cambiar. Se trata de un drama que requiere que todos pongamos la mirada atenta en lo que les está pasando a los niños y adolescentes que tenemos cerca”, consideró Perinetti.

Y si aparece la sospecha de que ese niño está sufriendo algún tipo de violencia hay que denunciar el caso sin demora. “Llamando al número 102, acudiendo a la comisaría del barrio. Hay que contar lo que vimos o lo que sospechamos, aún sin pruebas porque luego son las instituciones judiciales las que se van a encargar de averiguar de qué se trata. No hay que tener miedo ni debemos sentirnos como detectives buscando pruebas. Esa no es nuestra función de ciudadanos. Lo que debemos hacer es denunciar y luego las autoridades se encargarán de toda la investigación”, agregó.

En cuanto a los comportamientos que debemos prestar atención en un niño o adolescente porque pueden querer decir que están siendo víctimas de abuso sexual, la profesional dijo que “en general los maestros suelen notarlo enseguida porque muchas veces son alumnos que bajan de un día para el otro el rendimiento escolar, que no pueden concentrarse, que se cierran mucho y no participan. O, por el contrario, que manifiestan conductas muy agresivas o de connotaciones sexuales que no son propias para su edad”.

La profesional también dijo que “los trastornos alimenticios, chicos que comen de más o comen muy poco, las depresiones, el vocabulario que usan. Sus dibujos. Son todos indicadores de que algo le está pasando a ese niño o a ese adolescente”.

 

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