Ni enfermos ni psicópatas: los artificios del modo de actuar de los abusadores

domingo 13 de septiembre de 2020 | 5:00hs.
Ni enfermos ni psicópatas: los artificios del modo de actuar de los abusadores
Ni enfermos ni psicópatas: los artificios del modo de actuar de los abusadores
María Elena Hipólito

Por María Elena Hipólito sociedad@elterritorio.com.ar

Entrar en la cabeza de un abusador es difícil, entenderla es prácticamente imposible. La realidad pone en jaque a las creencias que se tenían al respecto y las desecha: “Los abusadores sexuales no son desconocidos al acecho, tampoco enfermos mentales que actúan perturbados por el delirio o bajo los efectos del alcohol u otras sustancias”.

La afirmación es contundente y se desprende de una investigación de Norma Lapuente, psiquiatra forense y perito del Superior Tribunal de Justicia de Misiones, que recopiló 73 expedientes en el período comprendido entre los años 2005 y 2010. Allí, la mujer reúne testimonios de niños, niñas y adolescentes abusados sexualmente así como de sus victimarios, hace un informe socioambiental y establece la relación entre víctima y victimario, entre otras varias cuestiones referidas al tema.

“No son enfermos mentales y en la mayoría de los casos el abuso sexual infantil es intrafamiliar. Digo que tienen rasgos psicopáticos porque son rasgos que podemos tener cualquiera de nosotros que se refieren a la manipulación, a proyectar la conducta y la responsabilidad en otros, todo ese tipo de cosas. Otra cosa es ser un psicópata, en todos los que tuve la oportunidad de estudiar no vi ningún diagnóstico de psicopatía. El alcoholismo participa muy poco y las drogas tampoco”, sostuvo Lapuente, en diálogo con El Territorio.

La profesional insiste en que no se logró aún hacer el perfil de un abusador sexual, pero que hay rasgos determinados que se dan en una conducta sistematizada que se repite como ganarse la confianza de la víctima a través del acercamiento, regalos, la manipulación y las posteriores amenazas para lograr el silencio de los niños, niñas y adolescentes. “Le dicen cosas como ‘este es un secreto que lo vamos a tener vos y yo’, y cuando se dan cuenta de que la cosa no va a andar le dicen ‘si le contás a tu mamá la voy a matar y también a tus hermanitos’. Esas cosas los chicos se las creen”, aseguró.

De los casos con los que trabajó para su investigación, Norma registró que en la mayoría los padres representaron el mayor peligro, en segundo lugar los padrastros, luego siguen los familiares cercanos y por último, algún amigo muy íntimo de la familia. Como no hay enfermedad, no hay cura y “la reincidencia es inevitable”, afirmó.

“El hacinamiento es un factor fundamental, viven todos agrupados quizás en un espacio físico donde se comparten las camas, el baño, en fin, un espacio muy reducido. En las épocas en las que hay desocupación, en este grupo la mayoría son changarines, albañiles, y se quedan en la casa con los chicos. La mujer está ausente porque tenía varios trabajos y ese hombre tenía más tiempo para procesar el acercamiento a alguien que le apetezca dentro de la casa”, confió Lapuente. Sin embargo, el flagelo se repite en todos los estratos sociales.

En ese sentido, destacó el cambio que se dio en el último tiempo en el que las personas que detectan que un niño o niña está siendo abusado sexualmente, se animan a hacer la denuncia. “Las maestras en general son las que dan la voz de alarma, ven que está distraída o viene con sueño, se aísla y son ellas las que empiezan a investigar. Son fundamentales en la detección de los casos y del cambio de conducta de los chicos; son también bastante solidarias porque a veces son ellas las que van a hacer la denuncia con los niños cuando ven que la familia no responde”, destacó.

Descalificación de la víctima
Otro de los rasgos que presentan los abusadores es la llamada descalificación de la víctima, cuando sus actos salen a la luz y es denunciado.

A continuación se replican textualmente algunos argumentos de los abusadores en sus declaraciones de defensa para desacreditar lo dicho por los niños y niñas que fueron sus víctimas:

“Yo le dije a la madre que no iba a controlar más en el estudio, porque ella, I. me amenazó si yo le controlaba en el colegio y no le dejaba tener novio ella me iba a denunciar por abuso o violación” (Expediente N°49/07).

“Lo que tengo para decir es que soy inocente, la guaina mintió porque quería irse al Brasil con la tía, pero nosotros no podemos mandarle porque no tenemos permiso del padre” (Expediente N° 284/07).

“Yo no tengo nada que ver con eso, soy inocente y con lo que dijo la piba que le toqué a ella y al hermano es mentira" (Expediente N° 666/05).

“Asumo la responsabilidad de haber tomado esas fotografías…que fueron de común acuerdo con los menores sin presión ni amenazas de ninguna especie en ningún caso” (Expediente Nº 111/07).

Pese a la difamación que ejercen hacia el testimonio de sus víctimas, en estos cuatro casos citados, los victimarios recibieron una condena firme puesto que se comprobó el delito. El último testimonio corresponde a un abusador condenado a 40 años de prisión en 2009, la pena más alta de la historia judicial de Misiones, dado que se trató de un hecho gravemente ultrajante para sus víctimas: seis niños.

Conocer para entender
“Me decía que si yo contaba algo cuando fuera al cementerio, me iba a matar” , “...y me dijo que pasara a su pieza que me iba a regalar una radiocita para escuchar música y que yo no le contara nada a mi papá”. Los fragmentos corresponden a un crudo relato de dos varones de 8 y 5 años. La crueldad y el ultraje que sufrieron es irreproducible y refuerza la importancia de creer en la voz de los niños. Es por ello que afirmó que “cuando ves un chico abusado no tenés dudas de que fue abusado porque es dramático verlo”.

Norma tiene casi 30 años trabajando en esta área y en su extensa trayectoria vio y escuchó de todo. Lo más lamentable es el grado de manipulación que sufren algunos niños, niñas y adolescentes que terminan retractándose y diciendo que su denuncia fue inventada.

“Creo que la formación, y desde bien chicos, es muy importante, no creo que haya que esperar hasta la adolescencia para empezar a contarles cómo es la historia. Esto es lo que le genera tanto miedo a los padres, porque en su casa de eso no se habla, pues tienen que hablarlo, es necesario”, dijo respecto a la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas.

“El conocimiento hace que puedan poner límites a sus conductas y desde chiquitos. Tengo la impresión de que todavía, aunque por suerte hay muchísimos cambios en la sociedad, la cultura machista de la satisfacción del hombre por sobre todas las cosas está instalada y va a costar sacarla. Eso de que el hombre no se puede frenar porque se excita”, reflexionó.