Alberto Fernández y Portugal y el Futuro

sábado 07 de septiembre de 2019 | 13:58hs.
Alberto Fernández y Portugal y el Futuro
Alberto Fernández y Portugal y el Futuro

Por Hernán Almirón Abogado

El Portugal de hoy es hijo legítimo de la Revolución de los Claveles y esta última sólo fue posible a partir del libro Portugal y el futuro, del general António de Spínola. Yendo hacia atrás hay que destacar ciertos hitos. A final del siglo XIX, el gobierno inglés conmina a que Portugal se retire de territorios africano (hoy Zambia y Zimbabue), Portugal obedece, pero retiene Angola, Guinea Bissau y Mozambique, lo que le cuesta una sucesión de guerras coloniales. “Cuestión ultramarina”, como denominaban a estos conflictos, lo que desangró el país, lo sumergió en una crisis económica, huelgas, luchas obreras, asesinatos políticos y gran inestabilidad. En 1926 el ejercito toma el poder, dos años después el poder queda sumido en Antonio de Oliveira Salazar, quien se da a la construcción de un estado fascista de corte mussoliniano fuertemente corporativo. Fue una dictadura al mejor estilo franquista, mutando en 1945 con la derrota de Eje a una brutal dictadura simplemente anticomunista. Gobernó con mano de hierro hasta 1968, lo continúa otro dictador, Marcelo Caetano, quien persistió en sostener las guerras coloniales que estuvieron a cargo del general António de Spínola, que al regresar en los 70 es condecorado por su labor. Pero en 1974 ocurre un hecho que sacude el país, el general António de Spínola publica el libro Portugal y el futuro, donde recomienda abandonar el África colonial antes que ésta extermine al Portugal. Fue un escándalo que dio lugar a su destitución del Estado Mayor Conjunto y detención. Esto dio lugar a una revuelta militar que destituye el gobierno y llevó el nombre de la Revolución de los Claveles, porque los soldados, en señal de que no pretendían disparar sus armas, enarbolaban un clavel en la punta de sus fusiles. Se liberaron los presos políticos y todas las acciones propias de un momento revolucionario. Gran cantidad de oficiales militaban en el Partido Comunista. Portugal giraba a la izquierda y nacionalizaba la Banca. Entre 1974 y 1975, a las tres colonias se les reconoció su independencia y al ejército colonial portugués se le ordenó sencillamente que regresen y cedan el poder a los movimientos independentistas. Cuando todo indicaba una radicalización del proceso político en elecciones constitucionales, se impone el Partido Socialista, muy afín a la Social Democracia y al Partido Socialista Francés. Desde que ingresó a la Unión Europea en 1986, hubo muchas reformas estructurales, se han privatizado muchas empresas estatales y han liberalizado las áreas dominantes de la economía, incluyendo los sectores financieros y de las telecomunicaciones. Sin embargo, a pesar de las mejoras, chocó contra una fuerte “restricción externa”, los dólares por exportación apenas cubrían algo más del 60% de las importaciones de insumos para sostener la industria y ocupación. Sucesivas crisis en la cuenta capital provocaron un brutal rescate por 78 mil millones de euros a cargo del FMI. La ayuda vino con severas políticas de ajuste presupuestario y reformas laborales; aun así, su negociación fue mucho más favorable que la que llevaron adelante otros países, tales como Grecia.  
Hoy Portugal vive un momento de expansión económica a manos de un gobierno de signo socialista, aunque la ortodoxia liberal también trata de ser parte del éxito; afirman que las reformas estructurales que provocó la crisis son los cimientos del crecimiento y la alegría distributiva. Pero a la hora de repartir laureles, a la heterodoxia keynesiana debe atribuirse la paternidad de la criatura exitosa de hoy. 
Veamos: el déficit fiscal bajó de 11% a 0,5 % del PBI. Redujo la deuda pública y la desocupación del 16% al 6,7%. Devolvió el rescate al FMI anticipadamente. No obstante, aunque bajó la relación, la deuda pública-PBI es alta. Antes, 133%; ahora, 124%. Portugal debe uno y un cuarto de su PBI. Los optimistas afirman que el volumen de deuda no es importante sino su sustentabilidad. La economía crece al 2% anual y los papeles de deuda pagan el 1,3% después de haber estado en 16%. Tal vez por todo ello, el candidato a presidente argentino Alberto Fernández, con buen tino, le haya dedicado una visita de alto nivel a Portugal. El proceso argentino que viene deberá necesariamente nutrirse de todos los elementos que dieron origen al éxito portugués.