“Seamos luz para el que sufre”

lunes 13 de abril de 2020 | 0:05hs.
“Seamos luz para el que sufre”
“Seamos luz para el que sufre”
Con la celebración de la Pascua de Resurrección, ayer llegó a su final la Semana Santa de los cristianos. La festividad de este año será recordada, seguramente, por haber transcurrido en medio de la pandemia de coronavirus Covid-19 que mantiene en cuarentena a gran parte del planeta. 
En las iglesias vacías, los sacerdotes celebraron misas a puertas cerradas, mientras que la feligresía los siguió de manera remota por televisión y redes sociales. No hubo esta vez procesión de ramos ni se recorrieron las estaciones del Vía Crucis. Tampoco se desplegó el camino de luz del ritual de bendición del cirio pascual el Sábado Santo.
En línea con el pedido del papa Francisco, en las iglesias de todas partes se celebró la Pascua utilizando las tecnologías y medios de comunicación para llegar a la gente.
En Posadas, la misa central fue presidida por el obispo Juan Rubén Martínez y transmitida por el canal oficial. En tanto, en parroquias y capillas de barrios las redes sociales fueron la herramienta elegida para ingresar a las casas.  

La fe en los barrios 
Desde la Parroquia Jesús Misericordioso emplazada en la avenida 147, de ingreso a Itaembé Miní, la misa pascual se reprodujo en vivo por Facebook. El párroco Gervacio Silva y el sacerdote Leandro Kuchak celebraron la liturgia sin público presente y frente a un teléfono celular que les permitió conectarse con su comunidad.
Con esta modalidad, la parroquia acompañó a los vecinos durante toda la Semana Santa. Además, se ayuda a las familias más necesitadas con alimentos y se habilitó una consejería espiritual telefónica para contener a quienes sufren el aislamiento social (ver Un guiso para...).  
El padre Silva elaboró el cirio pascual con restos de parafina y también usó alcohol en gel para la limpieza del templo.
En su homilía, el sacerdote Kuchak entendió que esta Pascua “no es la más feliz para muchos  hermanos que están pasando necesidades porque no pueden salir a laburar, muchos vecinos nuestros que viven de changas, empleadas domésticas que se quedaron sin trabajo, muchos que pasan por enfermedad o el dolor de la muerte de un ser querido, hay quienes están solos por el aislamiento social”. A pesar de ello, instó “a sentir el gozo espiritual de la Pascua, porque Jesús resucitó para todos nosotros. Y la resurrección es luz y esperanza, es esperanza de que esto pasará, no sabemos cuándo, pero pasará. Entonces, podemos sentir ese gozo, esa alegría, pero que no quede en una sonrisa solamente.  Seamos luz para los que sufren, iluminemos aliviando el dolor, la soledad, las necesidades de nuestros hermanos, con amor, como hace Jesucristo”.

Una nueva humanidad  
El papa Francisco dando la misa y la bendición Urbi et Orbi a toda la creación desde una Basílica de San Pedro en soledad fue quizás la imagen más palpable de una Pascua extraordinaria que se vivenció en la intimidad de  las  almas y los hogares de los católicos y, en un contexto global marcado por el miedo a la enfermedad y la muerte, el colapso de los sistemas sanitarios de los países desarrollados y la desnudez de la inconciliable desigualdad entre los que tienen todo y los que no tienen nada. 
“Este no es el tiempo de la indiferencia, porque el mundo entero está sufriendo y tiene que estar unido para afrontar la pandemia. Que Jesús resucitado conceda esperanza a todos los pobres, no se sientan solos”, dijo.
Y procedió a hacer una serie de peticiones para poder construir “una nueva humanidad, fruto de la resurrección de Jesús entre nosotros”. Pidió no dejar solos a los pobres, a los presos y a los que no tienen hogar. “Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir”. En el caso de las naciones sobre las que pesan medidas coercitivas externas, pidió que “se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada”. 
Para los países que cargan enormes deudas externas, pidió reducir o incluso condonar “la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”. Atender y superar la pandemia, sostuvo, “es el desafío de nuestra época”.