Madre y padrastro, imputados

“Que Atriel descanse en paz y que su muerte no quede impune”

Se trata de María Milagros A. (21) y Darío René R. (36). “Se me va a terminar la vida y nunca voy a entender por qué lastimó tanto a mi nietito”, describió con dolor la abuela de la víctima
miércoles 08 de mayo de 2024 | 6:07hs.
Cristina Martínez (izquierda), abuela de Atriel, junto a su madre Yolanda. //Fotos: Cristian Valdez.
Cristina Martínez (izquierda), abuela de Atriel, junto a su madre Yolanda. //Fotos: Cristian Valdez.

Los padres de Atriel (4), el niño asesinado en San Vicente, fueron trasladados al Juzgado de Instrucción Tres de esa localidad para la realización de sus respectivas audiencias indagatorias, según pudo confirmar El Territorio en base a fuentes que intervienen en el proceso.

Se reconstruyó que María Milagros A. (21), la madre, fue llevada desde la comisaría en la que se halla detenida el lunes, mientras que el padrastro Darío René R. (36) lo llevaron al juzgado durante la jornada de ayer. Ambos fueron imputados por el crimen del pequeño y seguirán detenidos mientras avanza el proceso.

En este contexto, debido a la gravedad y sensibilidad del caso se mantienen en reserva las posturas de los implicados, es decir si decidieron declarar o abstenerse ante el juez Gerardo Casco.

Dolor de abuela

Por otro lado, Cristina Martínez, abuela de Atriel, contó detalles en torno a la relación entre su hija y su yerno. 

“¿Qué tipo de monstruo puede matar a un inocente? Se me va a terminar la vida y nunca voy a poder entender por qué lastimó tanto a mi nietito”, sostuvo María Cristina, quien sigue sin poder encontrar respuestas para su pregunta ni consuelo para sobrellevar la angustia.

“En este patio jugaba, de a ratos hasta se me hace verlo corriendo detrás de sus autitos”, admitió, cabizbaja, junto a Yolanda, su madre y bisabuela de Ati (como le decían a Atriel), quien a sus 78 años y con notorias dolencias también habló sobre lo sucedido. “Hace días no puedo dormir. Rezo. Le pido a Dios que se haga justicia, lo extraño mucho”, y aclarando de antemano que “seguro no me va a creer”, recordó Yolanda. Y agregó: “Anoche cerré los ojos unos minutos y apareció él, me dijo ‘abuela puedo dormir un ratito en tu espalda’, como me decía, como siempre hacía. Me puse a llorar. Es demasiado injusto”.

Las entrevistadas viven en una humilde vivienda del barrio Villa Lohr de Oberá.

En el patio de su humilde casa -repleta de carencias- situada sobre la calle Río Pilcomayo del barrio Villa Lohr de Oberá, ambas recibieron a El Territorio. Cristina contó que su hija Milagros, mamá de Atriel, se había ido a Buenos Aires en busca de trabajo hasta que poco tiempo después regresó. “Le dije que acá no había futuro, que se quedara allá con la hermana, pero no me escuchó”.

Recordó que “estando embarazada nosotras la cuidamos, con mamá, la acompañamos durante todo el proceso hasta que tuvo el bebé y pese a no tener mucho le dimos lo que pudimos y ella estaba bien, Ati era feliz en esta casa”.

En ese punto, con la voz entrecortada expuso que “todo cambió cuando llegó este tipo”, haciendo referencia al principal acusado, a quien su hija conoció en un baile en el club Olimpia del barrio Caballeriza.

“Ella quería y aunque mamá no estuvo de acuerdo, le permitimos que viniera a vivir acá, con nosotros, y al principio estaba bien pero después comenzó a querer mandarnos qué teníamos que hacer y se quería ponía agresivo”, expuso Cristina, actitud por la que “muchas veces le paramos el carro pero fueron las primeras alertas”.

Eso hizo que “de un momento a  otro, hace un año, juntaron sus cosas y se fueron. No los vi más, ni a mi hija ni a mi nieto”, lamentó. A su vez, lanzó un dato que describe un patrón de violencia: “Solo él tenía teléfono celular, no dejaba que mi hija se comunique con nosotros y cuando yo llamaba él cortaba. Si en un descuido hablaba con mi hija ella decía que no pasaba nada, que no me metiera, pero mi nieto llegó a decirle a mamá que lo buscara, que no quería vivir con sus papás”.

“En estos momentos entiendo por qué y lamento mucho no haber actuado de otra forma”, manifestó con lágrimas en los ojos.

“Era un infierno con ese hombre”

Si bien la madre pide que se esclarezca el hecho y reclama justicia para Atriel, entiende que su hija “es también una víctima de ese asesino, porque estaba amenazada, era golpeada y no tenía cómo salir de ese tormento”.

A su vez, reveló que ante esas actitudes y signos de maltrato “hice denuncia en la Policía pero no dieron importancia y en la Municipalidad también sabían porque vecinos alertaron que ese desgraciado los maltrataba, pero no hicieron nada para ponerlos a salvo”.

Cristina concluyó que su hija y nieto “vivieron un infierno con ese hombre”, y según su relato “a ella le hizo perder un embarazo de cuatro meses, a golpes, cuyo registro debe estar en el hospital porque necesitó asistencia médica”. Y completó: “Su vida fue así, golpes y amenazas, pero nunca se animó a denunciarlo porque le tenía miedo, no supo cómo salir de esa vida”.

Yolanda, quien durante toda la charla se mantuvo en silencio, con los ojos llorosos dijo que confía en la justicia “aunque nadie me va a devolver la felicidad de mi nieto”, y pidió para él o los culpables “condena ejemplar, justa, que mi nieto descanse en paz sabiendo que su muerte no va a quedar impune”.

Cristina, por su parte, requirió “que se investigue a fondo para saber qué responsabilidad tuvo cada uno, y que quién mató a Ati pague las consecuencias, porque cuando recibí su cuerpito me dolió el alma verlo tan lastimado”.

Finalmente también insistió en que “de ahora en más las autoridades no esperen una muerte para actuar, porque en este caso hubo denuncias, alertas, avisos hasta en redes sociales y se dejaron estar. Nadie se ocupó de ellos y ahora es tarde”. 

Llegó sin vida y con múltiples lesiones

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