Infografía e historia

Festival del Litoral, un clásico que pasó por un sinfín de cambios

Cambios de nombre y actividades paralelas que se incorporaron son parte del festival en el anfiteatro desde el que Posadas recibe a toda la provincia y abraza al Litoral y al Mercosur
domingo 26 de noviembre de 2023 | 6:07hs.
Festival del Litoral, un clásico que pasó por un sinfín de cambios
Festival del Litoral, un clásico que pasó por un sinfín de cambios

"Por Silvia. Gómez 

El Festival Nacional de la Música del Litoral y del Mercosur nació en noviembre de 1963 con el nombre de Festival de la Música Litoraleña, sobre tres columnas fundamentales: el Festival Artístico - en el Anfiteatro “Manuel Antonio Ramírez”-, la Feria Artesanal Regional- en el Parque Paraguayo- y el Simposio- desarrollado en distintas sedes locales. En el transcurso de su devenir tuvo varias denominaciones, en la cuarta edición se lo tituló Festival de la Música del Litoral (1966); en 1968 se lo nombró Festival Folklórico de Misiones, al año siguiente como Festival Folklórico del Litoral y un año después -en 1970- retomó la designación de Festival Folklórico de Misiones por dos ediciones consecutivas.

Noviembre de 1978, montaje de escenografía para el festival.

En 1972 -y por única vez- se lo bautizó Festival del Centenario de Posadas, en 1974, Nuevo Festival Folklórico Municipal de la Ciudad de Posadas, un año más tarde Festival del Litoral, desde 1977 hasta 1980 se lo conoció como Festival de la Solidaridad. En 1982 se logró erigirlo como nacional y pasó a ser Festival Nacional de la Música del Litoral, aunque en 1984 se lo designó como Festival Folklórico Regional y III Muestra de Arte Misionero, al año siguiente retomó el nombre de Festival Nacional hasta 1989. En el año 1990 se le agregó “en Navidad” y desde 2008 lo disfrutamos como Festival Nacional de la Música del Litoral y del Mercosur.

Actualmente abarca ramas del arte; a la música se le han sumado danza, letras, artes visuales, artesanía, emprendedurismo, fotografía, coleccionismo, indumentaria y por fuera del arte, la archivística, por citar algunos. Esta segunda etapa surgió en 1996 cuando el Ejecutivo Municipal decidió retomar su realización; una apuesta arriesgada en la coyuntura política-económica peculiar del país en general y del municipio en particular, después del incendio intencional acaecido dos años antes; se fijó la fecha del 4 al 7 de diciembre y el trabajo mancomunado de cientos de personas resultó en una fiesta popular que disfrutamos hasta hoy.

Un pilar fundamental del Festival del Litoral está constituido por los medios de comunicación social, desde la edición inicial; asistencia perfecta para LT 17 Radio Provincia de Misiones y para este Diario, a lo largo de seis décadas llevaron a todos los rincones de la región, la previa del Festival, las noches festivaleras y las conclusiones posteriores; a muchos de estos profesionales se los ha reconocido públicamente, otros son parte de la tradición más interna de la organización…vaya uno a saber por qué…

Pareja de bailarines.

Un gran ejemplo de esta aseveración es Mariana Di Pinto, una periodista reconocida del medio que durante muchas ediciones capitaneó la trasmisión escrita del Festival del Litoral; desde 1996 esta cordobesa, con la experiencia del Festival Nacional del Folclore de Cosquín, se dedicó a trasmitir en palabras lo que sucedía cada noche en el escenario Alcibíades Alarcón, en dar a conocer las jornadas del Simposio y un poco después en seguir las vicisitudes de los llamados Pre Festivales. Cuando se volcó a este desafío, la preocupación mayor la puso en el abordaje, para ello resignó la crítica de lo estrictamente musical y priorizó el espectáculo de raíz local -entendiendo como local el carácter misionero y litoraleño-; Mariana y sus compañeros trabajaban en una especie de sistema de postas para conseguir la mayor cantidad de material posible y su publicación; cuando “las últimas chapas se quemaban” todos volvían al Anfiteatro para disfrutar las últimas actuaciones de la noche.

Mariana, a través del Festival del Litoral, fue tomando conciencia de que “el interior” del país era el mismo para todos sus habitantes, las diferencias estaban en las densidades poblacionales, el tipo de producción… esas cosas, pero las realidades eran muy similares en muchas cuestiones y la manera de socializarlas, desde el arte, era la misma. Lo primero que sintió en esas noches fue el sabor local que entregaba el evento, en esa sed de conocimiento que la caracterizaba sintió “un hermoso aroma a cosa genuina, de acá”, de Misiones, del Litoral y en ese contexto entendió al espectáculo artístico del Festival del Litoral como el final de un proceso mucho más rico, en el que no participaba todo el mundo, sino que cada cual se volcaba a aquel espacio donde podía aportar o podía aprender. Así al Simposio iban las personas que estaban involucradas con la música local, con la cultura local, los debates eran más que interesantes, con momentos antológicos como la discusión entre el Chango Spasiuk y Ricardo Ojeda en 2009.

Con cierto sabor amargo, la periodista comprobó que, al igual que en Cosquín, existía una especie de avidez por los artistas “de afuera”, los denominados nacionales, esos que el público quería disfrutar de cerca, pensaba en la gran riqueza de los artistas locales y en la vara que no medía igual a ambos grupos; revisando archivos de esos años Mariana volvió a emocionarse con una presentación de Horacio Guarany, las antorchas saludándolo y la indescriptible comunión del músico y su gente; revivió la gran noche de Soledad Pastorutti adolescente frente a una inconmensurable cantidad de público, cómo se disfrutó de esa actuación, y como en ninguno de estos casos el brillo de los artistas regionales se vio afectado.

Posiblemente sea esa característica la que diferenció el Festival de Cosquín del Festival del Litoral, aquel más identificado como una vidriera del folklore nacional, con la plaza colmada de gente de todo el país, pero sin “cordobesismo”; acá sí, acá había litoral, se veía el litoral, era música del litoral, había “litoralismo” y “misionerismo”.

Cuando Mariana conoció los Pre Festivales del Festival del Litoral se dio cuenta de que funcionaban como puentes para traer a los noveles artistas del interior misionero al escenario mayor del Anfiteatro, se les daba escena, se los reconocía como artistas y sus actuaciones eran muy disfrutadas, algunos de ellos eran ídolos en sus ciudades y zonas, sus presentaciones eran muy festejadas y en muchos casos de reconocidos artistas actuales, fue el inicio de una carrera profesional.

En algún momento se presentó como una disyuntiva entre el concepto regional y nacional, especialmente, con figuras como Antonio Tarragó Ros y Chango Spasiuk, a finales de la década de 1990 ambos eran bastante resistidos por los escenarios del Litoral pero muy reconocidos en los círculos musicales nacionales, el primero posiblemente por su correntinidad y el segundo por su intelectualidad, siempre en el plano de las conjeturas; tenían un piso popular en ascenso, que en las ediciones de nuestro Festival tomó cuerpo, creció, incluso Tarragó llegó a ser padrino del festival durante varias ediciones y al Chango lo impulsó para ser “profeta en su tierra”.

Casi en silencio se fue generando la industria del Festival y con el transcurso de las ediciones se tornó una invitación más amplia con otras características y Mariana asiste como espectadora, visualiza una “mitad de camino” entre el festival más tipo show y el festival de raíz local, se aprecia más como un festival de la ciudad de Posadas y sus alrededores.

En algún momento se podría debatir sobre, que tipo de festival se quiere para estos tiempos, para tratar de no perder a esa comunidad de gente que va a buscar la música del litoral y su contexto, también reconocer que si no hay Simposio no hay Festival, que si no hay Pre Festivales no hay nuevos valores para el Festival, bajar un poco la priorización del show o hacer dos festivales podría ser una opción

Una de las reflexiones que deja el Festival del Litoral en su derrotero resulta de asumir que la mayor parte de nuestros artistas provienen del interior de la provincia, que se cumplen 60 años y 54 ediciones solamente cuando cientos de personas empujaron, consiguieron y sostuvieron la decisión política de realizar el Festival de la Música del Litoral cada año, todos los años y ojalá, por muchos años. ¡Gracias Mariana Di Pinto y gracias Diario El Territorio!

Antorchas que traen los sonidos del Litoral

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