Laura González es de Montecarlo, pero vive ahora en Buenos Aires

Un largo camino de imcomprensión hasta la llegada del implante

De chica sufrió la perforación del tímpano en el oído derecho y de grande tuvo un quiste en el izquierdo. Esperó trece años por el implante y volver a escuchar
domingo 04 de diciembre de 2022 | 6:05hs.
Un largo camino de imcomprensión hasta la llegada del implante
Un largo camino de imcomprensión hasta la llegada del implante

Laura González (36) es oriunda de Montecarlo, es enfermera y desde hace algunos años vive en Buenos Aires. Desde muy pequeña tenía algunos problemas de oído y su familia probó distintos estudios para saber cuál era el problema. Años más tarde se supo que tenía una perforación en uno de sus tímpanos y eso era lo que le dificultaba escuchar. Con el tiempo vendrían otros problemas y un largo camino hasta poder acceder al implante coclear y volver a oír.

“Me acuerdo de que visitamos con mi mamá al médico Putelli en un sanatorio de Montecarlo, cuando tenía 6 años, por una otitis. Por años visitamos al otorrino y también a la fonoaudióloga, quien me ayudaba en mi dislalia (modulación y pronunciación correcta de las palabras)”, contó Laura.

A los 12 años fue a un control y el médico descubrió que se trataba de una perforación de tímpano y la derivó a otro médico en Posadas. El profesional Roig Ocampo en el sanatorio Posadas la trató aproximadamente un año y decidió realizarle un implante de tímpano en el oído derecho teniendo 13 años, en 1999.

“En el 2008 sufrí un sangrado del oído izquierdo constante, ya viviendo en Buenos Aires. Los tiempos laborales y médicos muchas veces no coinciden. Llegué al Hospital de Clínicas, donde me atendieron bien, diferentes residentes me veían cada vez que iba y a pesar del tratamiento que me daban, el sangrado seguía”, relató.

Y agregó: “Una prima me recomendó entonces ir al Hospital Posadas y en la guardia me revisan y me mandan un tratamiento diferente, en la semana ya no sangraba más. Los estudios que me mandaron me confirman un colesteatoma (quiste benigno), que requiere cirugía para su extracción”.

En 2009 le hacen esa intervención quirúrgica, pero queda pendiente la reconstrucción auditiva porque no contaba con obra social ni trabajo en blanco.

“En el 2011 nace mi hija, me acuerdo que preguntaban cómo iba hacer con ella de bebé, que no la iba a escuchar. A pesar de mi hipoacusia, hay algo interno que se activa y hace que uno pueda percibir ante esa necesidad. A medida que ella iba creciendo y yo escuchando menos, ella fue mi oído, traduciendo cada vez que no entendía o no escuchaba algo”, contó.

Años después, tras idas y vueltas en Desarrollo Social, pudo gestionar una pensión no contributiva, creyendo que teniendo el aporte de Incluir Salud podría acceder al implante.

“Los años fueron pasando y con eso cada vez mi audición se agravaba más. Muchas veces me dio vergüenza preguntar más de tres veces la misma cosa o decir que era ‘algo sorda’. En mi ignorancia y falta de aceptación me llevó más tiempo procesar para hacer el certificado de discapacidad, pensando que iba a ser un cartel para mí”, recordó.

Y en esa misma línea, agregó: “Soy hipoacúsica e ignorante, porque pensaba que si me quedaba sorda ni siquiera sabía hablar en lengua de señas, fui varias veces para aprender y por tema de trabajo o estudios y horarios terminé aprendiendo únicamente el abecedario”.

La profesión y la maternidad
Estudió y se recibió de enfermera viviendo en Daireaux, un pueblo del interior de Buenos Aires. Sus profesores y compañeros sabían de su condición y siempre estuvieron para ayudar. Siguió perfeccionándose, entrando en la rama de acompañante terapéutico, que la lleva a que se haga monotributista en 2019 y por medio de ello pudo acceder a la obra social.

“Inicié todo de cero nuevamente, ya con un diagnóstico definido (hipoacusia neurosensorial bilateral) con el certificado de discapacidad, mis médicos del hospital evaluando cuál era la mejor opción que se adecuara a mis necesidades realizamos estudios, pedidos de la prótesis. Con el tiempo, con una medida cautelar y recurso de amparo, luego de dos años de espera y lucha, la Justicia falla a mi favor y en agosto de este año me proporcionan implante coclear”, contó sobre sus años de espera.

Tuvo que luchar por muchos años para acceder al implante coclear.

Además, detalló: “En mi caso tiene que ser implantable ya que tengo un ‘oído sucio’ y un audífono común, al tapar la abertura del oído, hace que supure, produciendo una infección mayor a la que habitualmente ocurre”.

“La cirugía en sí fue rápida, tuvo algunas complicaciones al momento de perforar el cráneo, por lo que rompieron las meninges, pero los médicos tomaron las medidas correspondientes dentro del hospital estando en observación y la recuperación fue la esperada. Tuve el acompañamiento de la familia para la recuperación ya que debía estar en reposo absoluto prácticamente los primeros 20 días después del alta”.

La activación del equipo se realizó 45 días después de la cirugía. “Estaba emocionada. Tengo una prótesis de oído medio que se llama Bonebridge con procesador Samba. La parte de afuera se pega con el imán que lleva la parte interna. El día de la activación del implante fue increíble, podía escuchar hasta los pensamientos de los demás. Fue emocionante poder escuchar los detalles, los ruidos, el que me hablen de espaldas y escuchar. Estar del otro lado de la pared y entender lo que me están diciendo con su voz normal. El poder sentir la voz incluso cuando el otro está susurrando”, dijo sin contener la alegría.

Ante tantas situaciones pasadas para llegar la audición, reflexionó: “Lo que me llevó a esperar desde aquel 2009 a hoy, un camino largo y muchas veces cansador y hasta perdiendo hasta el último hilo de esperanza, pero que también esa necesidad de estar mejor y pensar que si no lo hacía yo, nadie lo iba a hacer por mí. Esa lucha y perseverancia hoy es una realidad”.

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