La falta de comunicación cara a cara, una problemática que se agudizó

La virtualidad, el cambio de roles y el club como lugar para socializar

La falta de clases presenciales generó muchas incógnitas puertas adentro de las familias y las instituciones deportivas fueron una alternativa para el reencuentro
domingo 07 de febrero de 2021 | 6:05hs.
La virtualidad, el cambio de roles y el club como lugar para socializar
La virtualidad, el cambio de roles y el club como lugar para socializar

Perder el contacto con los compañeros, el día a día de la escuela, del club, de las actividades extracurriculares fue, durante gran parte del 2020, un tema de conversación y de preocupación para padres, maestros, expertos, pero sobre todo para los chicos.

Pero para el psicólogo deportivo Santiago González había algunos temas que ya estaban instalados y que la pandemia vino a poner sobre la mesa de manera más cruda y sin anestesia.

“Hay que situarnos en que hoy tanto los niños como adolescentes viven en una sociedad tecnologizada. El uso de redes y de pantallas limitan el uso de la palabra tanto para relacionarse con otro, como para exteriorizar sus afectos, sus emociones, sus deseos, sus angustias. Internalizan todo eso que les pasa y las redes ayudan a exteriorizarlos, pero de manera virtual. Lo que implica hablar con otro, el contacto de la presencialidad se vio afectado con la pandemia y se agudizó”, reflexionó el psicólogo.

La falta de clases derivó en clases virtuales, es decir en más virtualidad. Los padres se vieron forzados a cumplir otros roles como el de maestro o profesor y contribuyó a que, en muchos casos, el hablar sea aún más complicado.

“La pandemia puso más distancia frente a la palabra para expresar sentimientos y emociones y potenció este inconveniente de poder hablar con otro sino es a través de una pantalla. Por el contrario, el uso y abuso de la pantalla para todo tipo de actividad escolar y deportiva agudizó la problemática de la comunicación con los padres, familiares y amistades”, expresó González.

“En los padres hay que registrar un tema de cansancio y de no saber cómo llegarle al joven, lo cual es entendible, pero también es su responsabilidad preguntarse de qué manera pueden reencauzar el vínculo con sus hijos”.

En ese contexto de escuelas cerradas, los clubes y las escuelas deportivas fueron un bálsamo para los chicos y para los padres. Un alto entre tanto encierro y virtualidad.

“El club, como institución secundaria (la primera es la familia), facilitó la socialización que no tuvieron en la escuela, en relación a incorporar valores de compromiso, de esfuerzo, de compartir, de identidad colectiva, a ser parte de un equipo, a superarse a pesar de la adversidad. Todas cuestiones que el hecho de asistir a un club y que la práctica de un deporte fomentan. El club posibilitó que el chico esté nuevamente ligado a un entrenador, a compañeros, a horarios, que la pandemia no lo permitía. Por eso fue muy importante que se abran este tipo de instituciones”, explicó González.

“En este contexto, el abordaje de un grupo interdisciplinario (psicólogos, médicos, padres) generaría para ese niño servicios o recursos que pudieran responder a demandas generadas durante la pandemia”, ahondó.

Entre lo ideal y lo posible

Lejos de las aulas, los jóvenes buscaron el refugio necesario, muchas veces, en los clubes, que vivieron realidades muy diferentes a lo largo y ancho del país y que, en la medida de sus posibilidades, se adecuaron y brindaron el apoyo que pudieron a sus respectivas comunidades.

En algunos casos sumaron psicólogos, nutricionistas, equipos médicos interdisciplinarios y también de apoyo escolar. Esta conjunción de profesionales es buena, en tanto y en cuanto, funcione de manera coordinada y le dé respuestas al chico y también a su familia.

“Que un club tenga un departamento médico lo convertiría en una institución muy importante la vida del joven deportista”, reflexionó el psicólogo.

“Si un club dispone de los recursos para generar un departamento médico, es de suma importancia que tenga una articulación interdisciplinaria, entendiendo que la familia y la escuela a la que asiste el joven deportista conforman un equipo de trabajo trascendental para entender la situación personal del niño o joven”, explicó.

Santiago González juega desde muy chico al básquet de manera profesional y a la par estudió psicología. Estar de ambos lados le permite entender las necesidades de un deportista y también de los profesionales, de los dirigentes y situarse en un contexto que es, en general, difícil para los clubes.

“Si bien estamos atravesando dificultades económicas y de una pandemia que golpearon a los clubes y escuelas, no sería una utopía pensar como proyecto a largo plazo, que los clubes sean  clubes escuela, que hacen más fácil este trabajo interdisciplinario. El chico recibe los valores de la escuela y del deporte en un mismo programa”, analizó.

En medio del debate de la vuelta o no a las aulas de manera presencia, el psicólogo pidió “que el interés esté puesto en los chicos, adolescentes y en los padres”.

“Los padres necesitan que sus hijos retomen el vínculo presencial con docentes, entrenadores, ya que durante la pandemia y la cuarentena estricta fueron ellos quienes tuvieron que jugar entre ser padres y estos otros roles. Sin contar con los recursos y el estudio correspondiente, han generado un desgaste que los corrió de su lugar primordial, que es ser padres de familia”, cerró.

 

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