El maestro ebanista de Villa Sarita

sábado 18 de julio de 2020 | 7:00hs.
El maestro ebanista de Villa Sarita
El maestro ebanista de Villa Sarita
Por Silvia Godoy

Por Silvia Godoy sociedad@elterritorio.com.ar

Llegó de paso por un puesto de mensualero en una carpintería de la Posadas de la segunda mitad del siglo XX. Seguía la huella de unos parientes y amigos que se le adelantaron y con relatos de progreso lo animaron a dejar su Ñeembucú natal en Paraguay para probar suerte en la ciudad portuaria.
De esos primeros encargos de muebles seriados pasaron 60 años. Aquella changa que proyectó más como una aventura de juventud fue el paso primero en una trayectoria de carpintero profesional.
Así recuerda hoy el maestro ebanista Jerónimo Bareiro Montiel el inicio de una vida dedicada a trabajar la madera con la precisión del orfebre y la vocación por la belleza del poeta.
“Cuando llegué a Posadas tenía 20 años, venía por dos o tres meses para un trabajo recomendado por un amigo, yo ya tenía acá otros parientes que estaban trabajando, había mucho para hacer en Posadas en ese tiempo. Estaba en el Ejército en Paraguay por esa época y renuncié y me vine. La cosa es que nunca más me fui”, relató Bareiro en una charla con El Territorio, en su vivienda y taller en Villa Sarita.
“Desde que empecé a trabajar nunca más paré, gracias a Dios y a esta tierra nunca me faltó trabajo y siempre fue en mi rama que es la carpintería. Yo vengo de familia de carpinteros, mi abuelo y mi padre, hermanos, primos eran artesanos de la madera”, narró sobre sus orígenes en un pueblo con río e historia. 
Esa ascendencia en el oficio le hizo sentirse cómodo en cada faceta de la carpintería hasta crecer como artista tallador y estudioso de estilos y técnicas. Sus muebles y objetos decorativos tienen en su proceso torneado, talla, taracea.    
“Yo venía de una familia en el campo y sabía el oficio pero de la carpintería rural que es muy diferente a lo que hago ahora. Esos conocimientos me posibilitaron seguir formándome hasta llegar a ser un carpintero ebanista. Cada cosa que hago es única, porque yo no copio, sí tengo inspiración de estilos, pero el diseño lo dibujo sobre la materia prima”, puntualizó. 
Enseñó que hay varios tipos de carpintería en madera: rural artesanal, industrial seriado, aberturas, carpintería de construcción, entre otros.
“Yo hice de todo, a los pocos años de llegado acá me pude comprar el terreno. Trabajaba como empleado de día y, en mi carpintería a la tarde, noche, los domingos. Cuando llegó la dictadura a la Argentina mi jefe vendió su negocio y me pasó trabajos y clientes y ahí me largué como independiente”.
Para esa época el barrio cercano al Paraná mostraba un paisaje diferente. “Esto era puro monte y lomadas en los 60, de a poco la gente se fue asentando y llegó el urbanismo, después en dos cuadras nomás había tres carpinterías, y yo tenía que hacer algo diferente para ofrecer, porque éramos muchos en el rubro”.
Había montado por esos años una carpintería industrial pequeña, con máquinas pesadas y con ayudantes. Contrató cuatro carpinteros y un lustrador. 
El lugar se fue poblando de casas, “ya no podía tener la fábrica, hacer ruido con las máquinas, entonces como me gusta dibujar empecé a diseñar y a tallar, alquilé primero un torno y después compré, ese es otro oficio que va desapareciendo, ya casi no hay torneros”, sostuvo. 
Entre los grandes proyectos en que participó Bareiro con su destreza en la confección de muebles y tallado están el Hotel Cataratas y El Libertador en Puerto Iguazú, y realizó al menos 100 tableros tallados en el marco de un trabajo de puesta en valor de la Reducción Jesuítica de San Cosme y Damián. 
“Mis muebles están por toda la Argentina, Paraguay, también Brasil. Me capacité como tornero y tallador en Paraguay y también en Brasil participé de un seminario, este es un trabajo en el que nunca se deja de aprender, tenés 60 herramientas para hacer las tallas, cada madera tiene una pasta diferente, es un trabajo de precisión y de conocer los secretos de la madera”.

Materia prima escasa 
Bareiro notó que en los últimos años decayó la disponibilidad de materia prima. “Hoy uno no trabaja con la madera que quiere, se trabaja con la que consigue. El cedro, el petiribí, casi no hay. Yo estoy trabajando mucho con grevillea australiana, que tiene mucha pasta y por eso se puede tallar y hacer relieves, tiene la calidad de un cedro, es buena madera”, dijo y añadió que “ahora se planta y reforesta pino que es lo que rinde para la construcción, pero no es una madera para hacer muebles finos”. 

Muestra
Bareiro nunca cambia su rutina de tareas en el taller. “Hago piezas de todos los tamaños, me gusta hacer relojes además de mesas y sillones, camas, roperos, con mi señora hacemos el lustre y el laqueado, todo lo hacemos en el tallercito”, explicó. Armó asimismo, un salón para exponer los productos terminados. “Voy a cumplir 80 años en septiembre por eso ya casi no tomo pedidos, voy haciendo lo que me gusta y pongo en la pieza y la gente que me conoce o me contacta viene a ver y se lleva. Están saliendo muchas cosas, no me puedo quejar”, consideró.
Aunque analizó que la situación para los jóvenes no es la misma que atravesó su generación: “Hoy está difícil, las cosas cambiaron, antes uno ahorraba y se compraba un terreno o una máquina al contado, hoy eso no es posible para todos. Yo quisiera que el oficio no se pierda, que los saberes no se pierdan,  es una fuente de trabajo y un arte. Tengo un alumno que ahora no está pudiendo venir por la cuarentena. Creo en compartir los saberes y en que todos tenemos la capacidad de salir adelante”, concluyó.  

PARA AGENDAR

Facebook
Para conocer más sobre el artista, en la cuenta de Facebook @Geronimo Bareiro (Gerónimo con G para la red social) hay imágenes de las producciones del artesano.