Cuarentena obligatoria: un camino que nos devuelve a la esencia

domingo 12 de abril de 2020 | 6:00hs.
Dedicar tiempo a nuestros seres queridos, una de las moralejas del aislamiento.
Dedicar tiempo a nuestros seres queridos, una de las moralejas del aislamiento.
Belén Spaciuk

Por Belén Spaciuksociedad@elterritorio.com.ar

La resiliencia es la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida; transformar el dolor y la angustia en una fuerza motora que permita superarse y salir fortalecido de una situación.
Es una cualidad que se desarrolla en situaciones de incertidumbre y preocupación, en la que nos ponemos a prueba para despertar, evolucionar, mejorar. Una aptitud que puede desarrollarse en el contexto actual que atravesamos como ciudadanos del mundo.
Es que el virus Covid-19 tiene en vilo al globo entero. Y la constante situación de encierro, para evitar su propagación, genera miedo, inseguridad, angustia, ansiedad y otras sensaciones. Pero así también habilita un tiempo para repensar la vida y la manera en que cada uno la vive.
“Este contexto nos muestra la percepción acerca de la vida que estamos eligiendo, a qué le damos prioridad, tiempo, energía, foco”, resumió Beatriz Martínez, especialista en coaching, en diálogo con El Territorio.
En esa misma línea, Marianela Martinek, psicóloga y especialista en Abordaje Familiar Integral, coincidió en que esta situación se presenta como una oportunidad para redistribuir los tiempos.
“La valoración que hacemos respecto al tiempo es muy importante. Cómo manejo el tiempo y cómo lo distribuyo en la vida cotidiana. A qué y a quién le estoy dando importancia, en qué invierto mi tiempo. Estos interrogantes nos llevan a replantearnos lo que verdaderamente importa en la vida”, reflexionó. Y agregó que: “Esta situación llegó para enseñarnos a prestarle atención a los afectos, a la familia, los amigos. Nos enseña a valorar lo que realmente importa”.
Asimismo, el hecho de estar encerrados y tener más tiempo dentro del hogar, lleva a todos experimentar nuevas sensaciones, a conocerse a sí mismos. “Siempre le dedicamos mucho tiempo al trabajo, las actividades extra, la escuela, las tareas y dejamos de lado lo más importante, incluyendo a nosotros mismos. Pero esta pandemia nos llevó a pasar más tiempo en familia o solos, y de esa manera experimentamos otras sensaciones. La quietud, la introspección, el desarrollo personal y hasta el autocontrol fueron factores que se pusieron sobre el tapete durante la cuarentena. Y es importante a veces parar, para conocernos, sabernos y plantearnos si verdaderamente estamos siendo como queremos”, explicó la especialista.
Es que el encierro habilitó un tiempo para descubrir hobbies y pasatiempos como la cocina, la pintura, la carpintería, la escritura y otras tantas habilidades que estaban pospuestas o que incluso, ni siquiera se tenían en cuenta.
Pero de la misma forma en que propició descubrir habilidades y virtudes, también potenció las emociones. “El contexto potenció todo: las emociones, las reacciones, las acciones buenas o malas, todo”, aclaró Martinek.
Por eso, así como lamentablemente aumentaron las denuncias por violencia de género, también se vieron replicadas las acciones de solidaridad y acompañamiento, sobre todo a los sectores más vulnerables en esta situación. “Se despertaron sentimientos de solidaridad, compañerismo, ayuda y colaboración. Al tener más tiempo para pensar en qué personas somos o queremos ser, empezamos a preocuparnos y ocuparnos del otro, del que está al lado, del que nos necesita”, reflexionó la especialista.
“Esta podría ser una invitación, forzada si se quiere, para de una vez por todas, tomar el control de nuestro destino, hacernos responsables de conectar con aquello que es verdaderamente importante en función a quién estoy siendo, y a quién soy en esencia”, coincidió Martínez.
Por un lado, la posibilidad de generar conciencia colectiva. Y por el otro, la oportunidad de ayudar al que está al lado, literalmente. “Porque una conversación con el vecino, que quizá está solo es de gran ayuda. Hacer las compras para mis padres o tíos, que son grupo de riesgo, es otro gran aporte. Mantener la comunicación con mis allegados, es otro gran paso. Porque, la comunicación, real y atenta, nos acerca, nos ayuda, nos hace sentirnos parte”, resaltó Martinek.
Por otra parte, flexibilizar metas y proyectos es otra gran moraleja: “Esta situación es un poco angustiante porque estamos viviendo el día a día y no sabemos qué nos depara la próxima semana. Esa sensación de incertidumbre nos angustia un poco”, dijo la especialista.
De todas maneras: “Sentir miedo, ansiedad o angustia es completamente normal. Y por ello necesitamos ser menos rígidos, más flexibles. Porque la vida no es una carrera. Si bien uno compite y trata de superarse día tras día -porque todos queremos crecer y ser mejores-, esta situación nos viene a enseñar justamente que a veces debemos esperar, bajar los decibeles. Replantearnos todo, ver en dónde estamos parados y tomar impulso para volver mejores con nosotros mismos, con los nuestros y el entorno”.
Es una oportunidad para darle valor a lo esencial: el tiempo, el afecto, el amor.
“Es momento de bajar al corazón, conectar con esa fuerza poderosa que es nuestra esencia. Necesitamos madurar y volver mejores, más solidarios, más humanos”, cerró Martínez.


Moralejas

  • Repensar los tiempos
    Replantearnos a qué, en qué y en quiénes estamos invirtiendo nuestro tiempo.

  • Valorar lo esencial
    La familia, los afectos, los paseos, la naturaleza, lo que nos conecta con la esencia.

  • Cuidar los afectos
    Expresar lo que sentimos. Dedicarle tiempo y espacio a nuestros seres queridos.

  • Introspección
    Conocernos a nosotros mismos. Saber lo que nos gusta, lo que somos, lo que queremos.

  • Comunicación
    Practicar la comunicación real y cercana. Practicar la escucha atenta.

  • Conciencia colectiva
    Los cambios y proyectos se consigue más pronto si toda la sociedad aúna esfuerzos.

  • Flexibilización
    Ser flexibles, bajar los decibeles, replantearnos metas.