La crisis sanitaria y el cambio de paradigma

domingo 12 de abril de 2020 | 6:00hs.
La vida en medio de la pandemia por coronavirus está dando un impulso decisivo a nuevos hábitos, prioridades y valores que, en muchos casos, se estima que se mantendrán más allá de esta emergencia sanitaria
La vida en medio de la pandemia por coronavirus está dando un impulso decisivo a nuevos hábitos, prioridades y valores que, en muchos casos, se estima que se mantendrán más allá de esta emergencia sanitaria
Victoria Bergunker

Por Victoria Bergunkerinterior@elterritorio.com.ar

Poco más de un mes atrás, la vida de los argentinos transcurría con normalidad. En el mundo se hablaba de una pandemia, de un virus aún desconocido por la comunidad médica y científica que estaba invadiendo decenas de países y que había comenzado por China.
En Argentina el tema parecía lejano, como algo que no iba a llegar, aunque ya comenzaban a tomarse medidas preventivas en aeropuertos y zonas de frontera para evitar que el llamado Covid-19 ingresara al país.
Pero el día menos deseado por todos llegó el 3 de marzo, cuando el Ministerio de Salud Pública de la Nación confirmó el primer caso. Unos días después -el 7 de marzo- se supo de la primera víctima mortal: un hombre de 65 años que había llegado de Francia.
Entonces las decisiones del gobierno nacional se fueron endureciendo, hasta que el 19 del mismo mes, el presidente Alberto Fernández, decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Dicho período debería haber terminado el 31 de marzo, pero se extendió casi un mes (en dos períodos) debido a los buenos resultados que arrojó.
Este tiempo obligó a la población a quedarse en casa y a repensar prácticamente todos los ámbitos de la vida. Los cambios de hábitos fueron extremos; las familias, los amigos y todas las relaciones humanas debieron reinventarse. Los psicólogos concuerdan en que esta invitación forzada llamó a todos a tomar el control de sus propias vidas y replantearse la inversión del tiempo y el espacio.
Hoy el panorama es impensado pero real. Las computadoras y los celulares pasaron a ser la única herramienta posible para muchos, quienes a través del home-office o trabajo virtual debieron seguir con sus actividades cotidianas, pero sin gente alrededor y en pantuflas.
Los niños, jóvenes secundarios y adultos universitarios toman clases a través de sus dispositivos electrónicos utilizando aplicaciones como Whatsapp, Zoom o Skype, además del tradicional del correo electrónico.
Pero la realidad no es la misma para todos, muchos quedan fuera de un sistema que contempla solamente a unos pocos. Aquellos que no tienen acceso a internet y -mucho menos- a una computadora se las deben ingeniar como pueden. Un ejemplo es el caso de colonia Siete Estrellas, ubicada en el municipio de San Pedro, donde impulsaron una radio escolar para continuar con las clases, ya que la mayoría de los niños viven en chacras y el único contacto con el mundo exterior es la radio.
Hoy se volvió normal lavarse las manos continuamente, y si no es eso, usar alcohol en gel la mayor cantidad de veces posible, sobre todo después de tocar el celular, picaportes, y ni hablar al volver de la calle. Hoy, casi como en una película, la gente circula con barbijos, elemento que antes sólo se veía en los hospitales.
Hay ciertas actividades que quedaron para después, como el deporte, las salidas al cine, al teatro, a un bar, los festejos de cumpleaños, los almuerzos en familia y los encuentros entre amigos.
No se puede olvidar que miles de mujeres quedaron encerradas con sus agresores, y que en paralelo al coronavirus continúa un grave problema social: la violencia de género y los femicidios. La novedad en este contexto fue la iniciativa en algunas provincias del “barbijo rojo” una especie de contraseña para pedir ayuda en las farmacias.
Sin embargo, en estos días en los que sobra el tiempo, también hubo cambios positivos. El encierro humano provocó una transformación ambiental, lo cual obligó a toda la población a preguntarse si es capaz de seguir contribuyendo -cuando todo acabe- a vivir en un mundo mejor, con menos contaminación y más amor.
También salió a flote la solidaridad y las cadenas de favores en todo el mundo se fueron haciendo cada vez más grandes. La bondad de muchas personas hoy es un motivo de esperanza y fortaleza para no caer.
La lista sigue y es interminable. Todos los sectores de la vida dieron un giro 180 grados. Hoy hay muchas preguntas y pocas respuestas, es un momento histórico que pone a prueba a toda la humanidad, que dejará enseñanzas y situaciones por resolver a futuro. En las siguientes páginas, El Territorio intentará reflejar el panorama de algunos ámbitos que cambiaron drásticamente.