Una trotamundos de raíces italianas

domingo 27 de enero de 2019 | 6:00hs.
“La naturaleza es lo que más aprecio acá, el río”, afirma Giulia Caccin.
“La naturaleza es lo que más aprecio acá, el río”, afirma Giulia Caccin.
Esteban Bueseck

Por Esteban Bueseck interior@elterritorio.com.ar

Tiene apenas 29 años pero Giulia Caccin es una auténtica trotamundos. Es que en su vida esta italiana recorrió tantos países como quien vive sin fronteras. De formación en Comunicación Social y con una maestría en Desarrollo Local, se conoció en Europa con un misionero, de quien se enamoró, se casaron y tienen un hijo: Gabriele.
Sin embargo, cambiaron esa vida que llevaban en Padua, una ciudad de la región del Véneto, en el norte de Italia, próxima a Venecia, por la capital misionera. Sin saber mucho con que se iba a encontrar se lanzó a una nueva aventura sin dudar.
“Yo lo empuje a venir porque hace dos años que no volvía y veía que estaba extrañando mucho. Y pensé que volver a su tierra podía ser una buena solución, porque estuvimos dos años allá y ahora nos vinimos dos años acá”, dice Giulia mientras se toma un café a pesar que la térmica marca 41 grados. “Todavía no me acostumbro al mate y al tereré”, comenta y ríe.
Y con un perfecto español revela que es el quinto idioma que le tocó aprender. “Lo fui aprendiendo acá y es uno de los más simples porque es muy parecido al italiano”, reseña.
En una nueva tierra y con un hijo de meses comenzó a estudiar una maestría en Antropología Social en la Unam, “pero la tuve que dejar porque era mucho material de estudio y en un idioma que recién estaba aprendiendo”.
“Con Nicolás -su esposo- nos conocimos en Padua, una de las ciudades universitarias más antiguas, tiene 20% de estudiantes que vienen de todo el mundo, hay muchas facultades y pensé que Misiones era algo similar y por ahí ese fue el choque al llegar. Creía que Posadas era una ciudad mucho más grande y más intercultural, hay mucha interculturalidad porque hay muchas culturas diferentes, pero sí pensé que había más intercambio de estudiantes, un lugar más académico donde se hacía más investigación y ese tipo de cosas, un centro cultural”, detalla sobre sus impresiones al arribar a la tierra roja.
Asentada en la provincia, resalta que la naturaleza y la libertad para criar a su niño son dos grandes virtudes a destacar. “La naturaleza es lo que más aprecio acá, el río. Yo hago mucho deporte y entonces voy a hacer canotaje, hago yoga, acrobacias y como me gusta hacer estas cosas, interactuo en distintos espacios. También aprecio la naturaleza que es muy buena para criar un niño, porque allá es un poco más difícil. Soy de un lugar muy frío y los chicos están siempre en casa, muchos meses te quedás en el hogar. Ahora me mandó un video mi papá que está nevando y va a nevar por una semana y no salís de casa. Acá es muy lindo ese aspecto que podés salir, hacer actividades, es más libre para los niños”, diferencia entre ambos destinos.
“Veo que acá hay roles de género muy marcados, la nena es linda porque es así y no hace nada. Y el niño puede hacer lo que quiere, está bien si se pega. Allá es más uniforme la cuestión de género, sos una persona y hacés lo que se te canta dentro de un límite socialmente aceptable. Y las clases sociales son más uniformes, hay una clase media muy amplia. Todos los chicos están juntos, si sos hijo de un médico, si sos hijo de un empleado de la construcción… y eso genera un intercambio fuerte y con menos discriminación, que a veces acá se ve mucho y me choca. La pobreza me impactó mucho, fue muy pesado para mi ver la desesperación en los ojos, la falta de deseo de seguir adelante, muy fuerte. Viví algo similar en India viendo a los chicos de la calle”, sostiene.
Hoy sigue conectada a su país de origen de manera laboral. Realizó traducciones vía online y actualmente maneja la comunicación institucional de una empresa de eventos de arte urbano en Milano.
Además tiene un emprendimiento personal llamado Bagigi, palabra con la que se conoce al maní en el dialecto de Gorizia, su ciudad de origen. El impulso para crear este producto surgió de la observación de que, en Misiones, se usa el maní de muchas maneras, pero no en forma de pasta.
“Siendo una fanática de la pasta de maní, tenía dificultades para encontrar en la zona un producto que satisfaga mis expectativas de calidad. Fue así que al principio me puse a producir para consumo personal y para amigos; luego, gracias a las buenas opiniones que recibí, me decidí a comprar maquinaria y montar una pequeña fábrica artesanal”, detalla y cuenta que lo vende en ferias, vía Facebook o en el local de Hoy Cocino Yo.
Sin saber qué le depara el futuro, permanecerá este año en la tierra roja. Luego el tiempo dirá. Una mujer que decidió vivir sin fronteras y eligió Misiones como uno de los puntos donde aprender otras formas de ver el mundo.