“Creo que me voy a quedar acá un ratito para siempre”

domingo 27 de enero de 2019 | 6:00hs.
Llegó a Buenos Aires por promesas de trabajo y la ilusión de un amor; hoy se queda en Misiones para crecer.
Llegó a Buenos Aires por promesas de trabajo y la ilusión de un amor; hoy se queda en Misiones para crecer.
Edward Valdevivere es ingeniero agrónomo, estudió en Bélgica, su país natal, y por esas vueltas de la vida actualmente explota una huerta propia en un espacio arrendado en la granja El Hormiguero, de Ruiz de Montoya, donde se afincó hace un tiempo.
Maneja un español de vocabulario rico y muy fluido, es simpático y de sonrisa llana. Recibe a El Territorio a metros de su emprendimiento e interpone una rústica mesa de campo antes de empezar a contar su historia.
A modo de presentación, sostiene: “Hice una maestría en Ingeniería Agrónoma, otra en Desarrollo Rural y luego me recibí como profesor de secundario”.
“Actualmente, en Misiones me dedico a la Huerta Biodinámica Tingazú, también hago asesorías en Buenos Aires y acá, tengo varios proyectos de cambio de agricultura convencional a agricultura orgánica biodinámica y asesoro a quienes se quieren iniciar armando un plan de trabajo”, explica Valdevivere.
“También soy inspector de la Fundación Demeter Argentina y hago las auditorias en los campos que aspiran a alcanzar la certificación de producción biodinámica y a su vez trabajo para la empresa Ceres de Alemania haciendo auditorias en campos orgánicos del Paraguay”, afirma el ingenierio.
Respecto a la diversidad de actividades que desarrolla sostiene: “me gusta mucho pensar en nuevos proyectos y desarrollar planes de trabajo pero no quiero perder el contacto con la práctica y la tierra por eso tengo la huerta”.
“Siempre tuve la idea de ir a trabajar, hacer proyectos de desarrollo en un país más tropical, después de los cinco años de ingeniería hice un voluntariado con una ONG de Bélgica y viajé a Filipinas, donde tomé contacto con la agricultura biodinámica y me gustó mucho, encontré lo que siempre estaba buscando”, relata Edward.
“Cuando yo estudié ingeniería había una materia en cuarto año sobre agricultura orgánica pero no era importante”, comenta.
La experiencia en Filipinas fue el inicio de su investigación y perfeccionamiento en la agricultura vinculada a esa forma de cultivo, de regreso a su país se vinculó también a la Pedagogía Waldorf.
“En el año 2015 trabajé en una granja del Cuñá Pirú y luego fuí a trabajar a la granja La Lechuza de Oberá donde conocí a mi compañera que es de San Ignacio”, cuenta.
Llegó por primera vez a Buenos Aires con una propuesta de trabajo de una prima y promesas de amor de una argentina que finalmente no se concretaron, pero fue el paso inicial para su definitivo desembarco en el país.
“No creo que vuelva a Bélgica, creo que me voy a quedar acá un ratito para siempre” dice con una amplia sonrisa mientras reconoce “ahora se me están abriendo nuevas puertas, más oportunidades y veo una línea de crecimiento en lo que hago”.
Edward Vandevivere es calmo, disfruta del espacio de su huerta, le gusta estudiar a la noche o a la mañana y confía en los beneficios de la agricultura que practica.