Testimonios para renacer

domingo 23 de diciembre de 2018 | 6:00hs.
Brisa Daniela Martins (18) es voluntaria del proyecto ‘La comida no se tira’ y junta alimentos en Posadas para ayudar a los  carenciados.
Brisa Daniela Martins (18) es voluntaria del proyecto ‘La comida no se tira’ y junta alimentos en Posadas para ayudar a los carenciados.
Griselda Acuña

Por Griselda Acuña interior@elterritorio.com.ar

Brisa (18) es voluntaria activa del Proyecto La Comida No Se Tira. Don Victoriano (74) es zapatero y hace del oficio de su vida un servicio social para los pibes del Hogar de Día. Nicolás (19) es no vidente y aprobó el ingreso a la carrera de Abogacía. Sus historias no se cruzan, transcurren a cientos de kilómetros la una de la otra: Posadas, Puerto Iguazú y Oberá. No se conocen entre sí y, sin embargo, tienen tanto en común.
Son testimonios que inspiran. Son relatos seguramente representan a cientos otros. Sólo contar su experiencia genera empatía y, quizás, hasta ese efecto multiplicador para que se imponga la esperanza por sobre el desánimo.
Quedan pocos días para cerrar un 2018 cargado de penas y estadísticas desfavorables para la economía doméstica. El balande es inevitable y, de la mano de esa escena, vendrán seguramente los proyectos de cara a un nuevo año.
Pese a lo que dicte la realidad, conviene pararse en la esquina de la fortaleza. Superar los desafíos y mirar hacia adelante. En ese sentido, El Territorio compiló las experiencias de diferentes personas con la intención de que sirvan como fuente de inspiración.

Inspirar y multiplicar
Brisa Daniela Martins tiene 18 años y hace algunas pocas semanas es voluntaria activa del proyecto La Comida No Se Tira.
Luego de una larga espera, hace dos sábados atrás logró materializar su deseo y rescató 130 kilos de verduras en el Mercado Concentrador, institución que se sumó recientemente con el aporte de los productores misioneros. Así es que dicho excedente fue posteriormente entregado en los comedores Medalla Milagrosa y El Sol. La sonrisa aún no le se borra del rostro cuando habla de ello (página 5).
La vida y los logros de Nico Machado constituyen una historia de superación constante. Al nacer, sufrió desprendimiento de retina y perdió la visión, pero eso nunca fue impedimento para destacarse en el estudio y los deportes.
La semana pasada aprobó el cursillo de ingreso para la carrera de Abogacía y su entusiasmo ilumina el hogar. Su voluntad y sus ganas son clave en el día a día, como también el incondicional acompañamiento de sus padres, Albin Machado y Cristina Paredes, quienes nunca bajaron los brazos a pesar de los vaivenes del camino (página 7).
Y si de volver a empezar se trata, ellos lo saben más que nadie. Lejos de su patria, refugiándose en Misiones, deben confiar en que un futuro mejor es posible. Empujados por la desesperante situación de su país -bajo el régimen de Nicolás Maduro- los venezolanos se escapan en busca de oportunidades (página 8).
El anecdotario de Víctor Gerardo (53) también toma sentido cuando se piensa en el concepto de renacer. Desde hace trece años está limpio, como suele decirse. No consume, le dio la espalda a las adicciones una vez que probó el infierno en el que se había sumergido. Ahora, camina por otro sendero y, si bien sigue luchando contra los demonios del pasado, se aferra a la palabra de Dios tal como le instruyeron en el Centro de Rehabilitación Reto, de Eldorado.
Mariela Gómez, por su parte, es otra gran luchadora. Desde el año 2017 emprende la batalla más importante: rescatar a su hijo del mundo de las drogas. Poco a poco lo está logrando, pues volverán a celebrar una Navidad en familia.  “El tema es muy complejo, si bien es una Navidad diferente, fuera del Centro de Rehabilitación y sin consumo, también es una Navidad en la lucha, porque el consumo del crack y la pasta base es muy complejo, es muy difícil la situación”, confiesa Mariela. La felicidad de estos días no disminuye su estado de alerta ante cualquier indicio de una recaída (páginas 10 y 11).
Solidaridad y resiliencia. Dos valores clave para concretar proyectos y cambios en cualquier momento de la vida. Cada personaje, cada capítulo de las próximas páginas valen la pena... Pasen y vean.


Opinión

La teoría del efecto bola de nieve

Se acercan las fechas festivas, tiempos de balances, encuentros y recuerdos lindos y no tanto, proyectos y evaluaciones son situaciones usuales. Al implicar un punto de inflexión, un cierre de muchas etapas, todos tendemos a resignificar casi de manera automática nuestras experiencias, ya que el cerebro humano tiende a agrupar las situaciones afines.
Es en este contexto que las emociones están a flor de piel, nos descubrimos realizando evaluaciones acerca de nuestro año y consideramos todo lo vivenciado como una oportunidad para crecer. “Pensar de manera positiva” no es una moda, más allá de que, en general, cuesta hacer el ejercicio de mirar el vaso medio lleno, ya que las experiencias que marcaron nuestro año se apilonan y todas las personas tenemos motivos para recordar con una sonrisa y tantos otros que nos arrancan lágrimas, tenemos recuerdos en toda la gama de colores.
Nos escuchamos muchas veces de un modo más comunicativo, sensible, solidario y compartiendo historias que consideramos pueden inspirar  a los demás y en igual medida a nosotros mismos. El por qué de ello es bastante sencillo de entender y hecha por tierra que cambiar el ángulo desde el cual se mira la vida no es algo sin sentido y menos aún snob…
Nuestro cerebro tiene mecanismos automáticos que desconocemos pero sin embargo los logramos ver y parte de esto se ve representado en los circuitos de gratificaciones, parte de nuestra estructura más arcaica a nivel supervivencia. Así es que nos descubrimos dando aliento a un extraño, contando historias inspiradoras y es allí donde entendemos que pensar de manera positiva puede cambiar la calidad de vida. ¿Por qué sucede esto? Podría explicarse de manera sencilla usando la analogía que representa “el efecto bola de nieve”, piedra angular de la higiene psicológica y de gran utilidad para todos. A modo de explicación podemos pensar que si tirásemos una pequeña bola de nieve por una montaña nevada automáticamente se adherirán partículas nuevas encontrando que al final de su recorrido esta pequeña pelotita incrementa su tamaño. Allí podemos radicar el por qué pensar de manera positiva puede mejorar tanto la calidad de vida actual como así también delineando un esbozo del futuro “nos gustaría tener". Es allí donde el sistema de gratificaciones puede ser un gran aliado en nuestra vida ya que cuando contamos o recordamos situaciones de felicidad nuestro cerebro sale a buscar más de lo mismo .
Poder compartir nuestras historias de superación es algo que modifica tanto a los otros como a nosotros mismos, ya que si entendemos que nuestra evaluación puede marcar nuestro futuro ya que la mente tiende a querer volver a los momentos en los que sentimos felicidad y es allí donde encontramos el efecto multiplicador de este mecanismo automático. Y así puede hacer cambiar la sensación de nuestras historias no como enemigas sino como aliadas delineando un futuro mejor. Podemos usar los balances y las listas de propósitos como una herramienta sencilla y útil para cambiar tanto nuestro presente así como futuro. Sería cínico negar lo malo y de nada sirve instalarnos en el lugar de la queja ya que no nos aporta nada; en cambio poder ser conscientes, por ejemplo, de que hemos superado adversidades nos predisponen a tener más seguridad y confianza en nosotros mismos y en nuestros allegados y nos invitan a atraer como en la metáfora de esa pequeña bola de nieve experiencias positivas a futuro.
El modo en el que vemos las cosas y las significamos es un mapa que nos orienta a seguir superándonos y motivando más situaciones de bienestar de aquí en adelante. Nuestro cerebro es un órgano casi perfecto y nuestra función como psicólogos es en parte enseñar a utilizarlo del modo más eficiente posible. Es por ello que en la estás fiestas invito como profesional a repasar cuanto más fuertes somos, cuánta capacidad que tenemos para atravesar adversidades y entender así que el pasado no puede cambiar pero sí el modo en que “decidimos” como deseamos vivir de aquí en adelante.