El zapatero que ayuda a los que menos tienen

domingo 23 de diciembre de 2018 | 6:00hs.
El hombre de 74 años dice que quiere ayudar a otros con lo que sabe hacer.
El hombre de 74 años dice que quiere ayudar a otros con lo que sabe hacer.
Victoriano Ríos es paraguayo pero desde los 21 años vive en la Argentina. Es zapatero, como sus hermanos, con la ventaja que él aprendió todos los pasos de la fabricación del calzado.
Trabajó en varias fábricas de Buenos Aires cuando era joven y luego, a los 27 años, se independizó y buscó nuevos rumbos en la época de la dictadura, cuando se estableció en Iguazú. Allí formó su familia, crió a sus hijas y hoy, con 74 años, trabaja y enseña a los chicos que concurren al Hogar de Día y se encuentran en contexto de extrema vulnerabilidad.
“Tenía una pequeña fábrica en Iguazú, una de mis hermanas se dedicaba a coser y con un grupo de personas continuábamos con el trabajo, pero en un momento dado dejé de fabricar, porque me dediqué a otras cosas y las máquinas quedaron paradas en mi casa”, relató don Ríos, como lo conocen todos en Iguazú.
Fue hace aproximadamente tres años atrás, cuando Hugo López, director del Hogar de Día local, buscaba implementar la enseñanza de oficios en este espacio para que los niños puedan contar con las herramientas necesarias para enfrentar al mundo una vez que superen la edad de admisión.
De esta manera, a través de una de las hijas de Ríos logró un convenio y desde allí ayuda a los que menos tienen. “Compro todos los materiales y les enseño a los chicos a trabajar. Vendo los zapatos que fabricamos para comprar más materiales, pero en varias oportunidades decidí no vender, sino que regalamos a los demás, porque es algo que me llena el espíritu”, afirmó.
Don Ríos contó a El Territorio que el primer año decidió hacer zapatos para todos los niños del hogar. “Regalé como 40 pares, porque los chicos que vienen acá no tienen la posibilidad de comprarse un buen par de zapatos y sé que fue de gran ayuda para sus padres”, indicó y anticipó que pretende hablar con el cacique de la aldea Yryapú para solicitar permiso para enseñarle el oficio a un joven de nombre Sergio que se mostró muy interesado en aprender.
Este año hizo entrega de más de 20 pares de zapatos y sandalias franciscanas a los abuelos del hogar de ancianos. “Ver la felicidad en el rostro de ellos fue una gran recompensa. Salí renovado de ahí, lo único que le pido a Dios es que me siga dando fuerzas para poder ayudar a los demás con lo que sé hacer. También quiero dejar un legado, no quiero partir de este mundo sin dejarle a alguien todos los conocimientos que tengo”, reflexionó.