Nicolás Machado es no vidente, fue abanderado y ahora sueña con ser el mejor abogado

domingo 23 de diciembre de 2018 | 6:00hs.
Nico exhibió con orgullo sus certificados de abanderado.
Nico exhibió con orgullo sus certificados de abanderado.
Daniel Villamea

Por Daniel Villamea Corresponsalía Oberá

“Ya le traigo y le muestro”, anticipa Nicolás Machado (19), que se levanta y camina por la sala con total normalidad, cruza el pasillo y va a su pieza. En menos de un minuto, regresa con una sonrisa de oreja a oreja y exhibe los certificados de abanderado y culminación de sus estudios secundarios.
La vida y los logros de Nico constituyen una historia de superación constante que inspira y emociona. Al nacer sufrió desprendimiento de retina y perdió la visión, pero eso nunca fue impedimento para destacarse en el estudio y los deportes.
La semana pasada aprobó el cursillo de ingreso para la carrera de Abogacía y su entusiasmo ilumina el hogar.
Su voluntad y sus ganas son claves en el día a día, como también el incondicional acompañamiento de sus padres, Albin Machado y Cristina Paredes, quienes nunca bajaron los brazos a pesar de los vaivenes del camino.
En abril del 2012, El Territorio lo entrevistó por primera vez y en ese entonces no tenía decidido si quería estudiar Abogacía o Ciencias Económicas, ya que también le gustaban las matemáticas.
Pero hace un par de años se decidió: “Quiero ser abogado porque tiene un campo muy amplio y me gustaría ayudar a la gente”, y desde entonces se enfocó en ello, consiguió apuntes y empezó a estudiar (con sistema de audio) para el ingreso.
Por ello, este año relegó un poco la actividad deportiva que lo llevó a participar en cuatro ediciones de los Juegos Nacionales Evita e integrar la selección argentina de atletismo adaptado, donde se destacó en pruebas de velocidad y salto en largo.

“No hay excusas”
Sus medallas y trofeos adornan el living de la casa, aunque Nico tiene claro que lo mejor del deporte son los amigos que hizo en el camino recorrido.
Y comentó una intimidad que lo pinta de cuerpo entero y grafica su espíritu: “Tenemos un grupo de WhatsApp con amigos de 23 provincias, que se llama Los CasiMiro...”, dijo entre sonrisas, integrado “por chicos con los que competí durante estos años. Por eso digo que las medallas y trofeos son lindos y quedan de recuerdo, pero lo mejor del deporte son las amistades que te deja para toda la vida. Gracias al deporte conocí muchos lugares y amigos, y eso me hizo mejor persona”, subrayó el campeón.
A pesar de su juventud, su filosofía es clara: “No hay excusas. El que quiere estudiar, estudia; y el que quiere hacer deportes, hace. Tengo un amigo que siempre dice: ‘Hay gente gorda y gente flaca, gente alta y gente baja; a mí me tocó ser ciego y tengo que vivir con eso, pero no me sirve quejarme, tengo que buscar mi mejor versión’. Yo pienso lo mismo”.

Energía positiva
Nico cursó la secundaria en el Bachillerato Orientado Provincial (BOP) 105, donde obtuvo el mejor promedio y se convirtió en el primer abanderado obereño no vidente.
Por ello, el año pasado, el Concejo Deliberante le otorgó el diploma al mérito “por su espíritu de superación y ejemplo de inclusión”.
Pero toda historia tiene un comienzo y ésta particularmente no fue sencilla. Nico nació prematuro y permaneció un mes y medio en incubadora, donde sufrió un desprendimiento de retina por exceso de oxígeno.
Viajaron a Buenos Aires, donde lo operaron tres veces, pero no recuperó la vista. Lejos de bajar los brazos, a los cuatro meses iniciaron el proceso de rehabilitación en el Centro de Ciegos Santa Rosa de Lima, de Posadas.
“A veces no teníamos 2 pesos para viajar a Posadas y pagar el colectivo urbano, entonces recurríamos a los vecinos y conseguíamos, pero nunca dejamos la rehabilitación”, rememoró el papá.
También subrayó el aporte de docentes y colaboradores en la formación de Nico. Alejandra Correa, directora de la Escuela 112, donde asistió hasta quinto grado y consiguió una máquina de sistema braille para que pueda leer y escribir.
Lidia Sanabria, también no vidente, fue quien le enseñó cómo funciona el sistema braille. Las docentes Marta Ferreira y Miriam Benítez, de la Escuela 822, donde terminó la primaria. Y qué decir del profe Jorge ‘Chino’ Flores, con quien trascendió en el deporte.
“Cuando uno tiene hijos con discapacidad siempre cuesta, por eso agradecemos tanto la ayuda de aquellos que nos brindan su apoyo”, destacó la mamá.
Nico escucha y asiente, sonríe y contagia una energía que entusiasma y seduce a buscar la mejor versión de uno mismo, como dice él.
Un joven que es un ejemplo de vida, uno de los tantos que nos enaltecen en distintos puntos de la provincia.