Entrevista a la licenciada en Comunicacion Social María del Rosario Millán
“El cine misionero tiene una identidad rica, amplia y diversa”
La licenciada María del Rosario Millán señaló que el cine misionero como parte del cine nacional “está atravesando un momento crítico por la mirada que tiene este gobierno nacional con respecto a esta industria.
Además de ser egresada y docente de la Universidad Nacional de Misiones (Unam), Millán es investigadora del Conicet y miembro de la Red Argentina de Investigadores en Comunicación y Cultura con Enfoque de Derechos (Raicced).
¿Cual es la situación hoy del cine misionero?
El cine misionero no escapa a la realidad del cine argentino, que está en una situación muy crítica en término de políticas culturales debido a las últimas medidas dispuestas desde el gobierno nacional, como por ejemplo el desguace del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Atraviesa un panorama muy desalentador y afecta todo lo que se venía logrando en los últimos 15 o 20 años, cuando Misiones recibió un fuerte impulso para producir cine, en términos de facilidades para la locación y con buenos recursos humanos locales.
¿Y con ese apoyo con políticas públicas nacionales qué resultados logró Misiones?
Más que positivos. Eso se notó en los últimos diez años, cuando la producción misionera fue muy fructífera, con cortometrajes, documentales, películas, series y todo tipo de producciones audiovisuales con un estándar de calidad muy interesante. Porque el cine, que es una industria audiovisual, necesita, como toda industria, incentivos que la ayuden a crecer y desarrollarse. Ahora con esta nueva conducción nacional se cortó todo, por eso esta actividad está en una situación preocupante.
¿Qué pasa con la sociedad cuando hay falta de apoyo al desarrollo cultural, en este caso del cine?
Nada bueno, porque el cine como una de las expresiones de la cultura nos ayuda a reflejarnos en ese arte. En ver cómo somos como individuos y como país. Y si se deja de incentivar a la expresión del arte dejamos de desarrollarnos como personas. Y esto es muy grave, porque solamente la cultura nos puede proveer esas herramientas para pensarnos a nosotros mismos, para indagar sobre lo que somos. Y si desde el Estado, que es el lugar principal desde donde se debe garantizar la aceptación de la pluralidad de ideas y del acceso a los derechos culturales, se está negando eso, entonces comienza a producirse una catarata de negaciones.
¿Cuál es el impacto de esa mirada de censura?
Esto provoca distintos niveles de impacto. Uno que me preocupa mucho tiene que ver con la cuestión simbólica o ideológica. Por ejemplo, cuando el gobierno nacional dice que no se pueden financiar producciones que tengan que ver con el colectivo de diversidad sexual o que aborden cuestiones de género, además de un claro cercenamiento para esa población también corta la posibilidad de generar un cine que nos incluya a todos y que no deje afuera a nadie. Esta forma de estigmatizar al otro es un clásico de los gobiernos conservadores. Y ahora claramente estamos viviendo una época donde esa narrativa prendió mucho. Y el fuerte de las industrias culturales pasa por la pluralidades.
También avanzaron las plataformas mundiales...
Sí, esas plataformas ofrecen sus servicios y hacen sus negocios. Y ese rating va a buscar siempre lo que se ve rápido y fácil. Y claramente esas no son las producciones que tensionan nuestro pensamiento para desarrollarnos con sentido crítico frente a la realidad. Y volviendo al tema de la importancia del fomento al cine local, una de las cosas que esa política permite es que las producciones argentinas puedan llegar a esas plataformas. Porque la calidad de las producciones mejora cuando la gente tiene posibilidades en su medio para realizar audiovisuales. Sobre todo para las personas que viven lejos de las grandes ciudades o de las capitales. Porque el acceso a estas herramientas de desarrollo no debería ser un derecho sólo para los que viven en las principales urbes.”
¿Cuál es la identidad del cine misionero?
Durante mucho tiempo se pensó que esa identidad debía ser la selva, los guaraníes y las Cataratas. Pero actualmente esa identidad es más rica y amplia porque incluye también otras realidades. La identidad no es una cuestión monolítica y estática, sino más bien un proceso constructivo que siempre va sumando nuevos elementos. No existe una identidad única. Y en las últimas dos décadas hubo un cambio de las narrativas de lo que se produce en Misiones, que fue un paso más allá de mostrar solamente nuestro territorio y su población multiétnica.
¿Hacia dónde apuntó ese cambio?
Primero se notó en la parte técnica, en la que hubo un desarrollo importante. También se exploraron distintos géneros, como por ejemplo el del terror, y se ampliaron las narrativas donde la identidad no pasa tanto por el aspecto temático como por el compositivo, por la forma en que se cuentan las historias más allá de la historia en sí. Y ese cambio fue muy interesante porque movió al cine misionero de un lugar muy estereotipado y lo llevó a experimentar otras capacidades compositivas, en el reconocimiento de ciertas cadencias al hablar, en los colores, en los sonidos del ambiente. Por ejemplo, en la película Los Vagos, de Gustavo Biazzi, si uno lo analiza desde lo temático es un tópico universal relacionado con lo que pasa cuando los jóvenes se hacen adultos. Es un cambio que sucede en todas las culturas del mundo. Sin embargo, en esa película toda la carga local está no sólo en los paisajes sino también en sus colores, en lo que se muestra, en el sonido de las chicharras. Y eso provoca una identificación del público local.
¿Y qué pasa con el público, es consumidor de las producciones locales o está mirando más lo que viene importado de afuera?
Y hay de todo. Y en este tema un relato que solemos escuchar es que el cine argentino no lo ve nadie o que el cine misionero tampoco tiene audiencia. Y además de ser un relato falso, porque hay producciones muy vistas, también está esto otro de que si ese cine no llega a las plataformas o a los canales de difusión, es obvio que el público no lo va a conocer. Ya no podemos pensar que solamente con el cine móvil vamos a acercar este arte a las audiencias. Hay que fomentar políticas para que esas producciones tengan las mismas posibilidades de producción y difusión que otras. Y eso lo vemos por ejemplo en cada edición del Festival Oberá en Cortos, donde hay un público con interés creciente en conocer lo que se produce acá.
¿Qué espacios de formación ofrece Misiones para el cine?
En la Universidad Nacional de Misiones tenemos la Tecnicatura en Medios Audiovisuales y Fotografía, que próximamente pasará a ser una Licenciatura en Diseño y Realización Audiovisual. Y también en el ámbito de la universidad privada, en el Instituto Gastón Dachary está la Licenciatura en Cine. Y además hay un conjunto de tecnicaturas que, si bien no son explícitamente del cine, tienen formaciones que intervienen en esta industria.
¿Y puede ser visto hoy como generador de trabajo?
Por supuesto, porque no sólo genera trabajo para actores, técnicos, productores, guionistas y todo lo que se necesita para rodar, sino que además dinamiza las economías de los lugares donde se filma. Y obviamente también después está el público que paga por ver este producto. Se trata de una industria cultural que genera trabajo y servicios.
Informe de domingo
Repaso histórico por la cinefilia misionera
El desafío de la paridad de género en la industria
El germen de construir arte desde lo comunitario
“El cine misionero tiene una identidad rica, amplia y diversa”