Hoy habrá misa y oración por los fallecidos en San Pedro

“Uno sonríe porque tiene que estar, pero el dolor no se va”

A 14 años del tornado que causó la muerte de su hija de meses, su abuela y un tío, Leonilda recuerda como si fuera ese día lo que pasó y pide no olvidar a las víctimas
jueves 07 de septiembre de 2023 | 3:30hs.
“Uno sonríe porque tiene que estar, pero el dolor no se va”
“Uno sonríe porque tiene que estar, pero el dolor no se va”

Hoy se cumplen catorce años del tornado que azotó al Paraje Santa Rosa, a unos 1.000 metros de Tobuna y a 35 kilómetros de la zona urbana de San Pedro. Con un encuentro en el monolito que rinde homenaje a las once víctimas fatales, las familias se reúnen para recordarlos y aunar fuerzas para seguir adelante.

“Uno sonríe porque tiene que estar. Pero es el día más triste”, dijo Leonilda Padilla (36), quien sintió cómo la fuerza del tornado arrebató de sus brazos a su pequeña hija de 7 meses y además perdió a su abuela y a un tío.

Pasaron catorce años pero ella recuerda de manera minuciosa detalles de todo lo sucedido. Esa trágica noche Leonilda se encontraba en la cocina haciendo chipa cuando de repente comenzó a caer granizo y se venía un temporal, sacó la olla a un costado de la cocina para buscar a su beba, llamada Belén de 7 meses que dormía en la habitación y a otra de sus hijas que ahora tiene 18 años.

Mientras tanto su esposo y su hijo se acercaron a una de las puertas para mirar hacia afuera y ver lo que estaba ocurriendo con el tiempo.

Cuando tenía a sus dos hijas con ella pensó decirle a su marido para meterse debajo del piso y protegerse porque parecía que el mundo se venía abajo, no alcanzó a decir esas palabras cuando vio cómo el viento se llevó a su esposo e hijo.

“Yo me llegué a sentar en una de las puertas, abrazaba a mi hija más grande y a la bebé que estaba tomando teta, miré hacia mi marido y vi cómo volaron y sentí que una puerta me golpeó la cabeza y el viento me llevó con mis dos nenas en brazos, un palo me rompió el brazo y sentí cómo el viento arrancó a mi bebé de mis brazos”, recordó con enorme angustia.

Y continuó: “Yo gritaba desesperada, le decía a mi marido que encuentre a mi bebé, él encontró a mi hijo y fuimos abajo del piso, mi marido en medio de la oscuridad me ubicó por mis gritos y después encontró a la bebé y a mi otra hija, ahí ya vi que mi hija estaba muerta. En medio de la oscuridad no me imaginaba lo que había pasado. Este es un día muy triste, el día más triste, uno sonríe porque tiene que estar bien, pero ese dolor no se va nunca”.

Tras ser hallada en medio del caos, Leonilda debió ser trasladada al Hospital Samic de Eldorado, allí estuvo internada durante diez días, por lo que no pudo estar presente en el sepelio de su pequeña bebé. “Yo siquiera pude estar en el velorio de mi hija, creo que no haberme podido despedir de ella hace que no pueda cerrar ese dolor, la fortaleza para seguir está en la unión y el amor hacia mis hijos que siguieron con vida”, señaló Leonilda.

En el caso de ella perdió a su hija Belén y a su abuela Analía de Lima, a quien hacía seis años que cuidaba. Su abuela vivía en una casa a unos metros de la suya que fue destruida por el tornado.

También murió por las graves heridas uno de sus tíos identificado como Antonio Vicente. Si bien fue intervenido quirúrgicamente, no resistió las graves lesiones.

La mujer hoy vive en Cerro Tatú, paraje alejado del lugar donde ocurrió el hecho. Al igual que ella, son varias las familias que lamentan la pérdida de sus seres queridos, que debieron empezar de cero y encontrar fuerzas de donde no tenían para seguir adelante, para construir un nuevo hogar y darle a sus hijos un futuro y ayudarles también a superar el trágico recuerdo de aquella noche de tornado, fenómeno del que siquiera habían escuchado hablar.

El temor de que algo similar vuelva a pasar lo sintieron esta semana, donde en varios puntos de la provincia e incluso en paraje Santa Rosa se registraron temporales.

“Acá hubo granizo y viento, yo quería meterme debajo del piso, parecía que en cualquier momento se venía otro tornado, es el miedo que siempre está, ojalá nunca más tengamos que pasar por algo tan terrible como lo de aquella noche, cuesta mucho recordarlo”, reconoció Padilla.

Tras 14 años de lo ocurrido en Paraje Santa Rosa y una parte de Polvorín, por donde pasó el tornado, el verde característico de la selva misionera rebrotó en medio de la desolación que dejó el fenómeno y así también de a poco en los corazones de cada familia brotó la esperanza, acompañada de la fe, la unión, el sacrificio ya que muy poca fue la asistencia.

Por la conmoción que les genera esta fecha, uno de los deseos, luego de muchos años de lucha, de trabajo y valentía para comenzar de cero con sus proyectos familiares, ya que la mayoría se dedica a la agricultura y subsisten con lo que producen en la chacra, es que las autoridades contemplen esta fecha “con la dedicación y el respeto que se merecen”.

Algunas personas mencionaron que últimamente este día no es tratado como unos años atrás y temen que quede en el olvido.

Hoy harán un alto en sus actividades para reunirse en el monolito ubicado a pocos metros de ruta nacional 14 en Santa Rosa, donde se rinde homenaje a las once víctimas fatales. Allí realizarán una misa y compartirán un momento junto a un sacerdote y a un pastor a las 9.30.


En cifras

200 km/h

El tornado alcanzó vientos de más de 200 kilómetros por hora, se llevó vidas humanas, destrozó casas y dejó cuentiosos daños materiales y a la naturaleza de la zona.

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