Entrevista a la madre del soldado Alfredo Gregorio, caído en Malvinas

‘‘Pasaron 40 años, la mitad de mi vida soñando que vuelve’’

Yenni Da Silva mantiene intacta la memoria de su hijo mayor. Gregorio cayó en la batalla de Monte Tumbledown, donde cinco argentinos enfrentaron a un batallón enemigo
domingo 27 de marzo de 2022 | 6:05hs.
‘‘Pasaron 40 años, la mitad de  mi vida soñando que vuelve’’
‘‘Pasaron 40 años, la mitad de mi vida soñando que vuelve’’

“El 8 de junio me escribió la última carta. Decía que estuvieron en el pozo (trinchera) durante 41 días, que en ese momento estaban de vuelta en Puerto Argentino y todavía no sabían cuál sería el próximo destino. En todas las cartas decía que estaba bien, aunque sé que lo decía para dejarme tranquila. Y repetía que pronto nos volveríamos a ver. Cuesta creer que pasaron 40 años de la guerra, la mitad de mi vida soñando que vuelve”.

Imposible no conmoverse con las palabras de doña Yenni Da Silva (80), madre del soldado Alfredo Gregorio, caído en las Malvinas bajo fuego de metralla enemiga en la batalla del Monte Tumbledown, apenas horas antes de la rendición argentina.

Alfredo fue el mayor de once hijos que tuvieron Yenni y su esposo Juan Gregorio, ya fallecido. En 1991 Juan viajó por primera vez a las Islas acompañado por sus hijos Silvio Orlando y Juan Carlos para conocer la tierra donde pereció Alfredo.

En total, don Juan viajó tres veces a visitar la tumba en el cementerio de Puerto Darwin, pero ella nunca fue porque el frío podría afectar sus problemas pulmonares, tal como indicó su médico.

En cambio, atesora un recorte del diario El Territorio -que permanece pegado en el vidrio la alacena de la sala- rememorando el viaje de su esposo e hijos a las Malvinas en 1991.

Para Yenni y su familia el 2 de abril es una fecha de sensaciones encontradas. Por un lado, agradecen el homenaje; pero al mismo tiempo sufren la ausencia.

“Alfredo murió el 13 de abril, pero recién en diciembre nos confirmaron su muerte. El día que vinieron los del Ejército yo me sentía rara, y cuando vi los autos, ya supe. No quería salir. No quería escuchar lo que venían a decir”, recordó.   

En tanto, su hijo Juan Carlos reconoció que “el 2 de abril es como rascarse una herida que tiene cáscara, pero que nunca va a cicatrizar”.

Semblanza del héroe

Alfredo Gregorio se crió en Los Toros, municipio de Florentino Ameghino, donde desde pequeño aprendió las duras labores de la chacra, al tiempo que por ser el primogénito tuvo que ayudar a cuidar a sus hermanitos.

“Siempre fue un chico bueno y alegre, por eso tenía muchos amigos”, contó doña Yenni.

A su lado, Juan Carlos recordó que “jugábamos al fútbol, le encantaba la pesca y tocar la guitarra y cantar. Pensar que estaba por terminar la colimba cuando empezó la guerra y se tuvo que ir”.

Incluso mencionaron que el 2 de abril de 1982, cuando comenzó el conflicto bélico, Alfredo estaba en la casa de sus padres disfrutando de su último franco de 21 días antes de la baja.

“Me dijo: ‘mamá, mientras que usted cocina y hace las cosas, tenga la radio prendida para ver si nos llaman a la guerra’”, contó doña Yenni mientras relató que el muchacho, siempre predispuesto aprovechó un par de días para visitar a sus amigos del pueblo.

Gregorio pertenecía al Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, Corrientes, dependencia que ofrendó a 22 de sus integrantes en el conflicto con los ingleses.

Según el testimonio de combatientes y registros oficiales, el oriundo de Ameghino falleció por una ráfaga de ametralladora en la recordada batalla de Monte Tumbledowm. Aquel enfrentamiento con las tropas enemigas duró dos días, entre el 13 y el 14 de junio de 1982, cuando los británicos avanzaron sobre las últimas posiciones argentinas que quedaban en su camino a Puerto Argentino.

Apenas un puñado de soldados argentinos resistió en la posición con gran heroísmo, a pesar que el enemigo contaba con muchos más recursos.

Recuerdo vivo

El 14 de junio el mando argentino firmó la rendición, pero recién en diciembre la familia Gregorio fue notificada del deceso, por lo que durante seis meses convivieron con la incertidumbre de no saber si Alfredo estaba vivo o no.

“Primero nos dijeron que los soldados se quedaron en Malvinas como prisioneros de los ingleses para desarmar bombas. Más tarde que estaba desaparecido. Recién en diciembre llegaron con un Falcón y un jeep y nos dijeron que nuestro hijo estaba muerto. Fue el día más triste de mi vida”, señaló Yenni apesadumbrada.

Juan Carlos, dos años menor que Alfredo, mencionó que Aldo Rico, jefe de comandos en Malvinas, los visitó dos veces en la chacra: ‘‘‘Vamos a volver a las Islas’, nos decía’’.

Y si bien Alfredo no volvió a casa, doña Yenni sostiene intacta su memoria con un gran cuadro del soldado uniformado coronando la sala de la casa.

“Lo único que pido es que no se olviden que dio su vida por la patria. Tengo una nieta que se llama Malvina y otra Soledad, y un nieto Alfredo, todo en recuerdo de él”, mencionó orgullosa.

Durante los dos meses que combatió en las Malvinas, Alfredo le escribió cuatro cartas a su familia. El 8 de junio firmó la última: “Yo estoy bien, aunque pasamos un poco de frío. Los ingleses están atacando mucho y están muy cerca, pero tengo esperanza que vamos a ganar y voy a volver para darles un abrazo fuerte…”, dice la misiva final que envió.

Alfredo Gregorio no pudo cumplir con su deseo de volver a casa para reencontrarse con sus afectos. No regresó físicamente y lo extrañan todos los días, pero su recuerdo perdura en el amor de sus seres queridos y por su entrega a la Patria.


Reconocimiento a medias

En una reciente entrevista del periodista Nicolás Kasanzew, quien en 1982 cubrió la guerra de Malvinas y actualmente difunde su material por Facebook, el suboficial Walter Pintos dio detalles poco conocidos de la batalla del Monte Tumbledown.

Pintos contó que entre cinco enfrentaron a todo un batallón enemigo y el grito de guerra era “Viva la Patria”.

Entre esos cinco estaba Alfredo Gregorio y el relato de Pintos echa luz sobre su heroísmo.

En tanto, en los últimos años la figura del soldado caído recogió diferentes homenajes y su nombre engalana una calle en Los Helechos. También lo honraron con su nombre en la Escuela 252 de Yapeyú y una plaza en Caá Yarí. 

Llamativamente, en Florentino Ameghino, donde nació y vivió toda su vida, no existe un busto, ni una calle, ni una placa con su nombre.

En tal sentido, en los últimos años familiares y vecinos plantearon sus inquietudes para homenajear al héroe, aunque sus pedidos no tuvieron eco en las autoridades del municipio, lo que contrasta con la estatura de su figura y el reconocimiento que merece según los propios habitantes del pueblo.

 

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