Lo advierte la directora de la Casa del Encuentro, Ada Rico sobre femicidios vinculados

“Un buen padre no desquita su furia con ningún miembro de la familia”

El objetivo del hombre violento es causar daño a la mujer y para eso puede elegir el camino de ir directamente hacia ella o de violentar a los hijos o seres que considera más queridos
domingo 13 de marzo de 2022 | 6:05hs.
“Un buen padre no desquita su furia con ningún miembro de la familia”
“Un buen padre no desquita su furia con ningún miembro de la familia”

Lastimar, maltratar, abusar y hasta llegar a matar a un niño para provocar dolor a su madre es una conducta tan cruel que pareciera que sólo existe en los dramas de las películas de ficción. Sin embargo si miramos con atención a nuestro alrededor, seguro vamos a encontrar situaciones de este tipo de violencia de género, donde la realidad supera a la ficción.

“Los femicidas muchas veces optan por ejercer la violencia contra los hijos de la mujer porque saben que de esa forma están generando uno de los dolores más intensos que una mujer puede sentir, que es ver como violentan a sus hijos”, explicó  Ada Rico para empezar a describir el origen de los femicidios vinculados.

Ada Rico es la directora de La Casa del Encuentro, que es una organización no gubernamental que trabaja en la defensa de los derechos humanos de las mujeres y que desde hace catorce años viene realizando estudios estadísticos sobre  los casos de femicidios en todo el país donde se desarrolló el concepto de femicidios vinculados.

“Los femicidios vinculados son las muertes que ocasiona el femicida para consumar su fin de matar, castigar o destruir psíquicamente a la mujer sobre la cual ejerce la dominación. Son una forma de violencia contra la mujer que se expresa en violencia hacia sus hijos”, explicó Rico.

Seguidamente dijo que esos femicidios vinculados pueden recaer “tanto en personas que intentaron defender a la mujer y quedaron en la línea de fuego o también en familiares que fueron asesinados por el femicida para destruir psicológicamente a su víctima”.

En ese contexto, según Rico, “los hijos de la víctima, su madre, sus hermanas y también sus amistades son los blancos preferidos de los femicidas porque los mueve la idea de lastimar lo más que puedan a las mujeres a través de personas que saben que forman parte del mundo afectivo más cercano a ella”.

El objetivo del hombre violento es causar daño a la mujer y para eso puede elegir el camino de ir directamente hacia ella o de violentar a los hijos o a los seres que considera más queridos por la mujer.

“Es una acción de mentes perversas que buscan hacer daño a la mujer porque la consideran como un objeto de su pertenencia y cuando sienten que no pueden controlarla como quisieran, se desatan estos episodios de extrema crueldad donde quedan atrapados los hijos”, explicó Rico.

La especialista en cuestiones de género resaltó que generalmente estos femicidios vinculados recaen en los hijos menores de edad de la mujer que mueren a manos del femicida o que son víctimas colaterales, que quedan sin mamá , asesinada por la violencia sexista”.

La presidenta de la Casa del Encuentro dijo que “el momento de la separación de la pareja es cada vez más notorio que se desate este tipo de violencia contra alguno de los hijos que en el caso extremo puede llegar al femicidio vinculado”.

En este punto es necesario advertir que “este tipo de violencia extrema no aparece de un día para el otro. Generalmente son hombres que ya vienen ejerciendo violencia en esos hogares. Violencia psicológica, económica o física y que en algún momento deciden directamente atentar contra la vida de las mujeres o de sus hijos”, detalló Rico.

También comentó que “cuando un hombre ejerce violencia sobre la mujer, toda persona que se interponga es vista como un obstáculo por el agresor. Por eso, además de los hijos, que son los que cuando van creciendo muchas veces intentan defender a su mamá, o la madre de la mujer o alguna amiga son todas personas que el violento tratará de que no se interpongan en su camino”.

La entrevistada dijo que “una afirmación muy común que solemos escuchar después de un femicidio es que muchos opinan ‘pero él era un buen padre’ , y la verdad es que un buen padre no mata a la madre, un buen padre no humilla. No golpea a la mujer. No desquita su furia con ningún miembro de la familia”.

Por eso, para evitar los casos extremos de violencia que se manifiestan en los femicidios, hay que trabajar primero en cambiar esa mirada social que suele entender al hombre que golpea o que insulta como que lo hace porque está nervioso, pero es un buen papá o que es celoso porque te quiere.

Estas formas de entender las relaciones entre hombres y mujeres son parte de la cultura que es necesario humanizar. Nadie le pertenece a nadie. Ningún hombre pega porque es bueno. Ningún hijo merece ver cómo lastiman a su madre. Ninguna persona merece ningún castigo por su forma de vestir, sentir o amar.

El Estado no puede estar ausente

Todas las manifestaciones de violencias que suceden dentro de un hogar y que muchas veces se naturalizan tienen que ser pensadas y habladas para entender que eso no está bien. En el barrio, en la escuela, en la plaza, en la iglesia, en la parada del colectivo, en todos los ámbitos públicos debiera haber una política pública más activa para ayudar a las mujeres.

A juicio de Rico, “se trata de situaciones realmente complejas donde es necesario que desde el Estado se llegue con herramientas seguras de ayuda a estas personas. Desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad se deberían tejer redes de ayuda para todas las mujeres que se encuentran en este tipo de situaciones de peligro. El presupuesto de ese ministerio debe bajar rápido a todas las provincias y a todos los municipios que es donde viven las personas que lo están necesitando”.

En ese sentido, la especialista en género explic: “Nuestro país es tan grande y diverso y no es lo mismo acudir a pedir ayuda en una ciudad, donde hay organismos que pueden brindar orientación, a la situación de mujeres que viven en comunidades donde no tienen a quién recurrir”.

Por ese motivo, Rico dijo que “es necesario implementar políticas públicas federales e integrales que lleguen a todas las mujeres. No puede ser que toda la respuesta del Estado a una mujer que denuncia violencia de su pareja sea sólo un papel como medida cautelar. ¿Qué caso puede hacer un hombre violento a un papel? Ninguno. Y esas son las mujeres que después terminan muertas. Nuestras estadísticas lo están señalando. Los femicidios siguen en alza. Tenemos que poner freno a esta otra pandemia. No podemos esperar lo que tarda un cambio cultural. En el ahora debemos auxiliar a las que más lo necesitan”.

Según el Observatorio de Femicidios ‘Adriana Zambrano’, de la Casa del Encuentro, en enero y  febrero de este año ocurrieron 54 femicidios (5 vinculados) en el país y 64 hijos quedaron sin su madre.


Lo que dice la ley

En la última década  la mayoría de los países de América Latina avanzaron en distintas reformas a sus leyes penales con el objetivo de combatir la violencia de género hacia las mujeres y otros grupos en razón de su identidad de género y orientación sexual.

En la Argentina, la ley 26.7911, sancionada el 14 de noviembre de 2012, reformó el artículo 80 del Código Penal para criminalizar de modo agravado ciertos homicidios relacionados con el fenómeno de la violencia de género. 

De esta manera se amplió la figura del homicidio calificado por el vínculo y el catálogo de crímenes de odio para describir la figura del femicidio y de los femicidios vinculados. Justamente el inciso 12 del artículo 80 señala como un agravante  cuando existe “el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación” para describir la situación del femicidio vinculado.

Según explicó Rico la ley de agravantes por cuestiones de género “no mencionan la palabra femicidio y tampoco femicidio vinculado, pero describen esas situaciones”.

 

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