El pan dulce, símbolo de Navidad que comprende unión y solidaridad

Ana María Angelino (75), es una docente jubilada de San Pedro, que se destaca por su vocación de servicio. Con un sentido del humor, vigor y energía envidiables, hace más de dos décadas que no está frente a los alumnos. Sin embargo carga en las venas el don de enseñar y es así que con enorme alegría comparte sus conocimientos gastronómicos con sus colegas, enseñándoles recetas tradicionales para las fiestas de fin de año, como el pan dulce navideño.

Para quien dedicó su vida a la educación, le fue muy duro transitar un año observando las aulas cerradas. “Me dio horror, porque acá en esta zona, muchos chicos no tienen teléfono ni internet, me duele esa desigualdad. Por eso cuando la directora (de la escuela 601 de San Pedro) me dijo para hacer pan dulce a los alumnos vine y estuvimos todo el día cocinando para que se lleven un recuerdito de este año” señaló Ana María, dando paso a su segunda pasión; la cocina.

“Me encanta cocinar, si hay algo que me gusta es dar clases y cocinar, ahora cocino para mí y mi marido Hugo, porque estamos los dos solos, y cuando puedo, con gusto, comparto esa pasión con mis colegas”, manifestó con encanto Angelino, quien hace unos días estuvo actuando de chef ante sus colegas para preparar pan dulce navideño. Además cocinó tallarines y las maestras se mostraron más que gratas con su presencia, la paciencia pero sobre todo el compromiso con el cual asume cada actividad.

“Es impresionante esta mujer, la energía que tiene, esas ganas de seguir enseñándonos, nos llena de orgullo tenerla, que haya y continúe siendo parte de nuestra escuela” valoró Liriana Yuget, vicedirectora de la escuela 601.

Hace un tiempo, Ana María, realizó un curso en gastronomía a fin de enriquecer sus conocimientos culinarios manteniendo siempre firme los cimientos de la educación.

“Sin educación no hay trabajo, educación es comprometerse a ser alguien en la vida, la escuela imparte conocimiento y afianza los valores que traen de la casa, pero es muy difícil cuando hay tanta desigualdad. Me encanta que el país entero haya comprobado que no hay tecnología que reemplace el rol presencial del docente”, reflexionó.

Una vida al frente del aula
Aunque ya desde niña jugaba a enseñar con sus muñecas, inició su labor como docente el 3 de junio de 1968 en Colonia Victoria, Eldorado con 35 alumnos de primer grado y 30 de séptimo.

Tal como recordó, las primeras experiencias resultaron todo un desafío porque los alumnos hablaban en guaraní. A los pocos años, por razones de salud de su único hijo Jamil, solicitó traslado a San Pedro y llegó a la pequeña escuela en Colonia Palmera Boca. Allí estuvo durante varios años hasta que se jubiló como directora, hace 22 años, en la escuela de Jornada Completa 601 ubicada en barrio Las Rosas de San Pedro.

Siempre trató de inspirar valores positivos a sus alumnos quienes hoy la recuerdan con adoración, incluso muchos siguieron su paso por la docencia.

“Mi vocación fue ser maestra; donde me necesitan para beneficiar a algún niño, yo estoy presente, a pesar de mi edad, en esta escuela siempre me hago presente y es muy lindo sentir que soy recordada con cariño”, arrancó diciendo Angelino mientras acomodaba todo para iniciar su curso gastronómico. “Yo amo la docencia, si hoy me dijeran que puedo volver, con gusto me pondría el guardapolvos nuevamente”, sumó.

Cuando llegó a Palmera Boca, la escuela de Jornada Completa Nº 81, era un rancho y fueron los padres quienes con enorme esfuerzo construyeron un nuevo edificio. Luego, para que su hijo pudiera ir a la secundaria, se trasladó a la zona urbana. En la escuela 601 estuvo tres años como maestra de grado, pasó a la vicedirección y luego como directora, fueron años de enorme esfuerzo y superación ante las distintas dificultades que se presentaban en cada institución, encontrando siempre una alternativa para que los alumnos reciban la mejor calidad posible de enseñanza.

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